El fútbol muchas veces tiene sus “espejismos” y, en el contexto social, muchas veces buenas producciones deportivas o algunas comisiones directivas que acentúan el carácter social de los clubes en desmedro de los negocios, o simplemente una alternancia institucional rigurosa, presentan un cuadro de “normalidad” institucional aun en medio de una crisis económica que afecta profundamente la vida de los clubes. Pero no es el caso de Independiente. El Rojo se ha quedado sin técnico y sin manager; los candidatos de “paja” de la lista oficialista se han bajado de sus candidaturas. Hugo Moyano, su presidente, se ha tornado impresentable en una próxima elección. El equipo navega entre los últimos puestos de la tabla y atraviesa una crisis institucional, económica y deportiva similar a la que lo llevó al descenso en el 2013. Tiene varios juicios iniciados por ex jugadores y la justicia le ha librado un embargo preventivo sobre los derechos televisivos del club. Independiente no está ni siquiera en condiciones legales de comprar jugadores y no acierta en cómo pagar las deudas de los que cuenta.
Los sufridos socios de Independiente vienen atravesando varias crisis institucionales. Mediante movilizaciones, se sacaron de encima a Comparada, un presidente que dejó una hipoteca financiera que aún no podido ser superada; los socios votaron y surgió una experiencia “sui generis” en la Argentina, que fue la del Independiente “místico” de Cantero. Un hombre sin estructuras políticas ni económicas que lo respaldaran y que rápidamente fue devorado por los negocios del fútbol .La “experiencia” democrática fue muy corta y mostró una enorme fragilidad. A Cantero, a través de la propia “barra”, le armaron una crisis institucional que primero desmembró su grupo inicial y terminó con una renuncia que dejó libre el paso a algo que resultó mucho peor – el arribo de los Moyano.
Los Moyano, como no podía ser de otra manera, manejaron los destinos de Independiente con los mismos métodos con los que manejan el sindicato de Camioneros. Se acabó la democracia: ahora, la barra y la patota son ellos mismos; se oscurecieron los balances y no hubo lugar a ninguna oposición. Primaron las intenciones de siempre de la burocracia sindical de perpetuarse en sus cargos.
Los Moyano, dirigiendo Independiente, repitieron paso a paso la experiencia que en su momento vivió Newells Old Boys bajo la presidencia de López, otro presidente que también se adueñó de la “barra” y terminó hipotecando al club por muchos años. También promovió una dilación interminable de las elecciones en el intento de perpetuarse en el poder y con la intervención de la justicia frente al reclamo de los hinchas.
El ciclo de Moyano se está cerrando con el método de que el último “apague la luz”. Reconstruir las finanzas de Independiente será un largo camino a recorrer. Las inevitables elecciones van a dar lugar al ascenso de Fabián Doman, alguien que no tiene experiencia en el mundo de la dirección del fútbol, que no tiene nada de “místico” y que forma parte de la “grieta” porque cuenta con el apoyo indisimulado de importantes personeros de una oposición que se sirve de los clubes como plataforma de lanzamientos políticos. Macri es el ejemplo vivo de este fenómeno.
El diablo vive su propio “infierno”. Los enfrentamientos de los hinchas con la dirección de Independiente son enteramente justos y no deben ser encuadrados simplemente en un hecho policial. Sus movilizaciones son parte de esa lucha que es difícil de concretar, pero que habita en miles d e los que aman el futbol y luchan por establecer una democratización de la vida de los clubes Algo tan simple, pero a la vez tan difícil de concretar en medio de una enorme vorágine de intereses económicos y políticos que rodean este deporte.
No es mucho, pero adelante con las movilizaciones. Expulsar a los Moyano es una victoria que va más allá del futbol.
Juan Ferro
28/07/2022
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