Lacalle rindió cuentas en el Parlamento sobre cuatro tópicos a grandes rasgos: seguridad, vivienda, salud y educación. Ensayó una especie de consejo sobre la democracia, en tono con el imaginario colectivo de percibir a Uruguay como una excepción latinoamericana.
Se debe “ayudar a cuidar nuestra democracia que es una construcción sucesiva de los partidos políticos y la sociedad civil” que a su vez según se ve “en otras naciones”, es “muy fácil que se destruya”. Este fue, según Lacalle, “un gobierno al que muchos le firmaron la partida de defunción antes de nacer”, pero que hoy es “una coalición de gobierno que está aquí con sus matices, con sus perfiles” pero que “sigue gobernando con un rumbo claro”.
En un tono no tan beligerante y más parco que su par argentino Javier Milei, Lacalle ha tenido a la libertad como slogan de gobierno. Incluso en su discurso de asunción, planteó a la libertad como parametro de bueno gobierno o no. “Si en cinco años los uruguayos son más libres, habremos hecho bien las cosas”. En medio de su rendición de cuentas dijo: “la libertad de vivir en paz”, y se introdujo en el tema seguridad.
Seguridad
Este asunto, señaló, “era y al día de hoy sigue siendo un gran desafío para el gobierno y la sociedad” más allá de que “las cifras indican una mejora sensible” en comparación “con el 2019” donde “los hurtos bajaron casi un 20%, las rapiñas casi un 27%, el abigeato un 50%, el hurto de vehículos un 24% y los homicidios han descendido un 3%”.
“Esa es la foto, a la foto hay que agregarle la película, ¿y qué dice la película? Que por primera vez en muchos años la tendencia al alza de los delitos quebró y hoy es una tendencia a la baja”, continuó Lacalle. “No estamos conformes, yo no estoy conforme”, aclaró, porque no cree “que la violencia y el delito sean una forma aceptada normal en la convivencia ciudadana”.
Esta tendencia a la baja “tiene una explicación”: “más despliegue policial, mejor tecnología, más investigación, más móviles, más armamento, más combate al narcotráfico”, sentenció Lacalle.
“Al mismo tiempo de reprimir fuertemente el delito nos hemos ocupado de las cárceles, porque ¿qué lleva como consecuencia el combate más fuerte al delito? Más encarcelación”, agregó y por eso el gobierno se ha “dedicado a generar centenas de nuevas plazas en todo el país”.
Es cierto, se han creado 899 plazas en los centros penitenciarios (779 masculinas y 120 femeninas). Así y todo el modelo punitivista sigue colocando a Uruguay con un alto nivel de prisionización y un espiral ascendente de presidiarios desde el retorno de la democracia en 1985 hasta la fecha.
Ya en el Informe anual de 2022, cuando hubo un récord en el que se superó el umbral de 400 presos cada 100 mil habitantes, se anticiparon algunas tendencias que hoy permanecen vigentes: entonces Uruguay se ubicó como doceavo país en el ranking mundial de prisionización, pero en 2023 Uruguay pasó al décimo lugar. La tasa de prisionización, consistentemente, también aumentó.
Para entonces la población carcelaria era alrededor de 14.400 personas, y en 2023 tuvo picos por encima de los 15.500 entre noviembre y diciembre. Con una densidad, según plazas habilitadas, en torno al 130% (de acuerdo a datos del comisionado parlamentario penitenciario), hablamos de un déficit de alrededor de 3.000 plazas.
Techo
“La libertad también es darle un techo a la familia”, comenzó diciendo el mandatario sobre las políticas públicas implementadas en vivienda. Hizo hincapié en el trabajo de la Comisión Honoraria Pro Erradicación de la Vivienda Rural Insalubre (Mevir) que “ha tenido un gran impulso en este gobierno”
También se refirió a la inversión prevista para la erradicación de asentamientos. “Pasamos de 240 millones en el quinquenio a invertir 480 millones de dólares, este gobierno va a duplicar los fondos para la gente más carenciada”, señaló. Por último, manifestó que hace unos días se licitaron 500 viviendas “para construir en distintos lugares de nuestro país y solucionar el tema de los asentamientos”.
Cifras que parecen insuficientes cuando hay cada vez más indigentes en las principales ciudades del país y cuando también en su mandato se regalaban viviendas a través de la ex Ministra de Vivienda, Irene Moreira, a militantes de la coalición.
