En una entrevista televisiva, el presidente de la nación, Javier Milei
Camila García, afirmó que “ser ama de casa es una elección personal” y que las jubilaciones tendrían que ser diferenciadas entre “mamá que fue ama de casa y papá que trabajó”.
Con esto, Milei desconoce el trabajo super explotado y no remunerado que hacen la mayoría de las mujeres en sus hogares, los 7 días de la semana durante las 24 horas del día, haciéndose cargo de las tareas de limpieza, de la cocina, de los niños y de los adultos mayores, entre otras labores precarizadas y embrutecedoras. La identificación del trabajo doméstico con las mujeres es producto de un régimen social que les carga la tarea fundamental de garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo, sin pagar nada a cambio. Es responsabilidad del Estado y los capitalistas, que se valen además de esta desigualdad para imponerles menores salarios y superexplotarlas. También es una ideología dominante apalancada por las iglesias, cuya concepción reaccionaria es impartida hasta en las escuelas.
Estamos ante un gobierno profundamente misógino y antiderechos que, luego de montar provocaciones amenazando con eliminar la ESI y el aborto legal, ahora busca arrebatarle a las mujeres, que trabajaron toda su vida sin remuneración y sin derechos laborales, la única manera que tienen de jubilarse: una miserable moratoria que no llega a cubrir ni la canasta de indigencia y que consta de que cada trabajador pague sus propios aportes.
“Hay que hacer una separación entre lo que es una asistencia y contención, y las jubilaciones porque queda degradado el concepto de jubilación”. El Ejecutivo quiere que millones de mujeres dejen de percibir el haber mínimo, que no llega ni a la canasta de indigencia, para cobrar un plan social. Recordemos que hoy ya existe lo que se conoce como PUAM (pensión universal para el adulto mayor) y representa el 80% de una jubilación mínima. Esto es lisa y llanamente una condena al empobrecimiento. A su vez, este es otro paso más en la intención del Ejecutivo de eliminar las moratorias, un ajuste inhumano sobre todos aquellos quienes padecieron la informalidad laboral y en beneficio de las patronales precarizadoras.
Los funcionarios del gobierno buscan instalar desde el inicio que estos “jubilados ficticios” son la causa de una emisión monetaria extraordinaria, de lo que se deriva que ajustarles a ellos sería un aporte al combate a la inflación. No hay un gramo de verdad en estas afirmaciones. No son ellos quienes estafan a las arcas públicas, sino los empresarios que se ahorraron años y años de contribuciones patronales por medio de contrataciones precarias o sin registrar, mientras que los laburantes cobraban salarios inferiores a los de convenio.
En el caso de las mujeres que trabajaron toda su vida sin registrar como amas de casa, no hay perspectiva para ellas para avanzar en trabajos productivos, con obras sociales que respondan, ni permiso para la socialización con el resto de la sociedad, deberán conformarse con un plan social y, como ocurrió en el pasado, será utilizado por el oficialismo para avanzar en la generalización de ingresos asistenciales para toda la población trabajadora del país.
Sin ir más lejos, la Secretaría de Trabajo sigue sin homologar una decena de paritarias para que ninguna supere el techo que ellos quieren fijar, como es el caso de las Trabajadoras de Casas Particulares, habilitando a los empresarios a retacear aumentos pactados por las propias cámaras sectoriales con los sindicatos.
Está en juego, nada menos, que la defensa de las trabajadoras y de toda la clase obrera frente a una ofensiva capitalistas de características monumentales. Preparemos la huelga general.
Camila García
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