Por León Pérez
Alrededor de 400 trabajadores, jóvenes y militantes de izquierda se reunieron en el subsuelo de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en la segunda plenaria de coordinación de luchas en curso el 19 de enero.
Entre las resoluciones adoptadas esta la de organizar piquetes y marchas de apoyo a los conflictos en curso, aunque hubo poca o ninguna mención sobre el conflicto de los municipales, el adoptar los cuatro puntos del plenario anterior y agregarle uno de “defensa de los delegados y comisiones internas combativas”. Estaba propuesto agregar una sexta consigna en relación a las paritarias.
Entre los concurrentes estuvieron trabajadores del Casino (convocantes), Subte, Dana, Mafissa, Fresenius, FATE, Terrabusi, municipales, de la salud representada por trabajadores del Garrahan, Británico, Francés, ferroviarios, docentes, Pagoda, trabajadores del INDEC, trabajadores del ajo de Campo Grande, Zanon y ATE Capital.
Entre los partidos de izquierda se hallaban el PTS (que movilizó a gran parte de sus cuadros de dirección sindical y juvenil), MAS (nuevo MAS), FOS (Frente Obrero Socialista), IS (Izquierda Socialista). También estuvieron el PCR (Partido Comunista Revolucionario) y el PO (Partido Obrero), pero en forma menos conspicua y a través de algunos activistas obreros y el MST con una pequeña delegación mayormente juvenil de la FUBA, CS (Convergencia Socialista), COR (Corriente Obrera Revolucionaria), OIR (Organización de Izquierda Revolucionaria) y otros. Presentamos junto a este informe los videos de las intervenciones mas importantes de los dirigentes y activistas de la mayoría de las corrientes presentes y de los dirigentes de conflictos que participaron.
La mesa de la reunión se conformó, aunque no fueron elegidos formalmente, por Leo Bonanni y Gastón Platkowski, delegados de Casino cuyos trabajadores fueron los convocantes originales del encuentro; Alejandro López, Secretario General de Ceramistas de Neuquén y Zanon; Maria Solinas, de la comisión Interna de Fresenius; Dora Martínez, Secretaría de Organización de la CTA Capital, Juan Vulcano de Parmalat y Guillermo Elizalde, de la Comisión Interna de Dana.
Los informes e intervenciones denotaron el carácter defensivo, y de difícil prosecución, en que se hallan casi todas las luchas en curso; el desgaste que se viene operando sobre ellas y los obstáculos que representan tanto las patronales como los gobiernos, nacional, municipales y provinciales, así como el de las burocracias sindicales y sus patotas armada y la represión policial.
El informe de Casino dado por uno de sus delegados, trató de centrarse en el hecho de que aun cuentan con el apoyo de 75% de los trabajadores de juego aunque admitió que muchos otros habían cedido a las presiones económicas.
También habló de los demás gremios que representan a los 2.500 trabajadores, los cuales en su mayoría apoyan a la patronal. Informó que se había realizado una asamblea con 300 trabajadores del sector juego que cuenta con unos 1.300 empleados.
Tanto trabajadores de Dana como de Mafissa hablaron de las dificultades de sus luchas. En la primera, luego del ataque de la patota de SMATA contra los activistas, la patronal había garantizado la reapertura de la fábrica virtualmente ocupándola con la policía.
Los trabajadores de Mafissa hablaron de la tarea divisionista de los dirigentes de la AOT y de la causa penal contra los activistas presentada por la patronal.
Compañeros de Pagoda y Fresenius que luchan desde afuera por la reapertura de sus fuentes de trabajo y con reincorporación de todos los trabajadores, explicaron las dificultades con que se enfrentan: represión, ofrecimientos patronales para arreglos económicos y presiones políticas.
En Fresenius, que cerró por un incendio y ahora pretende reabrir con beneficios otorgados por el gobierno, 80 de las 138 trabajadoras ya han aceptado el retiro voluntario. En Pagoda, en San Luís, la patronal amenaza con cerrar definitivamente la planta para no reincorporar a los delegados y activistas despedidos.
Un secretario general de una seccional ferroviaria, un orador del Subte y otros hablaron de la solidaridad con la lucha del Casino pero explicaron porque se atravesaba un momento político difícil para movilizar a sus bases.
El ferroviario, que ofreció la sede de su seccional que preside para un próximo encuentro, puso el acento en informar a los trabajadores de base del conflicto.
