miércoles, 22 de agosto de 2012
A 40 años de la masacre de Trelew
Los sueños de los fusilados siguen vivos
El proceso revolucionario abierto a fines de la década del ´60 no se cerraría hasta el golpe militar de 1976, pero la dura represión se sufrió desde el principio. La dictadura militar de Lanusse intentó segarlo con la detención y confinamiento de algunos de los dirigentes sociales, políticos y sindicales más conocidos. El 22 de agosto de 1972 fueron asesinados 16 militantes revolucionarios en la base aeronaval Zar de Trelew, pero con eso no hizo más que firmar su retirada.
En el penal de Rawson (provincia de Chubut) se hallaban detenidos destacados dirigentes sindicales (como Agustín Tosco), referentes de las agrupaciones de izquierda y los principales líderes de las organizaciones guerrilleras (Montoneros, ERP, FAR...). Compartían el lugar con decenas de militantes sindicales, políticos y presos comunes. Pese a las duras condiciones de detención, establecen una sólida disciplina interna que incluía escuelas de formación, ejercicios físicos y hasta actividades recreativas, como peñas folklóricas.
En esas reuniones discuten fervorosamente las distintas posiciones políticas y las tácticas para luchar contra la dictadura y por el socialismo. A las diferencias entre los grupos que se reivindican peronistas o marxistas, se superponen otros debates importantes: la necesidad de unidad entre organizaciones y la relación entre estas y los movimientos de masas.
Si para Tosco la liberación de los presos sociales y políticos debía ser parte -alimento y consecuencia- de la lucha de masas contra la dictadura, las organizaciones armadas tendían a sustituir ese accionar de masas, y por lo tanto priorizaban la libertad de sus militantes, para protagonizar el combate. En consecuencia proponen distintos planes de fuga a los que Tosco se niega a sumarse, aunque acepta colaborar con su innegable ascendiente hacia todos los presos, incluidos los comunes. Se estableció así, tal vez, el primer frente único de las distintas organizaciones, pese a las diferencias políticas existentes.
Fracasada la construcción de un túnel, planean la toma del penal desde adentro, con la utilización de muy pocos elementos: un uniforme militar y un arma de fuego introducidos clandestinamente, a los que se sumaban facas y armas simuladas, fabricadas en prisión.
El gringo Tosco sería liberado pocos meses después por el alza del movimiento de masas que, elecciones mediante, lograría más adelante la libertad de todos los presos, en mayo de 1973.
La fuga
El nuevo plan de fuga avanza exitosamente y, el día 15 de agosto de 1972, los detenidos toman el penal. La idea era que se fugaran unos 120. Un primer grupo integrado por 6 de los principales dirigentes guerrilleros se evade en automóvil: Roberto Mario Santucho, Domingo Menna y Enrique Gorriarán Merlo (del ERP), Fernando Vaca Narvaja y Roberto Quieto (Montoneros) y Marcos Osatinsky (FAR). En el aeropuerto los esperan Víctor Fernández Palmeiro (del ERP, que moriría en abril de 1973 tratando de vengar los fusilamientos), Alejandro Ferreyra (ERP) y Ana Weissen (FAR) que habían secuestrado el avión comercial en que viajaban como pasajeros.
El siguiente grupo de fuga, integrado por 19 cuadros de las distintas organizaciones, encuentra graves inconvenientes debido a algunas desinteligencias en las comunicaciones con los camiones que debían transportarlos. Llegan muy demorados al aeropuerto mediante tres taxis, cuando el avión ya ha despegado, cumplido el plazo de espera. El restante centenar queda en el penal y cesa el motín.
El avión es dirigido a Chile, que se encuentra bajo gobierno socialista. El presidente Allende, pese a la presión diplomática internacional contra los que habían entrado ilegalmente a Chile en un avión secuestrado y también la de la derecha chilena que lo acusa de proteger al terrorismo, les permite continuar viaje a Cuba.
Es muy recordado el momento de la decisión: desoyendo los consejos de su gabinete (para que los devuelva a la Argentina), Salvador Allende se puso de pié y -dando un golpe de puño sobre la mesa- dijo con voz clara y determinación: “Así serán las cosas..., pero este es un gobierno socialista, ¡mierda! y no entregamos a ningún compañero… Esta misma noche se van para Cuba”.
La dictadura había sido burlada y puesta en vergüenza internacionalmente con la fuga de los principales dirigentes guerrilleros de la prisión de mayor seguridad del país. Entonces decidió un feroz castigo vengador.
Recaptura y fusilamiento
El grupo varado en el aeropuerto decide entregarse a los militares no sin antes dar una conferencia de prensa por televisión, donde aprovechan para hacer propaganda política contra la dictadura militar y a favor del socialismo. Luego son trasladados a la base aeronaval Almirante Zar en la vecina ciudad de Trelew, donde las condiciones de detención y aislamiento son aun peores que en Rawson.
Toda la zona de Rawson y Trelew fue ocupada por fuerzas del ejército y la marina, quienes patrullaban continuamente y hacían prácticamente imposible cualquier nuevo intento de fuga. La propia base aeronaval mantenía una numerosa dotación de tres mil efectivos de la Armada.
El día 22 de agosto, los 19 fueron ametrallados en el pasillo que separaba sus celdas de detención y luego rematados en el piso, por marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa, el mismo que los había conducido desde el aeropuerto a la base Zar.
12 murieron inmediaqtamente. Cuatro de los sobrevivientes fallecieron en la enfermería y solo tres quedaron vivos para contar los sucesos, luego de ser operados en Puerto Belgrano: Alberto Miguel Camps (desaparecido en 1977), María Antonia Berger (desaparecida en 1979) y Ricardo René Haidar (desaparecido en 1982).
Los 16 asesinados fueron: Alejandro Ulla, Alfredo Kohon, Ana María Villarreal de Santucho, Carlos Alberto del Rey, Carlos Astudillo, Clarisa Lea Place, Eduardo Capello, Humberto Suárez, Humberto Toschi, José Ricardo Mena, María Angélica Sabelli, Mariano Pujadas, Mario Emilio Delfino, Miguel Ángel Polti, Pedro Bonet y Susana Lesgart.
En los días siguientes hubo protestas en todo el país y atentados contra las FFAA. Se instaló una consigna muy recordada: ¨La sangre derramada no será negociada¨. El velatorio fue desalojado y se incrementaron las medidas represivas, pero la dictadura estaba herida de muerte y se convocó a elecciones para marzo de 1973.
Su lucha continúa
Mis manos son las que van
en otras manos, buscando,
Mi voz, la que va gritando,
mi sueño, el que sigue entero,
y sepan que sólo muero,
si ustedes van aflojando.
Porque el que murió peleando,
vive en cada compañero.
¨Milonga del fusilado¨ Carlos María Gutiérrez y José Luis Guerra
Recién este año se llevó a juicio a los ejecutores de este crimen, proceso que se prolonga durante este mes de agosto. Muchos consideran que esta masacre fue el hecho inaugural del terrorismo de estado, o sea, de la violación flagrante de sus propias leyes. La lucha por justicia, para este y otros casos de terrorismo de estado, sólo empieza a ser posible después del Argentinazo de 2001, que abrió una nueva época de alza revolucionaria de las masas.
En esta fecha recordamos la lucha de los compañeros asesinados, reclamamos justicia y reivindicamos su sueño, perfectamente realizable, de una sociedad mejor, sin explotación ni desigualdad, el socialismo.
Sergio González
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