viernes, 12 de septiembre de 2014

“Seré millones”, la militancia y el compromiso en los setenta



La película que recrea cómo un grupo de militantes del ERP planeó y concretó el robo al BANADE en 1972 se estrena hoy en el cine Gaumont. Marcha dialogó con uno de sus directores, Omar Neri, sobre este film que vincula pasado con presente de sus protagonistas.

La historia es real. En enero de 1972, la dictadura del General Lanusse fue burlada por un grupo de militantes revolucionarios del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), quienes organizaron la ocupación del Banco Nacional de Desarrollo y la expropiación de 450 millones de pesos destinados a financiar acciones de ese movimiento. Cuarenta años después, los cineastas Omar Neri, Mónica Simoncini y Fernando Krichmar decidieron llevar esa historia a la pantalla grande en “Seré millones”, largometraje producido por Mascaró Cine Americano y Grupo de Cine Insurgente y contado por sus protagonistas originales, quienes interactúan con jóvenes actores. El resultado es una mezcla entre pasado y presente que refleja a la militancia de los setenta y una afirmación que sigue intacta: “Cuando eran jóvenes robaron un banco. Hoy lo volverían a hacer”.
“Seré millones” es además el resultado de diez años de investigación, de entrevistas a integrantes del ERP y del PRT; es el resultado de algo que fue creciendo con los años y que finalmente se puso frente a cámara en 2010, cuando sus directores comenzaron el rodaje, que contó con la presencia de Oscar Serrano y Ángel Abus, hombres militantes del ERP y trabajadores del BANADE, ejecutores de la expropiación del dinero.
Omar Neri dialogó con Marcha sobre esta historia, sus protagonistas y el proceso de realización de la película que conjuga pasado con presente para dar un mensaje a las nuevas generaciones militantes.
-¿Qué detalles surgieron a partir de la investigación que hayan sido particularmente llamativos?
-Nos pasó que la investigación se extendió casi hasta el final del rodaje, lo que nos permitió contar con nuevas líneas dramáticas. Algo muy interesante fue haber encontrado la causa, que después de cuarenta años apareció en un juzgado y tuvimos el acceso a ella. Esto pasó casi al final del rodaje, entonces decidimos extenderlo un día más y aprovechar todo el material que, si bien de no estar no hubiese cambiado mucho la historia, nos pareció importante porque reflejaba cómo eran vistos el Turco y Oscar desde la perspectiva judicial y los medios de comunicación, por ejemplo. Nos encontramos con un mundo prácticamente congelado desde el 72.
-¿Y qué sensaciones le generó esto?
-Repasar esos cuatro cuerpos que conforman la causa fue como abrir una caja del tiempo. La experiencia nos abrió una nueva perspectiva que, si bien no quedó plasmada del todo en la película, para nosotros fue un cierre de todo el laburo que veníamos haciendo desde hacía años. También fue una ventaja contar con el Cine de la Base, que era el brazo cinematográfico de contra información del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Dentro de ese material hay un informe que se llamó Informe Banade, en donde hay una filmación del Turco y Oscar en la casa clandestina en la que se refugiaron al salir del banco. Nos encontramos con muchas cosas. Por un lado, teníamos este material; por otro, el contraste de lo que informaban los noticieros, que estaban cerca de la dictadura. Teníamos también la causa y la visión de los compañeros. El material era mucho y nos dio la impresión de que la película iba a ser interesante por la historia en sí y por la forma en que nos planteamos que queríamos contarla.
-Una de las particularidades está en que Oscar Serrano y Ángel Abus fueron quienes protagonizaron el robo y son quienes cuentan la historia en “Seré millones”. ¿Esto fue algo planteado desde un principio?
-Haberlos encontrado a ellos fue fundamental para arrancar. Siempre fue nuestra propuesta que participaran y ellos aceptaron de inmediato. Lo aceptaron porque creen que de tener que elegir nuevamente, lo volverían a hacer. Ellos están muy seguros de lo que hicieron.
-¿Cuál es el rol que cumplen en la película?
-Ellos dirigen la acción de la película que se supone que se está rodando, dirigen a los actores que los representan a ellos mismos. Ese es el juego: en un principio los actores no saben quiénes les están haciendo la prueba, no saben que son los mismos militantes que protagonizaron el hecho. A partir de esa acción nosotros registramos cómo se da la interacción entre esas dos generaciones: la de actores despolitizaos o sin una formación política y la de los militantes.
-Sin lugar a dudas, la película deja un mensaje a la juventud militante de la actualidad, ¿cómo funciona desde ese punto de vista?
-Nosotros esperamos que los nuevos movimientos se sientan identificados, que sientan esa cercanía con la historia. Por ese motivo decidimos que los actores reales estén dentro de la película, interactuando con jóvenes. Venimos viendo en muchas actividades que compartimos con la juventud militante que esto es algo que va creciendo y que además fue cambiando la mirada hacia ellos, hace diez años atrás nos miraban con malos ojos. Nos trataban de terroristas o asesinos, creían que nos habíamos equivocado o fracasado. Desde hace un tiempo esto se piensa de otra manera, los jóvenes retomaron todo esto que pasaba y lo llevan como una bandera porque saben que la historia no empezó ayer.
Esta historia en particular fue una mojada de oreja muy grande a la dictadura, más allá de la guita que se llevaron, estaban a cincuenta metros de la Casa Rosada, frente a la SIDE. Fue una acción muy limpia y es difícil mostrar una acción que tenga todas estas características, con dos personajes tan entrañables como ellos.
-A la película se le agregó una cuota de humor que no figura en la historia que sucedió en 1972, ¿en qué se basó la decisión de hacerlo de esa manera?
-Tiene que ver con que nosotros quisimos desacartonar la mirada del público sobre los setenta. Hay muchas películas que presentan la cuestión más dolorosa, la de las desapariciones, muchas muertes. Y nos pareció que había que resaltar otras cuestiones que no fueron inventadas por nosotros sino que eran cosas que nos transmitían los mismos militantes, el hecho de que se militaba con amor, con humor, con alegría y esperanza.
También lo pensamos así porque tanto Oscar como el Tano son muy graciosos. Ellos se conocen desde hace más de cuarenta años, empezaron a militar juntos, entonces se ve un código muy gracioso entre ellos, que tienen dos tipos de humor muy distintos, enfrentados. Empiezan discutiendo sobre cosas muy chiquitas y terminan discutiendo por cosas más importantes, sobre distintas visiones sobre este hecho en el que estuvieron juntos. Es gracioso también en ese sentido, el de verlos como dos amigos que recuerdan lo que hicieron cuarenta años atrás. Más allá del carácter político de la película, nosotros trabajamos mucho con este factor, la emoción. Tratamos que el espectador se lleve todas las impresiones.

Laura Cabrera

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