miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡Revolución, Sí; Golpe de Estado, No!


A la distancia de 50 años, recuerdos de una epopeya

Juan Nuiry

En las tinieblas de la noche, de aquel Primero de Enero de 1959 se gestaba la traición en la capital, con el marcado propósito de impedir el triunfo de la Revolución.
A cientos de kilómetros se libraba la maravillosa e increíble hazaña de la batalla de Santa Clara y más allá, en el Oriente, se preparaba el asalto final para la toma de Santiago.
El 31 de diciembre de 1958, el Comandante Fidel Castro, había pasado el día en la ciudad de Palma Soriano, plaza rendida el 27 de diciembre. Bien entrada la noche, se había dirigido al Central América, lugar en el que desde el día 19 de diciembre, radicaba la Comandancia del Ejército Rebelde.
Durante las primeras horas de la mañana del Primero de Enero de 1959, se desconocía lo que estaba ocurriendo en La Habana. Las compañeras del Pelotón Mariana Grajales, habían ido a saludar al Jefe de la Revolución por el año nuevo. Todo transcurría con normalidad en el lugar, algunos compañeros comentaban sobre los incidentes del combate de Maffo, cuya guarnición se había rendido finalmente ante la ofensiva rebelde. Con esa victoria, la provincia de Oriente estaba prácticamente en poder de la Revolución y su avance era arrollador.
Poco antes de las ocho de la mañana, llegaron algunas noticias preocupantes. Una emisora de radio extranjera había transmitido que el dictador Fulgencio Batista y familia, habían huido a Santo Domingo. Luego otra más preocupante. Una emisora nacional anunciaba "que en esos momentos iba a tener lugar en el Campamento Militar de Columbia una importante reunión a la que han sido convocados los periodistas". Otra, "que Radio Progreso anuncia que el General Cantillo asumió la jefatura del ejército y el Magistrado del Supremo, Dr. Carlos M. Piedra, la Presidencia de la República".
Desde el rústico portal de una casa de paredes de madera y un techo de zinc, a pocos metros del batey de Central América, se escuchó una voz inconfundible que expresaba:
Es una cobarde traición, pretenden escamotearle el triunfo a la Revolución.
Todos los que estaban allí, se acercaron para escuchar con atención las palabras del Jefe de la Revolución que impartía instrucciones con pleno dominio de la situación:
Hay que atacar Santiago que las tropas que están en Palma y Contramaestre se sitúen en el Cobre. Que alguien se adelante a Palma Soriano, y llegue a la Planta Móvil Radio Rebelde para que la tengan dispuesta.
Es un momento decisivo de la Revolución. Los recuerdos son imborrables. Con palabras firmes Fidel expresa dirigiéndose a los jefes militares, de no hacer alto al fuego en ningún momento. En el mismo portal, se apoyó en una mesita y tomando una pequeña libreta comenzó a escribir, tal vez unos diez o quince minutos, un documento de virtual trascendencia, tal vez uno de los más importantes de todo nuestro proceso revolucionario, que con gran firmeza y visión de futuro, fija la precisa posición de la Revolución en un momento crucial.
Al terminar de escribir en el mismo portal, Fidel lee el documento a los presentes de manera vibrante. A todos se nos hace un nudo en la garganta. Cada vez que uno lee otra vez ese documento, que se esuchó hace 50 años, descubre en cada frase, la palabra adecuada, las órdenes precisas, que con gran visión política fijan la verdadera posición que el momento requería.
Fidel se multiplica, con pleno dominio del momento que vivíamos:
¡Revolución Sí; golpe de Estado NO! Al parecer se ha producido un golpe de Estado en la capital. Las condiciones en que ese golpe se produjo son ignoradas por el Ejército Rebelde. Cualquiera que sean las noticias procedentes de la Capital, nuestras tropas no deben hacer alto al fuego en ningún momento. Golpe de Estado para que Batista y los grandes culpables escapen, NO; porque solo servirá para prolongar la guerra. Las operaciones militares proseguirán inalterablemente mientras no se reciba una orden expresa de esta Comandancia. Más unidos y firmes que nunca debe estar el pueblo y el Ejército Rebelde para no dejarse arrebatar la victoria que ha costado tanta sangre. No sin antes hacer un llamado urgente a la huelga general.
Ordenadamente, tal vez a las nueve de la mañana, una pequeña caravana encabezada por Fidel y Celia sale rumbo a Palma Soriano donde se encuentra la Planta Móvil Radio Rebelde, 7-R-R. Al llegar, están listos los micrófonos y el Jefe de la Revolución dio a conocer la alocución histórica al pueblo de Cuba que antes habíamos escuchado en el Central América.
Al salir de la emisora, el momento es de tensión. Faltaban otras batallas por librar. Fidel ha sido contundente en su ejemplar alocución. La traición del General Cantillo es evidente. Este, en su viaje a La Habana, hizo todo lo contrario a lo acordado en la reunión del 28 de diciembre en el Central Oriente. Cada minuto es decisivo.
