Tras aterrizar en el país después de su viaje a Estados Unidos, Javier Milei declaró que vamos a una estanflación. ¿De qué habla? Que vamos a seguir padeciendo una alta inflación los próximos años, aunque con el agregado que se complementará con una recesión económica, incluidos miles de despidos. Lo presenta como la alternativa a caer en la hiperinflación, a modo de extorsión para que los trabajadores aceptemos los golpes que se vienen en nombre de una posterior estabilización.
“Lo que estamos haciendo es crear mecanismos para detener la emisión de dinero para en un lapso de 18 a 24 meses terminar con la inflación”, dijo. Claro, si además de la devaluación en puerta promete arrancar con tarifazos, que pueden quintuplicar el precio base del gas y la electricidad; las naftas duplicándose para equiparar los precios internacionales, con todo su impacto en el transporte; las prepagas subiendo un 40% en enero; los alimentos, sumando la intención de ir eliminando retenciones. Lógicamente, no es una senda de desinflación.
Ante esta liberación de precios, los trabajadores tenemos que imponer que se “liberen” los salarios, peleando por recomponer lo que perdimos e indexar nuestros ingresos al índice de inflación. El presidente electo afirma que “la convertibilidad, que funcionó bajo esa misma regla, tardó 20 meses”, omitiendo que en el medio pasó una hiperinflación y para cuando entró en vigencia el uno a uno el salario mínimo había caído a unos míseros 97 dólares (según el sitio oficial datos.gob.ar). En este primer período del mandato libertario se juega quién paga el grueso de la reorganización económica.
A la vez vamos a un escenario recesivo, con despidos de a millares. En palabras de Milei, “cuando se haga el reordenamiento fiscal te va a impactar negativamente en la actividad económica, por eso yo digo que la única billetera que va a estar abierta es la de Capital Humano, para darle contención a los caídos”. Se refiere a que el recorte del gasto público repercute a varias bandas: terminar de pulverizar los salarios y las jubilaciones va a redundar en una mayor caída del consumo, con su impacto en comercios y proveedores; paralizar la obra pública no solo pone en la cuerda floja a medio millón de puestos de trabajo, sino también los despachos de cemento y materiales de construcción.
Con todo, la motosierra no se limita a un achique del gasto estatal, sino que es parte del intento de la burguesía de imponer un retroceso en regla sobre las conquistas laborales. El cuadro que se avizora es de freno total de inversiones, de la mano de una ola de suspensiones y despidos en la industria que ya comenzó, empezando por la firma Mirgor del propio Caputo. Es una señal de largada de una ofensiva patronal a gran escala. Sancor anunció el cierre de su planta en Santa Fe. Renault, preventivamente, lanzó un plan de retiros voluntarios para desprenderse de la sexta parte de su plantel, aún cuando todavía la producción automotriz va viento en popa. Tomando como caso testigo, es una rama que hacia abajo golpea a las autopartistas y metalúrgicas. Lo ilustró Cristiano Rattazzi de Fiat en la cumbre de la UIA, afirmando que la empresa “tiene que poder desprenderse de una persona”. La recesión será usada como pretexto para insistir en la reforma laboral.
Esto no despeja, desde ya, la zozobra de varios sectores empresariales. Los tarifazos prometen encarecer los costos industriales, fuertemente en el caso de ramas de alto consumo energético. Aquellos que dependen fundamentalmente de las importaciones pueden sufrir pérdidas por el salto en el tipo de cambio. Luego está en el tapete la cuestión de los aranceles externos, es decir las barreras proteccionistas ante la competencia de multinacionales, cuya reducción amenaza a buena parte del parque industrial criollo. Detrás de las pulseadas que pueden venir entre fracciones capitalistas, los trabajadores debemos rechazar la pretensión de alinearnos detrás de la defensa de intereses patronales, que en todos los casos se impone como una disuasión de los reclamos obreros para no presionar sobre la rentabilidad del capital. La lucha salarial y en defensa de los puestos de trabajo debe ser incondicional, y va a incluir la pelea contra la entrega de la burocracia sindical.
Estrictamente, lo que se viene es peor que una estanflación. Ya llevamos en Argentina más de una década con inflación creciente y estancamiento económico. Ahora el riesgo es el de una fuerte contracción combinada con una hiper, que de ninguna manera queda descartada por el hecho de que se ejecute un fenomenal recorte de las erogaciones del Estado. Lo reconoce el mismo Milei al justificar que eligió a Caputo como ministro de Economía porque “el primer problema que tenemos que resolver es el de las Leliqs (…) con mucha expertise, porque si nos equivocamos ahí terminamos en una hiperinflación”.
El plan para hacerlo es la conversión de Pases y Leliq a bonos del Tesoro (indexados al dólar, por lo que no se licúan con la devaluación), con la zanahoria de un seguro de compra del Banco Central en caso de que quieran deshacerse de ellos. Bastaría una mínima señal de insolvencia para un desarme masivo, que ocasionaría una emisión monetaria monumental y con ello una hiper segura. Y como la base de todo ese dinero invertido en títulos públicos son los depósitos de los ahorristas, una crisis de deuda soberana decantaría probablemente en una corrida bancaria.
El origen de la depreciación del peso, que es la constante fuga de capitales, seguirá su curso, con nuevos préstamos internacionales como cobertura. Ese sería el rol que viene a jugar el supuesto “mago de la finanzas”. Una película que ya sabemos como termina, porque lo vivimos en 2018 cuando Caputo renunció dejando una estampida cambiaria y una senda de devaluaciones que sufrimos hasta hoy, después de “fumarse” 15.000 millones de dólares para financiar la fuga de los especuladores… según denunció el mismísimo Milei tiempo atrás.
En conclusión, como dijo Eduardo Belliboni del Polo Obrero, que le vaya mal al gobierno de Milei para que le vaya mejor a los trabajadores. Preparemos las luchas que se vienen.
Iván Hirsch
No hay comentarios:
Publicar un comentario