Mauricio del Subte afirmó que “venimos de una represión, nuestros delegados fueron agredidos y no pudimos parar el subte. La situación no es la misma del año pasado.” También advirtió sobre las propuestas de algunos participantes y señaló que debían “fijarse a los compañeros que tienen detrás” para saber cuantos son y si pueden movilizarlos.
Estos informes e intervenciones contrastaban con los de algunos activistas presentes que ponían el acento en que la acción coordinada serviría de “ejemplo” para muchos otros trabajadores en lucha y aquellos que “están esperando”.
Dos oradores pusieron el acento de que las luchas actuales, aunque difíciles, preanunciaban las que se darían a partir de marzo con la apertura de las paritarias. Pero no existió un análisis concreto de cómo estas podrían desencadenarse en grandes luchas, teniendo en cuenta el control de la burocracia sindical sobre la mayoría de los gremios.
Un sector, el mas pequeño de los presentes, ignoró completamente las posiciones vertidas y enunció como centro el desarrollo de un entendimiento de la necesidad de la “violencia del pueblo” como lo presentó el orador de la COR que, sin embargo, no dijo absolutamente nada sobre el proceso de maduración que es necesario, comenzando por la masificación de conflictos y la experiencia concreta, no de cientos sino de cientos de miles, con los métodos de control policial del estado y las patotas sindicales. Simplemente lo presentó como un enunciado necesario, pero abstracto.
La discusión mostró sus aristas más primitivas en el breve debate que se suscitó en relación a la autodefensa. Es claro que los conflictos dirigidos por la izquierda se vienen enfrentando a la dureza patronal y a la represión selectiva del estado y los matones de la burocracia que no quieren perder el control de sus agremiados.
Es también evidente que, en sus formas mas elementales, se han dado ejemplos de autodefensa en diversos conflictos, con los trabajadores de estos poniendo la cara y el cuerpo frente a la represión y enfrentando con pocos recursos a la burocracia sindical. El balance de esos primeros escarceos no es lineal y en general, hasta ahora, es negativo. Pero los escarceos se han producido.
Por eso, la posición de los oradores de CS desconociendo este aspecto de la realidad, los llevó a la encrucijada de la denuncia de los demás participantes del encuentro tildándolos con apóstrofes y anteponiendo su propuesta de autodefensa abstracta a lo que, según ellos, había propuesto en el plenario anterior un delegado de Subte que habría planteado la exigencia al estado para asegurar los derechos democráticos.
Primero, no existe una contradicción entre movilizarse para exigir al gobierno el imperio de los derechos democráticos y la organización de la autodefensa, sino que son partes de una misma política de defensa de los conflictos y de desenmascaramiento de la hipocresía gubernamental.
La crítica a la debilidad de la autodefensa de los conflictos tiene que ver con la falta de coordinación de la misma y la falta de propagandizacion de su necesidad entre no solo la vanguardia, sino entre el conjunto de los trabajadores.
No es la denuncia contra los demás militantes de izquierda lo que debe primar en este momento, sino el llamado a concretar una organización capaz de luchar para promover la autodefensa de los conflictos y dirigentes obreros y coordinar las acciones de masas y los piquetes, cuya responsabilidad, sin duda, recae sobre las organizaciones mas grandes y los dirigentes de los conflictos.
La respuesta a los planteos por izquierda, sin embargo, se resumió en las palabras del dirigente de Zanon quien dijo “estamos todos de acuerdo con la autodefensa, esta el punto de la defensa de las comisiones internas y delegados, pero no es este el ámbito para discutirlo, sino que tenemos que tener un espacio mas reducido” para hacerlo. También dijo que había que respetar las decisiones que hiciera al respecto cada organización.
Esto no es suficiente. Por el contrario, lo que debe primar es la coordinación y planificación preventiva de la defensa de los conflictos, comenzando por las tareas de difusión y solidaridad de los mismos, la masificación de los piquetes, en otras palabras, de la organización conciente de las organizaciones y la vanguardia.
Esto, unido a una política de denuncia sistemática de los abusos policiales y de la burocracia sindical exigiendo a las organizaciones de DDHH y que se reivindican democráticas la unidad de acción para actuar y golpear juntas contra el fenómeno de la violencia contra la izquierda y los luchadores.
Es insostenible la política de las organizaciones de DDHH que condenan la violencia estatal del pasado, o las acciones de la JSP de los 70 y la Triple A, pero no se pronuncian con la reaparición de este fenómeno de la violencia de derecha en nuestros dias.
