Según el Indec, el 52,9% de los menores de 17 años está bajo la línea de pobreza.
La distancia entre los ingresos populares y el costo de vida es cada vez más grande, obra de todos los políticos capitalistas que se alternaron en el poder, gobernando para una clase social minoritaria en perjuicio de las mayorías. Una orientación política responsable de que 6,8 millones de niñxs y jóvenes en Argentina vivan en hogares bajo la línea de pobreza y sean mayoría dentro de la población más pobre.
Los datos se desprenden de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, correspondiente al tercer trimestre 2022. El informe arroja que el 52,9% de lxs menores de 17 años pertenece a núcleos familiares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir la Canasta Básica Total (CBT), monto que delinea el umbral de la pobreza. El porcentaje asciende a un dramático 74,6% en Chaco, al 69,9% en Formosa y al 64,4% en San Luis, evidenciando la corresponsabilidad de los gobernadores -de uno u otro color político- en edificar esta catástrofe. A su vez, lxs niñxs y adolescentes componen el 37% -más de un tercio- de la población pobre del país.
Que los pibes hoy sean los más pobres entre los pobres muestra de manera contundente el fracaso de un régimen en su totalidad. Tanto peronistas, como macristas y radicales son artífices de esta realidad aciaga, por haber gobernado para los poderosos a costa de los trabajadores, atacando el salario, los puestos de trabajo y las condiciones laborales. En la actualidad, ambos bloques están comprometidos en honrar el acuerdo con el Fondo Monetario, sacrificando en ese altar los derechos de las infancias y el conjunto de las necesidades sociales.
Finalmente, mientras la línea de pobreza se ubica en $163.539, el ingreso medio de la población llega apenas a $80.000, como resultado de las paritarias que cierran a la baja y el crecimiento del trabajo precario, bajo la anuencia gubernamental. Lo anterior explica que 5 de cada 10 niñxs y jóvenes habiten hogares donde lxs adultxs no ganan los suficiente como para costear los bienes y servicios incluidos en la canasta básica. Ningún gobierno puede jactarse de promover derechos para la niñez, cuando son los encargados de empobrecer a las familias trabajadoras que llevan adelante esas crianzas.
A esto hay que añadirle las consecuencias del ajuste fondomonetarista. Sin ir más lejos, la caída real del presupuesto destinado al pago de la Asignación Universal por Hijo, sumado a la disparada del precio de los alimentos, condujo a que dicha prestación solo llegue a cubrir hoy en día el 60% de las necesidades calóricas de unx niñx, según la consultora Ecolatina. El gobierno que destruye los ingresos populares es el mismo que recorta la asistencia social en pos de complacer al FMI, como se ve también en las 100.000 bajas del Potenciar Trabajo. A fin de cuentas, el peronismo que prometía la heladera llena y la vuelta del asado, hoy es sinónimo de hambre para familias enteras que no tienen otro remedio que acudir a los comedores barriales para alimentar a sus hijxs.
Sabemos que unx niñx alcanzado por la pobreza padece un sinfín de vulneraciones. La falta de ingresos crea niñeces condenadas a saltearse una comida diaria, a salir a hacer changas, a cargar con el cuidado de hermanxs menores mientras lxs mapadres trabajan -ante la falta de dispositivos estatales-, a entrar tempranamente en contacto con la marginalidad que supone patear la calle solx a tan corta edad, a no tener juguetes, a lidiar con la falta de acceso a servicios esenciales y la crisis habitacional. Son quienes en invierno deben elegir entre pasar frío o calefaccionarse con métodos inseguros a riesgo de sufrir accidentes. Son aquellos que en verano se quedan sin presión de agua para consumo personal o para llenar la pelopincho y sobrellevar el calor.
La juventud pobre también es flanco de ataque de las redes de trata y narcotráfico que inundan las barriadas del territorio nacional en connivencia con la policía. La misma policía que dispara contra esos jóvenes cuando se niegan a robar para ella o cuando los tildan de “pibes chorros” por el simple hecho de llevar puesta una visera. Matan para regimentar, sabiendo que la impunidad estatal es la norma en los casos de gatillo fácil.
A su turno, si unx niñx no tiene resueltas sus necesidades materiales difícilmente pueda transitar trayectorias escolares satisfactorias. Sin embargo, tanto el oficialismo como la oposición patronal, que han empobrecido a les estudiantes y desfinanciado la educación pública, se empeñan en responsabilizar a los docentes de la crisis educativa, con el objetivo de atacar sus condiciones laborales y devaluar los contenidos curriculares, orientándolos a las necesidades del mercado.
La lista de riesgos y privaciones a los que están expuestxs lxs niñxs y adolescentes pobres es interminable. En ese sentido, si tomamos la situación de las infancias y la juventud como variable para evaluar a un gobierno, podemos afirmar que, con más de la mitad de esa población sumergida en la pobreza, el fracaso de todas las gestiones presidenciales de las últimas décadas es categórico. Ahora bien, debemos denunciar a los falsos libertarios, que se apoyan en ese argumento para postularse como alternativa, pero ofreciendo un programa reaccionario que no hará más que profundizar esta barbarie, ya que incluye la anulación de los derechos laborales, la privatización de la educación y hasta la legalización de la venta de niñxs que propone Milei.
Solo mediante la lucha y la organización, de forma independiente a los políticos capitalistas, podemos conquistar un futuro mejor para nuestrxs pibes, en el cual dejemos de criar rodeadxs de carencias, condición necesaria para habilitar infancias plenas y mapaternidades deseables.
Sofía Hart
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