Tras comunicar un paquetazo de ajuste e hiperinflación que va a pagar el pueblo, el gobierno informó de un premio a los capitalistas que hicieron negocios extraordinarios aprovechando la brecha cambiaria todos estos años. El Banco Central ofrecerá a las empresas importadoras bonos linkeados al dólar para que salden sus deudas comerciales con sus proveedores del exterior, abultadas enormemente durante el último año por las restricciones cambiarias. En resumen, los trabajadores vamos a hacernos cargo de solventar, con intereses, la deuda externa generada por un grupo de multinacionales que especularon con un tipo de cambio subsidiado.
La opereta es la siguiente. Las importadoras incrementaron en un año su deuda comercial más de 25.000 millones de dólares, y ahora reclaman que el Central les dé las divisas para saldarla. Alegan que, si no, no pueden seguir importando, lo cual paralizaría toda la industria argentina. Omiten, desde el vamos, que gran parte de esa deuda fue tomada con empresas del mismo grupo, sobre todo con sus casas matrices. Según la estadística oficial del BCRA, para mediados de este año la mitad de toda la deuda externa privada correspondía a estos pasivos intragrupo (nada menos que 46.000 millones de dólares, equivalente al préstamo del FMI). Está fuera de duda que fue también lo que más creció estos últimos meses, porque no suena verosímil que las importadoras de Argentina hayan conseguido abundante financiamiento en dólares a tasas razonables.
Para que cancelen esta deuda ahora les ofrecen que compren, en pesos, bonos del Banco Central que luego serán amortizados en dólares y rendirán hasta un 5% de interés anual también en moneda dura, con plazos de uno a cuatro años. La idea es que las empresas compren esos bonos y después los vendan en el mercado, para hacerse con los dólares que necesitan. A la autoridad monetaria le va a quedar entonces una nueva deuda en moneda extranjera, cuya carga será más usuraria cuanto más se siga devaluando el peso. De un saque, los “magos de las finanzas” harían crecer de forma extraordinaria la deuda pública, solo para cerrar el círculo del negocio que hicieron un puñado de grandes importadoras.
De yapa, los bonos vienen con una zanahoria. Es que se incluyen “cláusulas de rescate anticipado en favor de los titulares”, que básicamente son un seguro de que en caso que sus tenedores se quieran desprender de ellos el Banco Central saldrá de manera automática a comprarlos. Es decir que los que especulen con estos nuevos títulos saben que antes de afrontar pérdidas serán rescatados, a costa de una emisión monetaria multimillonaria que aceleraría la inflación ya descomunal. En conclusión, las consecuencias del desmadre cambiario las vamos a pagar los laburantes.
Todo, para solventar las avivadas de grandes capitalistas. La compra de productos, componentes e insumos a empresas vinculadas o subsidiarias en el extranjero da lugar a una enorme evasión fiscal y maniobras cambiarias, porque nadie controla que no se sobrefacturen las importaciones con el objetivo de tener mayor acceso al mercado de cambio oficial.
Un ejemplo. El sector automotriz es el principal deudor, con más de 6.000 millones de dólares pendientes de pago. Hace días se reunieron con Diana Mondino los ejecutivos de General Motors, Iveco, Mercedes Benz, Nissan, Stellantis, Toyota y Volkswagen, para pedir una solución a este tema. Todas multinacionales y exportadoras, que podrían haber recurrido a sus propias divisas pero, claro, optaron por acceder al dólar oficial pisado mientras vendían sus vehículos al precio del paralelo. Esto en gran medida gracias a que cuentan con aranceles proteccionistas que restringen la competencia. Ahora, después de haberse sobrestokeado con un dólar “subsidiado”, proceden con despidos y suspensiones a mansalva. Y pensar que son el sector de vanguardia de la reforma laboral para flexibilizar los convenios colectivos, que le permitió incrementar la producción contratando menos gente.
Los trabajadores no tenemos que financiar los negocios que hicieron los capitalistas saqueando al país. Con estas medidas Milei y Caputo no resuelven un ápice la crisis de la economía nacional, solo fijan quiénes deberán pagar la factura. Terminemos con la fuga poniendo el comercio exterior y el sistema financiero bajo control obrero, para investigar todas estas tramoyas de los capitalistas.
Iván Hirsch
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