viernes, 13 de mayo de 2011
Qom: la diferencia entre “apurarlos” y ser solidario
Un pequeño relato donde se intenta traer luz a sucesos recientes que involucran a los Qom de La Primavera y a miembros de La Cámpora.Por Gabriel Levinas
Por ANRed- E (redaccion@anred.org)
Durante días se ha discutido acerca de la conducta de La Cámpora en el acampe de la 9 de julio. Inclusive se llegó a ofender desde las altas esferas del gobierno a Nora Cortiñas, una mujer de honestidad absoluta y defensora incondicional de los Derechos Humanos en la Argentina.
Paso a relatar algunos hechos y conversaciones que, tal vez, pongan algo de claridad sobre esto.
No muchos están dispuestos a escuchar nada que les arruine su visión sobre las cosas y alegarán ocultas razones para justificar el origen de mis dichos. Otros podrán sacar conclusiones que les ayudarán a entender un poco más no solo este hecho sino tambien parte de lo que está pasando con esta perseverante lucha por sus vidas y dignidad que están llevando adelante Félix Díaz y el resto de los miembros de la comunidad Qom de La Primavera.
Cuando se me preguntó insistentemente quién mentía, Nora o los Qom, contesté una y otra vez que Nora decía la verdad y que Félix estaba usando la cautela para no arruinar la posibilidad de la reunión prometida para el lunes pasado (9 de mayo).
Casi dos semanas atrás, de manera alterada y agresiva, Andrés Larroque discutió en el acampe con Félix Díaz haciendo, de manera constante, ostentación del poder que, según él tenía, tanto para resolver como para hacerle pagar las consecuencias a Félix si no levantaban el acampe. A cambio estaban solo sus promesas de solución.
Naturalmente, Félix con su calma habitual, le pidió que lo ponga en línea con el ministro Fernández para saber si lo que le estaba diciendo tenía el respaldo del gobierno nacional. Larroque se negó. Por último, furioso porque Félix parecía no reconocer su poder, se retiró enojado y sin saludar.
Pocos días más tarde, en el mismo momento en que la Guardia de Infantería se disponía a reprimir el corte por orden de una fiscal de la Ciudad, en respuesta a una denuncia proveniente del Ministerio de Seguridad de la Nación, intervine personalmente y me reuní con Larroque en el bar de Hipólito Irigoyen y Bernardo de Irigoyen. Antes le avisé al comisario a cargo del operativo -quien estaba ya dispuesto a proceder con el desalojo- que iba a la reunión con un subsecretario de la Jefatura de Gabinete y que por favor esperara el resultado de la misma antes de actuar, pedido al que accedió.
Mientras tanto, Félix trataba de decidir con los miembros de la comunidad si se levantaba el corte temporariamente.
A partir de allí tuve varias conversaciones en la que se notaba claramente la presión, el apuro y el desconocimiento del arte de la negociación de Larroque y sus colaboradores, con quienes debo haber hablado durante dos días cerca de diez veces telefónicamente . Todas las llamadas de Larroque o sus colaboradores se hicieron desde el mismo celular.
Querían que se levantara el acampe inmediatamente a cambio de promesas y se enfurecían cuando se les respondía que eso no iba hacerse hasta no ver señales concretas y contundentes que demostraran una solución, por parte del gobierno, a alguno de los problemas que sufría la comunidad. El diálogo de sordos, en el que los objetivos de ambas partes eran tan distintos, no podía terminar en buen puerto.
El objetivo de los Qom, que lamentablemente no pude transmitir con suficiente claridad, era que el Estado cumpliera con su función de garantizar el acceso al agua, a la salud, la seguridad y la obtención de los DNI. Larroque quería negociar esos derechos a cambio del levantamiento previo del acampe.
Esta sola situación es, por demás, clara. El Estado Nacional -por boca de un subsecretario- negocia lo que no puede ni debe ser negociado: los derechos inalienables, indiscutibles de cualquier ciudadano: “Te doy los documentos, salud , agua y te cuido para que no te sigan matando si levantas las carpas de la 9 de julio, sino le digo a la Policía Federal que te desaloje y olvidate de nosotros” dice el Estado.
Por supuesto la negociación se hizo imposible. Mi preocupación era la penosa situación de 850 familias en Formosa, abandonadas a su suerte y la preocupación de Larroque era sacar a los indios de la 9 de julio.
Después vino finalmente la reunión en el Ministerio en la que Félix Díaz se comprometió únicamente a consultar con su gente si levantaban el acampe, cosa que decidieron hacer recién después de tener la reunión del lunes 9.
La noche anterior al desalojo, Félix recibió una llamada telefónica fuertemente amenazante de Larroque en la que le aseguró que si no levantaban el campamento no iba a haber reunión el lunes. Al recibir la llamada Félix cambió de cara, se le llenaron de lágrimas los ojos y se encerró en su carpa.
A la mañana siguiente, me llamaron Félix Díaz y Pablo Asijak para informarme que había llegado la Gendarmería con la orden del Ministerio de Seguridad de levantar el campamento inmediatamente y que le habían cortado el teléfono que le proveía el INADI.
Cabe acotar que el jueves anterior al sábado en que se levantó el campamento, el Coronel Mayor Zaracho -a quien le fuera encomendado, por el Ministerio de Seguridad, el traslado de los Qom a la Primavera- se acercó para evaluar el traslado acordado y en voz alta dijo que para hacer las cosas como corresponde, desarmar el acampe y ordenar las donaciones, se iba a necesitar hasta el lunes. Razones politicas desconocidas cambiaron esta evaluación por una apurada e inconclusa desaparición del campamento.
Volviendo al día sábado, el día de la partida. Poco después de la llegada de la Gendarmería un grupo de integrantes de La Cámpora se hizo presente en el lugar con la supuesta tarea de supervisar el levantamiento del campamento y la partida a Formosa de la mayoría de los Qom.
La decisión tomada en ese momento por los Qom fue no hacer ni decir nada que justificara lo que muchos querían; abortar la reunión del lunes. Y así fue que en silencio la mayoría rápidamente ayudo a levantar el campamento, meter las cosas en un pequeño camión y se fueron para La Primavera dejando una gran cantidad de paquetes que la ayuda solidaria de la gente de la ciudad les acercó voluntariamente.
Los miembros de La Cámpora, que jamás estuvieron durante los 5 meses del acampe,no les aportaron siquiera una botella de agua, estuvieron allí solamente para la salida de los Qom. En un momento se les pidió que abandonaran el campamento y se quedaron parados mirando desde la vereda de enfrente. Una posición simbólicamente más exacta .
Síntesis: llegaron con la Gendarmería y se fueron cuando la Gendarmería se fue. ¿Abrieron la boca? No, ¿le pegaron a alguno? Tampoco.
Las conclusiones las saca usted.
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