Salud
En materia de salud, el mandatario comenzó haciendo referencia a la reciente inauguración del Hospital del Cerro, una obra que, a su entender, es “suficiente para describir la sensibilidad y la justicia con la que se invirtieron los recursos”. “Recuerdo una señora que en un videito dijo: ‘pensé que me iba a morir viendo piedras fundamentales en el Hospital del Cerro’”, contó.
Un constante de Lacalle: Anécdota versus realidad. Aún queda por investigar el caso de un hombre baleado que pidió asistencia en el Hospital del Cerro y falleció dos horas después en otro hospital, ya que en el primer hospital no contaban con los insumos necesarios.
También se refirió a la partida de 20 millones de dólares en la última Rendición de Cuentas para atender “exclusivamente” la salud mental y las adicciones. “Hoy me escribía una madre cuyo hijo está preso en Artigas, adicto en ‘recuperación’, por un rato, salió, volvió a delinquir y está en la cárcel. Vaya si será necesario tratar la adicciones, que es una compañía de por vida, no se deja ser adicto, y por eso es tan importante esa inversión que hicimos y necesaria, y me imagino que debe ser una política de Estado y allí no hay que dudar y hay que invertir, porque estamos salvando vidas”, dijo.
Lacalle introdujo otros temas dentro de su discurso, como ser la seguridad social. “Le podemos asegurar a los uruguayos que se van a jubilar” y “no van a faltar recursos”. En octubre de este año, junto con las elecciones presidenciales y parlamentarias, se va a estar llevando adelante un plebiscito sobre la reforma de la seguridad social. Un plebiscito que dividió las aguas dentro del Frente Amplio y la central única de trabajadores Pit-Cnt.
En materia de trabajo, Lacalle Pou recordó que “el desempleo en febrero de 2020 era de 10,5%” y aseguró que entre 2015 y 2020 “se destruyeron más de 50.000 puestos de trabajo”; este gobierno, marcó, “generó casi 80.000 puestos de trabajo, recuperó los 50.000 y generó casi 30.000”. “En estos 364 días voy a cumplir con la palabra empeñada de hacerme cargo”, concluyó.
El precandidato presidencial frenteamplista Mario Bergara señaló que “Al igual que en años anteriores, da un panorama de que todo está mejor. No se plantea ninguna equivocación, ningún error, ningún matiz con respecto a las políticas. Eso obviamente nosotros no lo compartimos”. “Se destacan algunas variables y se soslayan o se ignoran otras. No hubo ninguna referencia, por ejemplo, a que la economía uruguaya hace un año y medio que no crece, que tenemos problemas de producción y exportación vinculados al tema del atraso cambiario”, insistió el senador frenteamplista.
“Se habla de que hubo inversiones, las inversiones de Katoen Natie prácticamente no empezaron. Habló de que hubo un cambio sustancial en el Puerto de Montevideo; sí, claro, se pasa de la competencia al monopolio violando las normas, violando la Constitución y las leyes. Esta parte definitivamente yo no la aplaudo, creo que ese acuerdo ha sido un daño para el pueblo uruguayo, para la competitividad de la producción y aspiro a que todavía por la vía administrativa pueda revertirse ese acuerdo tan dañino”, afirmó.
Si hay algo que este gobierno ha hecho de manera rutilante, es no hacerse cargo. Desde el día uno y se puede vaticinar que hasta el final de su mandato -más sabiendo aún que la campaña electoral ya empezó- ese va a ser el denominador común. “La herencia maldita” del Frente Amplio, la constante recriminación a esta fuerza política y el achaque de todos los males del país.
El discurso de Lacalle Pou es una curiosa mixtura entre el discurso de un presidente y un pastor/coach que te quiere convencer a través de las emociones con casos puntuales. Casos que vienen precedidos de cifras, de números, de porcentajes y que luego aparece la emoción, la historia individual que tiene que acongojar a todos por igual.
Es cierto que la política no puede ser solo números, acuerdos y tecnicismos. Una de las grandes críticas que se le achaca a las izquierdas en general -y por estas latitudes al centroizquierdista Frente Amplio-, es sobre la falta de emotividad, de símbolos, de épica. Ahora, eso por un lado; lo otro es apelar a la emoción para dar un golpe bajo, para que nos olvidemos de contrastar sus números y sus políticas, para que la lágrima tape la realidad que el gobierno de Luis Lacalle la ha deteriorado día a día durante sus cuatro años de mandato.
Disculpen, la de todos no. La de los grandes empresarios, seguro que no la ha deteriorado.
Nicolás Centurión | 07/03/2024
Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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