domingo, 21 de marzo de 2010

Paren de Fumigar


Desde el año 2005 y hasta el gran encuentro en San Lorenzo y la presentación pública del Informe Pueblos Fumigados en el año 2009, llevamos adelante como GRR y durante cinco años, la Campaña Paren de Fumigar, campaña que trataba de responder a los más que acuciantes y graves problemas de salud y contaminación, que se expresaban como resultado de las aplicaciones de agrotóxicos que acompañaban el proceso de sojización. En ese mismo año, les habíamos dado apoyo en Buenos Aires, a las llamadas madres del Barrio Ituzaingo Anexo de la Ciudad de Córdoba, y a través de ellas pudimos verificar la profundidad y la gravedad de la amenaza que se cernía sobre los pueblos rurales y sobre las periferias de las grandes ciudades, cada vez más asediadas por los monocultivos de Soja modificada genéticamente.
Tal como lo expresáramos reiteradamente en nuestros informes, http://grr.org.ar/campanapdf/index.php, lo que hallamos en nuestros recorridos por la geografía lacerada de la sojización, excedió con creces todo cuanto de peor podíamos imaginar, y los datos con que nos encontramos, los testimonios médicos y el anecdotario interminable de muertes, de enfermedades terminales y deformaciones, nos convenció de estar en presencia de un genocidio naturalizado e invisibilizado por los grandes medios al servicio de las empresas, las grandes o­nG cooptadas por las fuentes de financiación, y en especial, la clase política presuntamente dirigencial, que sin mayores exclusiones, adhería a un modelo de país agro exportador, que incluía los monocultivos, los nuevos rindes en la agricultura industrial y los record de cosechas, como parámetros indiscutibles de modernización y crecimiento.
En un primer informe del año 2008 decíamos: “Esta presentación que añade una recopilación de casos y evidencias, y a pesar de tantas dificultades encontradas y de hallar tantas resistencias, expresa la enorme esperanza, no tan solo nuestra, sino también de todos los pueblos que son víctimas del espantoso flagelo de la fumigación con tóxicos, de que, en ciertos lugares de decisión o al menos donde la autoridad moral se encuentra preservada, haya oídos y disposición para atender estas demandas. Difícilmente pueda hallarse una ocasión más sensible para ejercitar la justicia y aún la compasión, como en aquellos innumerables casos de madres que, luego del embarazo esperanzador paren el fruto de su vientre con malformaciones.
No hay ganancias por enormes que ellas sean que puedan atenuar este crimen. Y ese crimen se repite cada día en las provincias argentinas y es consecuencia de la voracidad sin límites en el lucro, del incumplimiento de la ley y de la facilidad para la dirigencia y los dueños del poder de ejercer el mal a distancia. Esta presentación ofrece la oportunidad de tomar conciencia y en especial de hacer algo para detener el genocidio. Quedamos esperando”.
Lo anterior lo repetimos clara y explícitamente en numerosos documentos emitidos a lo largo de la Campaña, y en primer lugar y por respeto a su investidura, se lo expresamos formalmente a la Presidencia de la República, anticipándole la inexorable justicia humana e institucional, que alguna vez, habrán de sobrellevar no solamente los decisores, sino también, quienes a lo largo de sucesivos gobiernos, respaldaron estas políticas, respecto a estos crímenes que sostienen los éxitos del modelo productivo. Se nos podrá acusar tal vez de no haber puesto un mayor esfuerzo en denunciar las terribles consecuencias de la aplicación de la agricultura química. Vaya en nuestro descargo que los recursos con que nos movimos siempre fueron escasos o inexistentes y que la campaña se basó en el esfuerzo físico e intelectual de un puñado de voluntarios. Por otra parte, es verdad que no estábamos preparados, no imaginamos tampoco quiénes podrían estarlo, para registrar los horrores de que fuimos testigos, en especial los innumerables niños nacidos con deformaciones. No obstante esas dificultades, caminamos todo el país dando conferencias y proyectando películas, fuimos a cada localidad donde se nos requería, organizamos centenares de grupos locales para resistir las fumigaciones, alentamos colectivos provinciales para conducir la lucha y desde nuestro programa Horizonte Sur en Radio Nacional AM nos esforzamos por ser siempre la voz de los pueblos fumigados y expresar la profunda y dolorosa verdad que entrañaba el modelo neocolonial impuesto.