El Comandante Fidel Castro al referirse a ese momento manifestaría horas después: Frente a este hecho, ante esta traición, dimos órdenes a todos los comandantes rebeldes de continuar las operaciones militares y continuar marchando sobre los objetivos; en consecuencia inmediatamente dimos órdenes a todas las Columnas destinadas a la Operación Santiago de Cuba, avanzar sobre esa ciudad. (1)
Prácticamente, cuando las tropas estaban por arribar sobre este objetivo, el Coronel Rego Rubido, que había sustituido al General Cantillo en el mando, realiza un viaje en helicóptero. El lugar de esta importante reunión sería la Loma del Escandel. Hacia allí se dirige Fidel. Casi cayendo la tarde se produce el encuentro de Fidel y el Coronel Rego Rubido. El espectáculo que se produce en aquella reunión fue algo inimaginable. Alrededor de ambos, se confunden los uniformes verde olivo con los caqui amarillos de soldados y oficiales del ejército de Batista, que ya cubrían sus brazos con el brazalete negro y rojo del 26 de Julio.
Fidel es claro en su exposición y en medio de una gran expectación, el Coronel Rego Rubido, Jefe del Mando Militar de Oriente, rinde la plaza.
Prácticamente en ese momento, el Comandante Raúl Castro ha entrado en el Cuartel Moncada y al ver una fotografía de Batista en una pared, la tiró al suelo. Acto que aplaudieron los soldados. La moral de esa tropa está totalmente perdida.
Cuando se comienza a bajar aquellas sinuosas lomas ya oscureciendo y las tropas rebeldes se acercan a la cien veces heroica Santiago de Cuba, cuna de los Maceo, donde reposan los restos de Martí y Céspedes, parecía que las luces de la ciudad renacían entre las sombras. ¡Era la luz de la esperanza! Parece un sueño lo que está sucediendo. El Ejército Rebelde, los nuevos mambises, están entrando en Santiago de Cuba. Esta vez, el imperialismo no puede impedirlo! Antes pudieron! ¡Ahora no! Había desaparecido el fantasma del fatalismo geográfico. Se hizo posible lo imposible.
No es fácil sintetizar tantas vivencias. Aquel Ejército Rebelde con Fidel al frente de la Columna Uno "José Martí" entraba victorioso a Santiago de Cuba aclamado por el pueblo, cinco años, cinco meses y cinco días después del Moncada. Se logra el triunfo rompiendo esquemas. Los modelos establecidos salen de escena. No se contó con apoyo ni asesoría foránea. La Historia me Absolverá fue por derecho propio el documento raigal de la Revolución cubana. Al constituir un acontecimiento de significación internacional, era un mensaje para todos los pueblos. Solo se tuvo en cuenta nuestra tradición de lucha y sus objetivos, basados en un efectivo conocimiento de nuestra historia. Las utopías fueron superadas por la realidad teniendo como héroes de aquella hazaña a combatientes de carne y hueso salidos del pueblo. Aquel día recordé el libro Héroes Humildes del General Mambí Serafín Sánchez.
Esos hombres y mujeres estaban presentes. Caminaban con sus raídas vestimentas, sin entorchados ni oropeles, los más dispares sombreros cubrían sus cabezas. No había uniformidad en su marcha. Pero existía algo que los identificaba, sus ideales. Eran los barbudos de Fidel que traían bien apretadas en sus manos, las armas que le habían arrebatado al enemigo, fusiles con los que había combatido contra un poderoso ejército profesional equipado y asesorado por los Estados Unidos. La línea de la Sierra había triunfado.
Todo esto pensaba a la entrada de la legendaria e histórica ciudad de Santiago de Cuba. Una multitud esperaba en las calles, era apoteósico el júbilo popular. Prácticamente no se podía caminar. Los gritos de Fidel, Fidel, aumentaban a cada paso. Lo espontáneo reinaba, la alegría era contagiosa. Por fin se pudo llegar al Parque Céspedes. Desde los balcones del Ayuntamiento el líder de la Revolución se dirigió al pueblo y ese mismo pueblo, que era el principal protagonista en la lucha lo escuchó cuando dijo: Al fin hemos llegado a Santiago. Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado. Muy preciso cuando manifestó La Revolución empieza ahora, no será una empresa fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros. Podemos decir con júbilo en los cuatro siglos de fundada nuestra nación por primera vez seremos enteramente libres y la obra de los mambises se cumplirá (2) y anunció que al terminar el acto marchará con los combatientes de la Sierra Maestra hacia la Capital.
Así terminaba aquel primer día de enero de 1959, en que el pueblo de Santiago de Cuba festejó la victoria de la Revolución Cubana. ¡Una epopeya que conmocionó al mundo! y comenzó otro momento histórico sin precedentes: ¡La Caravana de la Libertad!

(1) Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, el Primero de Enero de 1959, en Santiago de Cuba. Versión Consejo de Estado.

(2) Ídem.

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