domingo, 14 de septiembre de 2014
Gobierno encanutado
La crisis automotriz ha dejado ya un tendal de 15.000 trabajadores suspendidos. Las terminales condicionan la producción a que el gobierno les libere los pagos de importaciones a sus propias casas matrices, con las cuales han acumulado deudas. Ocurre que el gobierno ‘encanuta’ los dólares porque no le alcanzan para pagar la deuda externa. Al final, el ‘modelo productivo’ es un mecanismo enorme de formación de deuda en divisas, debido a un balance comercial negativo y fuertes pagos de dividendos.
Encanutados
La crisis automotriz fue explicada por el burócrata patotero del Smata, Pignanelli. En un reportaje a Clarín (7/9), justificó a las empresas, (que) “no quieren que crezca la producción local porque la tienen que vender en moneda nacional”, mientras “cubr(en) sus operaciones financieras en dólares”. Las terminales no entregan vehículos a las concesionarias por la expectativa de una nueva devaluación; fabrican a precios actuales para vender cuando los suba la devaluación. Por los mismos motivos, los sojeros se han sentado sobre sus silobolsas, reduciendo drásticamente sus liquidaciones de divisas. En enero pasado, cuando la demanda era todavía alta, las automotrices formaron grandes inventarios con una expectativa puramente especulativa. Las grandes patronales vuelve a impulsar una megadevaluación.
La ley de abastecimiento es una medida preventiva frente al hiperaumento de precios que desataría una devaluación de proporciones. La pelea mediática que ha desatado esta ley tiene que ver, precisamente, con la inminencia de la desvalorización oficial del peso. Pero se trata de papel mojado. Es que, como en otras circunstancias, el gobierno enfrenta el boicot de las automotrices con amenazas seguidas de concesiones: así, la continuación del plan Procreauto será optativa para las terminales y tendrá como contrapartida las “actualizaciones de precios en los modelos incluidos en el plan” (Cronista, 9/3). Al final, el gobierno ha quedado ‘encanutado’ por los ‘encanutadores’.
Marcelo Ramal
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