Porque jamás dejamos de considerar las fumigaciones y sus impactos sobre las poblaciones, como la consecuencia de un sistema de Agronegocios instalado a partir de los conceptos de crecimiento, de la prioridad de abastecer con comodities ciertos mercados externos, de la primacía del concepto de escala y de la ecuación costo beneficio, por encima de toda otra razón, y en especial por encima de considerar el arraigo de las poblaciones, el respeto por sus modos de vida, la preservación de las economías locales y las posibilidades de preservar los paisajes y la sostenibilidad de los agro ecosistemas. La nuestra fue entonces, y en todo momento, una lucha política. Pretendíamos modificar el modelo rural, detener el creciente despoblamiento del campo y modificar las políticas de crecimiento sustentadas en la exportación y en los pagos de la deuda, llevar los debates sobre la violación de los derechos humanos al presente, en que, como consecuencia de las políticas de Estado para la agricultura, son violados sistemáticamente, y por sobre todo, pretendíamos obligar a que se reconociera el actual status semicolonial de la Argentina y se aceptara dar grandes debates sobre el tipo de país que pretendemos construir. Desde ya que esta lucha que llevamos a lo largo de los años no fue gratuita ni dejó de despertar grandes resistencias y lamentablemente, demasiados esfuerzos para tergiversarla o acallarla. En varias oportunidades quedamos expuestos a los riesgos de demandas jurídicas por parte de los grandes beneficiarios de la sojización o de los funcionarios que los apañaron, también corrimos serios riesgos al ser ocupados alguno de nuestros actos por los sojeros, quienes en las pequeñas localidades se consideran en el propio territorio y se sienten invadidos por quienes cuestionan sus prácticas habituales de producción y contaminación.
En los últimos dos años y en especial desde la llamada “crisis del campo”, estas dificultades se fueron agudizando, en la medida en que el país entró en un proceso de confrontaciones aleatorias y superficiales, se desgarró entre tribus que discutían el modo de apropiarse de los beneficios del modelo, no acerca del modelo mismo, y usaban las viejas consignas patrióticas como distracciones colectivas, con la finalidad de repetir la estrategia del tero y naturalizar las nuevas sumisiones. En esos climas de inmediatez y de simulacros, la Campaña Paren de Fumigar quedó expuesta a los fuegos cruzados de quienes confrontaban sin cuestionar el modelo productivo, y en las propias filas de los militantes ambientales e inclusive de las víctimas de las fumigaciones, fue creciendo ese estado de confusión que, más allá de la victimización de la que se era objeto, obligaba a pronunciarse a favor o en contra del Gobierno.
La visita de Marie Monique Robin, si bien significó para muchos la convalidación de lo que veníamos denunciando y le dio a la compaña internacional contra Monsanto un aire del que en la Argentina carecía, significó asimismo, un grave retroceso para la Campaña Paren de Fumigar, tal como se venía llevando en los últimos años.
En principio, porque el discurso de la periodista francesa, se concentraba en Monsanto, mientras oscurecía el accionar de otras corporaciones, en especial aquellas de origen europeo.
También, porque ese discurso hacía énfasis en el Roundup Ready, y si bien resultó efectivo para los propósitos y estrategias que se acostumbra llevar en Europa, en la Argentina no hizo más que provocar una regresión y una fragmentación de las luchas ya que, nuevamente se perdió de vista el modelo agrario en su conjunto y en especial, la necesidad de cambiarlo.
Por último, porque ella, tal vez sin mayor claridad en lo que hacía y llevada por intereses de agenda y de conveniencias de la gira, le abrió el amplio territorio de especulación con las víctimas de la fumigación, a o­nG financiadas por fundaciones ligadas a los proyectos internacionales de soja responsable como Misereor, y ligadas en la Argentina a Carta Abierta, a la Responsabilidad Social Empresarial, al INTA y en definitiva, al oportunismo político de los tantos que, para aliviar la responsabilidad de los actuales decisores, pretendía ver en la Mesa de Enlace y en el ex Secretario de Agricultura Felipe Solá, a los exclusivos responsables del modelo de sojización, como si desde el 96 en que se habilitaran las primeras semillas transgénicas de Soja RR hasta el presente, no hubiesen pasado varias administraciones y como si la gran tragedia de tener veinte millones de hectáreas sometidas a cultivos industriales y millones de desplazados por la agricultura, pudiera ser puesta al servicio de los mezquinos intereses que se juegan en las internas políticas partidarias.