Esta discusión se extendió luego a los llamados a la CGT y la CTA. A pesar de que hubo oradores que plantearon que debía exigirse a ambas centrales la movilización y defensa de los fueros sindicales y contra la represión de los conflictos, así como por el triunfo de los mismos, el plenario en si mismo no pareció absorberlo. Aparentemente, muchos activistas de izquierda consideran una política de exigencia a los dirigentes sindicales como “quedar pegados” a ellos de cuerpo y alma.
No se comprende que los trabajadores en general tienen que hacer una experiencia con la burocracia sindical, particularmente la Moyanista, para poder descartarla y asumir una dirección clasista alternativa. Esto no es posible ignorándolos. O pasando por arriba con poca mención conflictos masivos como los que viven en estos momentos los trabajadores municipales de la Ciudad de Buenos Aires, porque la izquierda tiene en el poca o ninguna incidencia.
Otro tanto sucedió con la discusión de sobre quien centrar las responsabilidades de los conflictos y el curso derechista de la oposición a los trabajadores. Dos oradores destacaron, aunque con poca repercusión, que poco se denunciaba a las patronales y poco se hacia, por ejemplo, para golpearlas en otras empresas que poseen además de las que están en conflicto, lo que se conoce como “boicot secundario”.
Una trabajadora municipal y la secretaria de organización de CTA Capital propusieron hacer blanco no solo en el gobierno de Kirchner, que obviamente tiene responsabilidades directas con la represión pero también en conflictos como en Casino, pero que no podía dejarse de lado la responsabilidad del gobierno municipal de Macri en Buenos Aires, el Provincial de San Luís y Mendoza, por ejemplo, dos de los cuales son considerados de oposición al gobierno nacional.
Esta también el alerta que lanzaron algunos de centrar los ataques y las tácticas sobre las patronales, muchas veces ignoradas a favor de dirigir las baterías solo contra los gobernantes.
Hubo intervenciones que destacaron el hecho de que, siendo tan progresivas las luchas, en general tenían una falencia en la búsqueda de salidas negociadas de los conflictos que tendía a eternizarlos o encerrarlos en algunas posiciones contestatarias pero sin posibilidad de resolución, como si algunos activistas estuviesen solo interesados en la preservación del conflicto y no en su desarrollo positivo.
Fue evidente que, a pesar de lo progresivo del encuentro, aun no se han definido con claridad líneas estratégicas en relación a los objetivos políticos, para formalizar la coordinación de todas las luchas e ir creando una dirección alternativa. Esta vanguardia es débil, esta haciendo sus primeras armas y no cuenta ni con dirigentes reconocidos por el conjunto ni con experiencia suficiente.
Es necesario, en nuestra opinión, que también se haga conciente el hecho de que la etapa actual es defensiva y de preparación del terreno para el futuro inmediato para adecuar las tácticas y los pasos a dar.
Mientras algunos partidos como el PTS han puesto todas las fichas en este nuevo intento de coordinación, habida cuenta del fracaso de la experiencia anterior del MIC (Movimiento Intersindical Clasista), aun no cuenta sino con un apoyo distante y con desconfianza de partidos como el PCR, PO y el MST que podrían contribuir fuerzas significativas a esta coordinación.
No hubo, en este aspecto, ninguna iniciativa para resolver este impasse. Por ejemplo , no quedó conformada una comisión de los representantes de los conflictos para entrevistarse personalmente con las direcciones de estos partidos o con dirigentes de DDHH, otras corrientes sindicales o gremios o con organizaciones por fuera de la izquierda tradicional.
En el plano de los debates pudieron apreciarse tres o cuatro corrientes que no hicieron más que ratificar que a mayor tamaño de una organización crecen las presiones conservadoras sobre ellas, mientras que sobre las organizaciones pequeñas, por frustración e impaciencia, son las presiones ultra izquierdistas las que predominan.
Esto no es nuevo ni catastrófico si se entiende que estas presiones existen en forma natural y se las combate con propuestas concretas y no simples denuncias de dirigentes de una u otra organización.
Es, sin embargo, una coordinación que hay que preservar y desarrollar, que debería comenzar a destacar una dirección elegida democráticamente y que evite caer en la homogenización política que se pretendió con el MIC.
Debe ser amplia y abarcar sectores mas allá de la izquierda tradicional, a sectores de la CTA, de gremios o comisiones internas de la CGT y buscar la colaboración de organizaciones sociales de desocupados, DDHH y democráticas.
En otras palabras romper el aislamiento, adoptar una política que sirva para ganar los conflictos y que sume y no reste a favor o en contra de argumentos puramente ideológicos o de aparato. Es responsabilidad de todos los participantes darle organicidad a este incipiente movimiento. ■
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