En el diario Pagina 12 del domingo 31 de agosto, el periodista Horacio Verbitsky realiza una denuncia sobre el avance de la política represiva. Referido al caso de el coronel (R) Roberto Angel Galeano (infiltrado de Gendarmería entre los manifestantes de Lear), Verbitsky concluye que de la mano de Sergio Berni se paso “del control político al control de las fuerzas de seguridad por un militar, una parábola completa”.
Ciertamente Verbitsky tiene razón al describir el cambio de la política oficial con respecto a la represión de la protesta social y el auge del discurso manodurista entre los políticos patronales. Sin embargo, olvida mencionar que durante la gestión de Néstor y Cristina Kirchner, mediante el “control político” de las fuerzas de seguridad, se mantuvieron procesados cerca de 2500 luchadores populares, desapareció Jorge Julio López, se sucedieron represiones sangrientas en Formosa, Jujuy y el Parque Indoamericano y fueron condenados los petroleros de Las Heras sin prueba alguna que los vincule al delito que se les imputa.
Verbitsky fue y es un impulsor activo de la llamada política de la Seguridad Democrática la cual fracaso rotundamente porque su finalidad fue la de reformar fuerzas de seguridad heredadas de la dictadura genocida y que constituyen verdaderas mafias que manejan el gran delito en complicidad con el poder político y económico. En última instancia el discurso sobre el control civil de la seguridad, lejos de democratizar a las fuerzas represivas, permitió encubrir la continuidad de los elementos mafiosos-represivos que el kirchnerismo nunca cuestiono y fue impotente frente al avance de una derecha manodurista que se fue imponiendo en el discurso publico y que termino siendo asumido como propio por el oficialismo en su afán de mostrarse políticamente correctos frente a las exigencias de las patronales. Las designaciones de Berni y Milani no son un error puntual del kirchnerismo sino la decisión de poner el aparato represivo del Estado al servicio del endurecimiento de la represión interna en tiempos de crisis.
La “parábola completa” del kirchnerismo (y mucho más patente en su ala progresista y democrática) es que lejos de haber puesto un freno a la derecha y cambiado la doctrina represiva del Estado, permitió que la misma cobrara fuerza nuevamente y terminaran siendo devorados por una política que decían querer enfrentar. La cooptación de los movimientos de derechos humanos los termino vaciando como movimientos democráticos y los transformo en apéndices de la política estatal siendo incapaces de enfrentar este giro represivo.
Desde un punto de vista socialista cualquier intento de democratización de las fuerzas represivas esta destinado al fracaso ya que las mismas no son neutrales frente al conflicto de clases y están al servicio de mantener el orden político y social impuesto por las clases dominantes.
Blog Los lunes al sol
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