Jornada de protesta de la Mesa de Enlace
La Mesa de Enlace llevó adelante una “Jornada Federal de Demandas”, que contó con movilizaciones en distintos puntos del país, acompañada de un cese de comercialización de granos y ganado. Los reclamos del capital agrario van desde el abastecimiento de gasoil y la desregulación a las exportaciones de carne, trigo y maíz, hasta la suba del dólar oficial y la quita de retenciones.
Mientras encarecen los alimentos, “el campo” no tiene ningún empacho en desplegar todas sus demandas patronales, reforzando inclusive la presión devaluatoria que mantiene en vilo al Banco Central. A la par que pugna por un salto en el tipo de cambio que terminará de pulverizar el bolsillo popular, está al frente de la evasión impositiva y la fuga de divisas del país. Sin ir más lejos, entre 2021 y los primeros seis meses de 2022 la Afip registró 1.400 casos de “manipulación en los precios a los que facturaron transacciones comerciales y financieras entre firmas de un mismo grupo económico transnacional” (Página 12, 10/7), en su mayoría vinculados a las exportaciones de granos.
El jefe de Gabinete, Juan Manzur, tildó la protesta de inconducente ya que el agro “siempre tiene las puertas abiertas para el diálogo”. El trato complaciente del gobierno hacia los terratenientes y los pulpos agroexportadores contrasta con la intransigencia oficial cuando son los trabajadores y el movimientos piquetero quienes se movilizan, convirtiéndose en flanco de ataques por parte de todo el arco político patronal. Esta doble vara se ve con claridad en las declaraciones de Silvina Batakis, donde defiende el “equilibrio fiscal” solo para ajustar el gasto público mientras niega rotundamente la posibilidad de subir las retenciones a los granos. A su vez, el sector también integra los regímenes cambiarios especiales que otorgó el oficialismo y es beneficiario de la reciente flexibilización del cepo para importar fertilizantes.
Mención aparte merecen las maniobras impulsadas por los productores sojeros, quienes, a pesar de haberse beneficiado enormemente por los altos precios internacionales, se encuentran a la cabeza del acopio de granos a la espera de una devaluación. Recordemos que en el acumulado de los primeros meses del año se exportaron porotos de soja y subproductos por casi USD 20 mil millones, constituyendo una cifra récord. Sin embargo, hasta el mes de junio, en la campaña 2021/2022 se habían comercializado 4,16 millones de toneladas menos que en la campaña anterior, lo cual es un retraso del 18%, y, medido en dólares, una diferencia de USD 2.800 millones.
Como vemos, estos capitalistas atentan contra las reservas por dos vías: subfacturando y triangulando exportaciones, por un lado, y disminuyendo sus ventas al exterior, y, por consiguiente, la liquidación de divisas, por otro. Las multinacionales granarias son agentes del saqueo nacional, y para ello se encuentran respaldados en el dominio que ostentan sobre el comercio exterior de Argentina.
Además de la retención de granos de soja como reserva de valor y la especulación de los productores con la brecha cambiaria, la huelga de inversiones es evidente. Para empezar, hay una caída del 8,5% en las cantidades cosechadas de un año a otro: en la campaña 2021/2022 se cosecharon 43,3 millones de toneladas de soja, a diferencia de las 47 millones de la campaña pasada. Por otra parte, el rendimiento por hectárea de esta campaña es el tercero más bajo de los últimos cinco años. A su turno, desde la campaña 2014-2015 existe una tendencia decreciente de la producción de soja, y también del área sembrada desde la campaña 2015-2016. En ese sentido, el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) señaló que el complejo sojero está estancado hace diez años y que esa ausencia de inversiones le costaron al país aproximadamente USD 43.500 millones -casi la totalidad de la deuda con el FMI.
En consecuencia, la molienda de soja también se encuentra en retroceso: en mayo fue de 4,1 millones de toneladas con una capacidad instalada en utilización del 70%, pasando a 3,8 millones de toneladas y 65% respectivamente. Lo anterior lleva a una primarización de las exportaciones de la oleaginosa, generando así, menos valor agregado en la economía nacional. Con todo, queda claro que si caen los precios internacionales de la soja se desplomaría el ingreso de dólares por esa vía.
El acuerdo con el FMI y sus metas de acumulación de reservas le impiden al gobierno combatir el saqueo del capital agrario. Al mismo tiempo, las patronales del campo que apoyaban el pacto con el Fondo, ahora no lo quieren pagar dado que entra en choque con la quita de retenciones que reclaman. Es necesario que los trabajadores irrumpamos en la situación política con nuestros propios reclamos mediante el paro nacional y el plan de lucha.
Sofía Hart
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