Pese a todas las dificultades, contra viento y marea, en los últimos meses del año 2009, la Campaña Paren de Fumigar alcanzó su pico de mayor presencia y movilización con el gran Encuentro que en conjunto con la Unión de Asambleas Ciudadanas, realizáramos en la ciudad de San Lorenzo, Provincia de Santa Fe. El país entero se vio obligado a reconocer el modelo basado en la exportación de comodities y de barros con minerales raros, que tiene su salida por ese puerto de San Lorenzo.
En la declaración conjunta que entonces emitiéramos, decíamos: “San Lorenzo no es una ciudad cualquiera, es el punto focal de coincidencia de las rutas de la soja, de la minería y de la trata, es el vórtice de un embudo al que denominan modelo de agro exportación y de nueva minería, por donde se desangra cada día la Patria de los argentinos. Y si nos atrevemos desde esta localidad de San Lorenzo a enfatizar las memorias de una Patria común, memorias relegadas y menospreciadas en el imaginario de las políticas públicas y en la formación ciudadana, es porque, precisamente, en estas tierras de San Lorenzo, se produjo el primer combate de los patriotas contra el Imperio español en América del sur. Sentimos que, las presencias fantasmales de aquellos héroes de ayer, nos acompañan hoy en estas luchas que llevamos”.
Con el Encuentro de San Lorenzo, la edición de cuatro mil ejemplares del libro Pueblos Fumigados por la Editorial del Nuevo extremo, y la presentación del Informe de la Campaña Paren de Fumigar, a todas las autoridades del Poder Ejecutivo, Senadores y Diputados, así como a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, creemos haber cerrado una etapa luego de cinco años de campaña. Esa etapa fue de develamiento de una situación extraordinaria, de denuncia institucionalizada de la extrema condición de daño masivo en las personas que causan las fumigaciones, y la promesa de llevar a la Justicia y más específicamente a tribunales, por crímenes de lesa humanidad, a los responsables de estos crímenes, cuando las condiciones para ello se hagan propicias, y eso conlleva el duro reconocimiento de que actualmente se incumplen las leyes que norman el uso de tóxicos de la agricultura, tanto las leyes provinciales cuanto la Ley mayor que es la Constitución Nacional.
Es preciso reconocer que esa extrema ausencia de Justicia, se debe a la indiferencia generalizada, a la ignorancia sobre los derechos ambientales o, sencillamente, a la connivencia con el poder de los sojeros o de los desmontadores, por parte de quienes deberían asegurar a la población argentina los derechos a un ambiente sano. En la presentación del informe al público argentino en el transcurso del año 2009, decíamos:
“El dossier Paren de Fumigar presenta evidencias científicas que refieren a los daños ocasionados por los agrotóxicos que acompañan a los cultivos de Soja RR. También se exponen presentaciones judiciales, demandas y querellas que han proliferado en ámbitos de la justicia con suerte dispar. Los intereses en juego son demasiado fuertes y las resistencias, la ceguera y la sordera por parte de los más altos funcionarios y legisladores a informarse, tomar conciencia y actuar, hacen el futuro imprevisible. El informe refiere al daño irreparable que producen los agrotóxicos: enfermedades de carácter terminal y muertes que ha ocasionado y una biodiversidad devastada. Se trata del efecto letal de un tipo de agricultura que merece el apelativo de agrogenocidio. El informe Pueblos Fumigados es un testimonio de sufrimiento colectivo, pero también es un camino para superarlo y una propuesta para generar modelos alternativos en una Sociedad menos tóxica”.
Llegamos de esa manera a una situación límite, una situación tan extrema en que pensamos no tendría mayor sentido que, al menos nosotros, continuemos presentando casos desgarradores de niños con meningocele o explicando que los altos índices de muertes durante el embarazo, se deben a que la propia Naturaleza aborta la vida cuando las deformaciones del feto hacen improbable esa vida… Ni siquiera se necesitan estadísticas, basta recorrer el país como nosotros lo hicimos tantas veces para advertir las consecuencias letales del boom de la soja. Deberían haberse hecho estudios médicos epidemiológicos, tal como hemos reclamado numerosas veces, y respondiendo a los informes de numerosos facultativos y hasta directores de hospitales públicos, preocupados por la cantidad de casos producidos de labios leporinos, situaciones de discapacitación mental o física, leucemia y diabetes en niños, osteoporosis, espina bífida, descenso generalizado de la capacidad espermática, etc.
