La interna kirchnerista se ha metido en la conmemoración del 24 de marzo de este año. Estela de Carlotto acaba de criticar la intención de la Cámpora de utilizarla para la campaña contra la proscripción de Cristina Fernández. La presidenta de Abuelas sostiene que el Día de la Memoria no se puede “mezclar” con algo “netamente político actual”. En los hechos toma partido en la interna del FdT en favor del ala albertista. La posición ha sido compartida por los partidos del FIT-U y otras corrientes. Gabriel Solano, del PO oficial, aprovechó la declaración de Carlotto para asegurar que “no queremos un 24 de marzo de apoyo a Cristina Kirchner, sino de lucha contra la represión y el ajuste”. El planteo, bien entendido, es un llamado al kirchnerismo a repudiar el acuerdo con el FMI que fue firmado por este mismo gobierno kirchnerista. Poner la conmemoración del 24 de marzo bajo una reivindicación única equivale a plantear una jornada de “unión nacional”.
El “Día de la Memoria” constituye, en primer lugar, una tergiversación histórica y política del 24 de marzo, porque se trata de una estatización, con feriado, de la jornada de reivindicación de la lucha contra la dictadura militar, y de quienes lucharon contra ella. El golpe del 76 fue un acto criminal del Estado apoyado por todas las fuerzas políticas tradicionales que están presentes hoy en el escenario nacional. Fue apoyado por todas las centrales empresarias, por el poder judicial y la Corte Suprema, por el Episcopado y por la mayoría de la burocracia sindical. El golpe fue precedido por dos años de terror paraestatal del peronismo, ejecutado por diversos ‘grupos de tareas’, entre ellos la triple A. Al convertirlo en jornada oficial, el kirchnerismo ha producido un acto de indulto a este Estado criminal. Hasta el día de hoy, los gobiernos de la democracia no han dado a conocer por completo los archivos de la dictadura, las conexiones con el poder económico, ni los nexos internacionales. Más allá de Argentina, este ocultamiento tiene el propósito de preservar a las fuerzas armadas de Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay y, por, sobre todo, Brasil.
Declarar al 24 de marzo jornada de la Memoria, desvinculada del “momento político actual”, implica establecer una discontinuidad estatal entre el régimen militar y el subsiguiente régimen democrático. Este último, sin embargo, se ha encargado de dictar absoluciones por obediencia debida, indultos y dilación de los procesos judiciales. La continuidad aparece flagrante en cuanto al pago de la deuda externa, las políticas de ajuste, los compromisos internacionales, la legislación vigente. Para que la Memoria tenga contenido es necesario traducirla al momento histórico presente de pobreza, destitución social, entrega económica, violencia policial y gatillo fácil.
En estos términos, la conmemoración del 24 de marzo es incompatible con la “unidad nacional” – es, por el contrario, una jornada de diferenciación política. Desde el inicio ha sido una fecha de confrontación política entre un indiferenciado campo de la izquierda, por un lado, y las diversas corrientes del radicalismo y del peronismo que poblaron estas décadas, por el otro. Es lo que volverá a ocurrir este año.
Nuestra corriente política reivindicará, en el marco de una convocatoria del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, la ruptura con el FMI y el repudio a la usuraria deuda pública. Pondrá el centro en la lucha contra la guerra desatada por la Otan, el bloque del imperialismo mundial tutelado por Estados Unidos, y por la invasión de Rusia, que responde a los intereses de la oligarquía restauracionista. Planteamos así mismo el impulso a las autoconvocatorias de trabajadores en lucha y por la huelga general. Convocamos a la lucha contra la política hambreadora del gobierno, no a que se sume a nuestras reivindicaciones y a la movilización independiente de partidos y organizaciones.
La denuncia contra el propósito de la Cámpora de usar el 24 de marzo como jornada contra la proscripción de Cristina Fernández, es completamente distraccioncita e incluso un recurso proselitista para la campaña electoral en marcha. Encierra el peligro de una Unión Democrática con el macrismo en apoyo a las condenas judiciales contra CFK, en momentos en que el macrismo se encuentra acosado por evidencias contundentes de complicidad judicial. La pelea acerca de la proscripción de Cristina Kirchner, por otro lado, es insustancial. Perón mismo, que estuvo efectivamente proscripto durante 18 años, podía haberla quebrado con una lucha resuelta contra ella, que nunca ocurrió. Fidel Castro, por el contrario, le dio pelea desde la Sierra Maestra, en un retorno clandestino a Cuba. La denuncia fundamental contra CFK es que gobierna bajo la batuta del FMI, para beneficio de los fondos financieros, con enorme perjuicio para los trabajadores.
Jorge Altamira
22/02/2023
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