jueves, 31 de diciembre de 2009

La representación sindical en crisis

El cuestionamiento a la representatividad de los dirigentes sindicales fue uno de los debates más duros en relación al modelo de organización y a la dirección de las luchas protagonizadas por los trabajadores.
Los conflictos suscitados en la empresa alimenticia Kraft (ex Terrabusi) y en el subterráneo de la ciudad de Buenos Aires (empresa Metrovías, del grupo Roggio), cuestionaron duramente el papel de los dirigentes sindicales "tradicionales" y el de los sindicatos o centrales obreras que conducen. Al mismo tiempo, algunas conducciones sindicales responden a este fenómeno expulsando a delegados de base o peor aún, con enfrentamientos violentos, aumentando el desprestigio que hoy ostenta muchos de los dirigentes sindicales. A pesar de ello, se nota en muchas experiencias sindicales, el despunte de nuevos y jóvenes delegados o miembros de comisiones internas, que generan la esperanza de un cambio en las burocráticas estructuras sindicales tradicionales.

El "modelo"

El gobierno de la presidenta Cristina Fernández se ha pronunciado claramente a favor del llamado "modelo tradicional", nacido en 1945 con el peronismo, basado en la organización sindical única por rama de producción y en una sola central obrera, con fuerte preeminencia del peronismo llamado "ortodoxo". Esa dirigencia tuvo una fuerte oposición en la década del '70 en las experiencias combativas, orientadas por dirigentes como Agustín Tosco o el peronista Atilio López, que llegó a ser vicegobernador de Córdoba y fue asesinado en 1974 por la Triple A.
En los ´80 fue Saúl Ubaldini, el de las "manos limpias y uñas cortas", el representante de ese modelo sindical, con una férrea oposición al gobierno de Raúl Alfonsín, a quien la CGT le hizo nada menos que 13 paros nacionales. Hoy, es Hugo Moyano el más genuino representante de ese modelo de sindicato, aunque también con oposición dentro de la CGT, personificada en personajes como Armando Cavalieri (mercantiles), Luis Barrionuevo (gastronómicos) y Andrés Rodríguez (UPCN).

Alternativas

Durante los 26 años de democracia que supimos conseguir ha habido múltiples intentos de construir poder sindical al margen del predominio del peronismo tradicional. La Central de Trabajadores Argentinos (CTA) nació con esa pretensión, intentando expresar el rechazo al modelo neoliberal que se estaba imponiendo en el país, con privatizaciones y desocupación, impulsada por un presidente que paradójicamente también era peronista: Carlos Menem. A la vez, la CTA denunciaba la complicidad de la dirigencia sindical de la CGT en el proceso privatizador, que dejaría el tendal de desocupados y que luego desembocaría en la crisis de 2001.
Esta central tuvo sus vaivenes y "furcios" políticos, como el apoyo de un sector de la CTA al gobierno de la Alianza, que fue rápidamente modificado por la resistencia, cuanto este gobierno mostró su cara represora a los pocos días de asumir, con el asesinato de dos piqueteros en el puente de Corrientes, en diciembre de 1999 y con la continuidad de las políticas de ajuste, que implicaron recortes salariales y de jubilaciones.

Sin delegados

Sin embargo, y aún con un evidente crecimiento en número de trabajadores y en influencia político-gremial por parte de la CTA, la CGT sigue teniendo el predominio de la representación sindical en los sectores privados, como las fábricas automotrices y metalúrgicas, la construcción, el petróleo, el comercio, etc. En la mayoría de esos gremios no existe la representación directa de los trabajadores y sólo el 12 por ciento de los centros de trabajo tiene delegados de base. En este último pequeño porcentaje, quienes llevan la delantera son las reparticiones estatales, pues en el sector privado, por presión de las patronales o de la propia burocracia sindical, la elección de delegados es prácticamente inexistente.
La irrupción en los últimos años, sobre todo en sectores económicamente dinámicos, como las automotrices o la construcción, de camadas de jóvenes trabajadores, también ejerce presión y así se ha logrado elegir delegados que en muchos casos no responden al modelo de sindicato que los agrupa.
En algunos gremios como el Smata cordobés, hubo expulsiones de delegados, como Hernán Puddu, quien se había negado a firmar el acta labrada en la Secretaría de Trabajo provincial, con la anuencia del sindicato, por la que se despidió a más de 150 trabajadores a fines de 2008 en la firma Iveco. A despecho de la crisis que invocó para justificar esos despidos, la misma empresa presentó hace dos meses un nuevo modelo de camión de su producción, con la presencia de la presidenta Cristina.

Cuestionamientos

Con estas prácticas más el manejo del aparato por parte de la burocracia, se hace muy difícil el recambio de los dirigentes tradicionales por otros más representativos y combativos. No obstante, es evidente que el modelo sindical representado por Hugo Moyano y los "gordos" está fuertemente cuestionado, no sólo por los propios trabajadores, sino también por la sociedad, que hoy reclama manejos más transparentes y democráticos de los gremios.
Claro que detrás del discurso a favor de a democratización de los sindicatos, se esconde muchas veces cierto "gorilismo" y prejuicios antiobreros, fomentados desde las patronales y los medios de comunicación, que curiosamente alientan y publican medidas de fuerza que cuestionan al gobierno nacional o a Moyano, pero jamás destinan una línea de sus diarios o un minuto de sus noticieros a informar sobre los reclamos de los trabajadores de prensa.

Unidad y democracia

Para quienes creemos que es necesario un sindicalismo que pelee de verdad por los derechos de los trabajadores y trabajadoras, la unidad es un valor importante, tanto en una central como en un solo sindicato por rama de producción. Pero la unidad no puede ser un valor superior a la democracia interna de cada organización sindical. Si no hay asambleas de base donde los trabajadores discutan y den la cara, si no hay delegados que defiendan y estén en contacto directo con los trabajadores, el proceso de burocratización y alejamiento de las necesidades de sus representados, deriva en conducciones como las que hoy repudian la mayoría de los trabajadores.
Si a eso le sumamos manejos espurios en las finanzas de los gremios, o negociados como el que tiene tras las rejas al dirigente bancario Juan José Zanola, se entiende por qué hoy está tan desprestigiada la dirigencia sindical y las razones por las cuales surgen corrientes democráticas y combativas.

Irina Santesteban (LA ARENA)

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