Esos estudios no se hicieron ni se hacen, porque existe una voluntad política de ignorar y de naturalizar las consecuencias de un modelo de sojización, que cuenta con todo el respaldo de la dirigencia política, tanto del Gobierno como de la oposición, tanto de la Iglesia como de los sindicatos, tanto del INTA como del CONICET y también, del grueso de las Universidades. Llegados a ese punto de exposición de los crímenes provocados por el modelo productivo y de las amenazas aún mayores que implicaba la liberación constante de nuevos transgénicos al ambiente y su incorporación a la comida de los argentinos, no fuimos capaces de imaginar como ir más adelante en una Democracia que se cerró en todas sus instancias a darse por enterada de lo que denunciábamos. Estamos convencidos de la absoluta y extendida complicidad, connivencia y cooperación de toda la dirigencia con las Corporaciones transnacionales de las semillas y de la Biotecnología. Que algunos pícaros al servicio de intereses mezquinos intenten ahora, culpar solamente a la Mesa de Enlace de la sojización, es una burla a la inteligencia de los argentinos. Es evidente y más allá del accionar voraz e impiadoso de los propios sojeros, la existencia de políticas de Estado que han respaldado y privilegiado el modelo de sojización y las fumigaciones que lo acompañan. También es evidente que esas Políticas de Estado cruzan sin excepción todos los gobiernos habidos desde la Democracia y que esas políticas son absolutamente herederas de los cambios realizados por la dictadura militar y que en su momento Martínez de Hoz anticipara con demoníaca lucidez, que modificarían a la Argentina para siempre…
La incorporación reciente de Diputados Nacionales del oficialismo a la Campaña contra las fumigaciones, basándose en denunciar el glifosato, además de centralizar la atención en apenas un aspecto del problema, tiende a extraviar las protestas en inconducentes y exclusivos caminos jurídicos.
El accionar de esos diputados o diputadas nacionales, así como de otras Diputadas provinciales, especialmente en provincias como Santa Fe en que el kichnerismo es oposición y no tiene por lo tanto, responsabilidades de gobierno, ha supuesto una clara maniobra para desviar las energías de la protesta y convertirlas paulatinamente en campañas inocuas que, en vez de impugnar al modelo, terminen legitimándolo y haciéndolo aceptable.
De esa manera, las víctimas podrían, llegar a ser utilizadas como baza por uno de los bandos en pugna, en la mesa de negociación donde se discute quiénes y cómo manejan las enormes rentas que proporciona el modelo de la soja. De hecho, en un frente con sectores políticos y desde usinas del conformismo y de la política “del pájaro en mano” como la de Carta Abierta, algunos sectores sociales de base alimentados con la gran caja asistencial, y o­nG financiadas por fundaciones ligadas a las políticas europeas de certificación, pretenden reducir la lucha de los pueblos fumigados a denunciar el Glifosato o a discutir tan solo la cantidad de metros que distarían los primeros campos de soja de la última calle de los pueblos.
Estos intentos, en especial si concentran el esfuerzo de las poblaciones sin otras o mayores alternativas, son sencillamente miserables. Lo son, porque se están malversando años de lucha y porque se traicionan las mejores esperanzas en un cambio profundo del modelo agrícola argentino, mientras se lo justifica bajo falsos presupuestos ecologistas.
Consignas como “soja para hoy hambre para mañana”, que se reeditan en estos días quizá por falta de imaginación, son confusas respecto al concepto de alimentación y de patrimonios culturales, pero además de banales e inconducentes, son la penosa expresión de una flagrante cobardía intelectual para denunciar los crímenes del modelo impuesto.
Modificar el “Paren de fumigar” por el nuevo “paren de fumigarnos”, tal como están haciendo algunos sectores y más allá de la candidez y de las buenas intenciones de muchas de las víctimas, suena como expresión de renuncia a una lucha de conjunto.
Se estaría ahora, haciendo gravitar la idea de territorio, de salvarse uno, y en definitiva, de que lo que ocurra más allá, no es el propio problema….
Sabemos, sin embargo y pese al paquete de simulacros y de distracciones que corresponden a una época y a una dirigencia política de izquierda progresista, de dobles discursos y buenas relaciones con las Corporaciones, que, en última instancia, la palabra definitiva en este espacio y en estas luchas, no es de las o­nG encubridoras y cómplices, o de ciertos grupos ambientalistas seducidos o ganados por las polarizaciones políticas a la moda, polarizaciones que se alimentan y realimentan desde un pensamiento binario, sino de los mismos pueblos fumigados a los que durante más de cinco años de Campaña, hemos tratado de proporcionar las armas necesarias para comprender y para enfrentar las agresiones a la vida, de que son objeto.
Ellos tienen en definitiva la palabra y ellos deben decidir cuáles son los caminos a recorrer en las próximas etapas.

GRR Grupo de Reflexión Rural

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