En los últimos veinte años, la desclasificación de numerosos documentos gubernamentales ayudó a echar luz acerca del apoyo que Estados Unidos brindó a la última dictadura militar argentina, de la que el próximo 24 de marzo se cumple un nuevo aniversario.
Washington instigó y acompañó el golpe genocida. El 7 de octubre de 1976, el secretario de Estado de la administración de Gerald Ford, el recientemente fallecido Henry Kissinger, mantuvo un encuentro en Nueva York con el canciller argentino César Guzzetti en que le planteó que “nuestra actitud básica es que queremos que ustedes tengan éxito”. Le aconsejó, no obstante, apresurarse en el plan de exterminio: “Si hay cosas que tienen que hacer, háganlas rápido. Pero deben volver rápidamente a los procedimientos normales”.
A mediados de febrero de 1976, el embajador norteamericano en Argentina, Robert Hill, elevó un informe a Kissinger, titulado “Posible golpe en Argentina”, y reportaba que “la embajada ya ha indicado discretamente y a través de terceros a los militares que el Gobierno de los Estados Unidos reconocerá un nuevo Gobierno en Argentina”. Hill se entrevistó con el almirante Emilio Eduardo Massera por esos días. En paralelo, funcionarios del Departamento de Estado manejaban informes que anticipaban un “gobierno militar durante un período prolongado y de una severidad sin precedentes”.
Documentos conocidos en 2021 deschavan la perfidia del embajador yanqui, que se habría ido adrede de Buenos Aires el 17 de marzo para evitar ser vinculado con los hechos. “El hecho de que esté fuera del país cuando el golpe realmente suceda sería, creo, un hecho a nuestro favor que indique la no participación de la embajada y el Gobierno de los Estados Unidos”, reportaba (DW, 24/3/21).
El apoyo se extendía al frente económico: tres días después del golpe de Estado, el FMI autorizaba un crédito por 127 millones de dólares para la junta militar.
La dictadura argentina coordinó operaciones represivas con sus pares de Chile, Uruguay, Brasil y otros países sudamericanos, como parte del denominado Plan Cóndor. Kissinger fue uno de los más fervientes apoyos del dictador chileno Augusto Pinochet. Más tarde, cuando ya no era secretario de Estado, fue uno de los invitados especiales del presidente Jorge Rafael Videla durante el mundial ’78. Documentos conocidos en 2016 indican que, durante aquella estadía, participó en un encuentro en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, donde habría felicitado al gobierno porque “está haciendo un muy buen trabajo eliminando a las fuerzas terroristas”. El imperialismo y la burguesía nacional impulsaron el golpe genocida para liquidar un proceso de radicalización obrera iniciado con el Cordobazo, en 1969, y que el gobierno de Perón no había podido desarticular.
En un nuevo aniversario del golpe, Washington respalda al gobierno negacionista de Javier Milei y Victoria Villarruel.
Contra todos ellos, vamos por una gran movilización este 24.
Gustavo Montenegro
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