Cuando cerrábamos nuestro panorama semanal, el ministro de Economía Martín Guzmán presentaba su renuncia dando cuenta del fracaso de toda la coalición de gobierno. La crisis ha pegado un salto y se preparan medidas que afectarán aun más la grave situación que viven la mayoría de las familias de trabajadores. El anuncio eclipsó las repercusiones del nuevo capítulo de enfrentamiento entre Alberto Fernández y la vice Cristina Kirchner, ambos encabezando en los últimos días cada cual un acto político distinto en que polemizaron entre sí. El primero, junto a la CGT, y la segunda, junto a intendentes bonaerenses, en Ensenada. Para mayor zozobra, en el mismo momento que la vice defenestraba al presidente en su intervención en la localidad bonaerense, Guzmán renunciaba por tuit.
La actividad en la central obrera en la que habló el presidente estuvo a punto de suspenderse, con una burocracia sindical que duda en seguir alineada con Alberto Fernández ante la envergadura de la crisis económica y social. Al final, el encuentro se sostuvo. “Si cancelábamos, el Presidente podía volar por los aires la semana que viene. No le vamos a quitar el poco respaldo que tiene”, le explicó a La Nación (30/6) un dirigente de la central no identificado.
En estas condiciones de deterioro de la gestión presidencial, Cristina se desmarca y busca encolumnar detrás de su figura a gobernadores, intendentes y más en general al peronismo. Dedicó buena parte de su intervención en el acto por el 48 aniversario de la muerte de Perón a fustigar implícitamente al presidente, aunque también defendió su reunión con el economista de derecha Carlos Melconian y anticipó que “me voy a reunir con quien me tenga que reunir”. Volvió a atacar al movimiento piquetero, en línea con su último discurso en que planteó transferir los planes sociales al aparato de gobernadores e intendentes. Como alternativa a los planes no planteó el trabajo genuino sino “reasignar inteligentemente los recursos” (léase, reparto de la miseria) y “empezar a discutir” (sic) un ingreso universal básico, que si uno se guía por el proyecto que hay en el parlamento, estaría incluso por debajo de los ya magros montos de los planes sociales. El colmo de la hipocresía es que sus críticas a las organizaciones sociales las haga rodeada del más aceitado aparato de punteros de la Argentina, que es el de los intendentes del Conurbano.
Algunos kirchneristas hablan de un “operativo clamor”, aunque pensando en 2023 (hubo cánticos en Ensenada postulándola como presidenta), no en un golpe de palacio. Frente al descalabro económico, la vice se ofrece como garantía de salvataje del régimen.
Para 2023 falta mucho y en el medio puede haber desde remodelaciones de gabinete que licúen la autoridad de Alberto -habrá que ver quién es su reemplazante- hasta un adelantamiento de las elecciones, si la situación se agrava, como lo señala Néstor Pitrola en el editorial de Prensa Obrera del jueves.
La marcha de la crisis se ha visto esta semana en el endurecimiento del cepo a las importaciones y la difusión de algunos datos estadísticos. La inflación no da tregua y golpea el poder adquisitivo de los trabajadores. Según el Indec, el índice general de salarios aumentó un 20,6% en el primer cuatrimestre del año, frente a un 23% de aumento de precios. El deterioro abarca a privados, estatales y -sobre todo- a informales y precarizados. El organismo señalado afirma también que el 60% de la población asalariada tiene un ingreso promedio de 64.755 pesos, contra una canasta básica total de 89.690 pesos.
En medio de esta situación, el FMI reclama ajustar salarios y jubilaciones para cumplir con las metas del pacto. Como parte de las políticas de reducción del déficit fiscal, el gobierno se comprometió ya a una fuerte poda en la obra pública, que pasará de representar el 2,2% al 1,8% del PBI.
El ataque a las condiciones de vida de las masas plantea la necesidad de un paro nacional y un plan de lucha. La burocracia de las centrales obreras, sin embargo, sigue actuando “como una dependencia oficial más”, como bien lo define Marcelo Mache en su artículo sobre los cortocircuitos del acto del viernes. Hay que echar a la burocracia de los sindicatos.
Mientras estos dirigentes se sumergen en las disputas intestinas de arriba, el Sutna (sindicato del neumático) prepara un nuevo paro, de carácter activo, para el lunes 4 de julio, por un aumento por encima de la inflación y el pago de las horas habituales del fin de semana al 200%. Las autoconvocatorias docentes de La Rioja, San Juan, y la docencia universitaria nucleada en la Conadu Histórica también dan batalla por el salario.
Contra el pacto con el FMI -que respaldan tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio y los “liberfachos”- y por el triunfo de todas las luchas, el Frente de Izquierda – Unidad se movilizará el sábado 9 de julio.
Construyamos una salida política de los trabajadores a la crisis.
Gustavo Montenegro
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