La izquierda tiene que ofrecer una salida.
Un baño de realidad siguió inmediatamente al fantasioso discurso presidencial de apertura de sesiones ordinarias del Congreso. El apagón que paralizó a la mitad del país refutó no solo el verso de que Argentina atraviesa una “revolución energética”, sino que puso sobre la mesa el resultado del parasitismo de todos los que gobernaron en las últimas dos décadas rescatando a las privatizadas. Si con su cuento de hadas buscaba justificar los tarifazos que se suceden en todos los servicios públicos, los hechos arrojaron luz, paradójicamente, sobre quiénes son las víctimas de años de negocios capitalistas con la energía basados únicamente en la combinación de subsidios millonarios y desinversión.
La disociación entre el relato de Alberto Fernández y la realidad ya había tenido poquitos días antes otro episodio, con la afirmación de que hoy la preocupación de la docencia no es llegar a fin de mes sino zafar de pagar Ganancias. Esto es más revelador sobre el contenido de tanto chamullo: intentar disimular el ajuste contra los trabajadores y el hundimiento social del país. “Vive en otro planeta”, sentenció Romina Del Plá, mientras en 14 provincias los paros docentes desafiaban en el inicio de clases a los gobernadores que pretenden imponer paritarias a la baja -apoyados en el ruinoso acuerdo que firmaron Ctera y el gobierno nacional, en el marco del cepo salarial que implica la pauta de Massa del 60% como techo paritario.
Mientras el Estado nacional y los provinciales mantienen firme ese techo, la inflación se acelera al ritmo de los aumentos habilitados por el propio gobierno. Marzo vino cargado de otro boletazo (inaugurando las subas que se harán todos los meses siguiendo al IPC), incrementos en el gas, las prepagas, las naftas, las cuotas de colegios privados, anuncios de nuevos tarifazos en la luz, todo lo cual acompaña el temprano naufragio de la farsa de los Precios Justos con una disparada de los alimentos. La política oficial es netamente antisalarial.
Incluso, a pesar de las fantasías del “planeta Alberto” el presidente puso énfasis en su intento de alcanzar el equilibrio fiscal. No hay dudas de que pretende lograrlo a costa de los trabajadores, cuando además sigue en marcha el tijeretazo sobre la asistencia social con 100.000 despidos en el Potenciar Trabajo y recortes en las entregas de alimentos a los comedores populares. Deberá toparse con un movimiento piquetero que prepara nuevas instancias de un plan de lucha a lo largo y ancho del país; y lo hace con los métodos propios de la clase obrera, con deliberaciones que tuvieron su máximo exponente en el formidable plenario piquetero nacional que sesionó en Plaza de Mayo.
Estas luchas recalientan el inicio de la campaña electoral, y son también un baño de realidad ante los spots publicitarios que proliferan a ambos lados de la grieta. Vale para las mentiras de Larreta, que inauguró el período de sesiones de la Legislatura porteña haciendo alarde de gestión cuando deja una ciudad con un tercio de la población en la pobreza, hospitales y escuelas públicas en estado crítico, y habiendo hecho de la capital un paraíso de la especulación inmobiliaria que encarece la vivienda y expulsa a los laburantes de la Ciudad; como le contestó Gabriel Solano, “el único crecimiento de la población se dio en las villas”. Kicillof ni siquiera pudo montar su puesta en escena en la Legislatura bonaerense, en medio de un apagón que oscurecía cualquier relato, e incluso ante un contundente paro docente en numerosos distritos impulsado por la Multicolor -contra la entrega de Baradel.
Estas expresiones de lucha contra el ajuste contrastan con el operativo clamor del camporismo para presionar por una candidatura de Cristina Kirchner -es decir, que levante su autoproscripción-, sin empatizar con el más mínimo reclamo popular en un cuadro social lúgubre. No pueden hacerlo porque sus funcionarios son ejecutores, por ejemplo, de la miseria jubilatoria que defienden desde la Anses, o de la indignante poda en la asistencia alimentaria desde su secretaría en Desarrollo Social. La mayor muestra de que no tienen ningún rumbo alternativo que ofrecer el respaldo a Massa en su intento por cumplir el programa incumplible del FMI, organismo que debió flexibilizar las revisiones trimestrales porque la interminable fuga de dólares puso en jaque la meta de acumulación de reservas -mantendrá sin embargo la lupa sobre el déficit fiscal, lo que obligará a ajustes extra. Es un guiño del imperialismo para no empujar a un gobierno que está en la cuerda floja, cuando toda América Latina se encuentra en ebullición.
Todo lo dicho deja sin mucho sustento a los intentos por contener a una base social descontenta con el Frente de Todos por este rumbo antipopular. Es lo que busca la candidatura testimonial de Grabois, anunciada ni más ni menos que con Kicillof, el gobernador que puso a Berni a desalojar a las cientos de familias sin techo de Guernica. Vale lo mismo para la “jornada de lucha” convocada por la CTA Autónoma para el 7 de marzo, sin paro ni continuidad ni espacio de deliberación alguno para organizarla, que apenas puede disimular la entrega de ATE y toda la burocracia sindical oficialista que se subordina al tope paritario de Massa y los ataques a los desocupados.
Si faltaba algún condimento, las amenazas mafiosas de grupos narco a la familia de Messi en Rosario terminaron de exponer una situación inaguantable. Que el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, afirme que “ganó el narcotráfico” es una confesión criminal, en una ciudad que cuadruplica la media nacional de homicidios y donde las barriadas obreras son verdaderas zonas liberadas a pesar de que intervienen varias fuerzas federales junto a la policía provincial. Que la respuesta del gobernador peronista Omar Perotti sea insistir en la baja de la edad de imputabilidad revela que solo atinan a un reforzamiento represivo, cuando el delito organizado tiene centros en las propias cárceles; una línea derechista que disputa con las bravuconadas electorales de Bullrich, y promueve “medidas que refuerzan el sometimiento de la juventud al delito que está enquistado en el corazón del Estado”, como analiza la dirigente del Partido Obrero santafesino Carla Deiana. Es una línea general, como confirma la reivindicación que hizo Berni de las megacárceles inhumanas inauguradas cinematográficamente por Bukele en El Salvador.
La derecha pretende explotar a su favor el fiasco del gobierno, e incluso el hartazgo con todos los que vienen gobernando en el caso de lo autodenominados libertarios como Milei. Ahora el diputado de La Libertad Avanza denunció como una “estafa” la sanción de la moratoria previsional porque se jubilarían trabajadores que no completaron los años de aportes, cuando ellos son los estafados por las patronales negreras y las víctimas de la desocupación. Invierte la realidad, porque en definitiva es el Estado el que se financia a costa de laburantes y jubilados metiendo la mano en los fondos previsionales. Es el modus operandi de un farsante, que reproduce todas las típicas artimañas de los partidos tradicionales con afiliaciones truchas, tráficos de influencias, pactos con las oligarquías provinciales, que revelan por qué se llena la boca despotricando contra la casta política pero cuidándose bien de no mencionar los intereses capitalistas para los cuales aquella gobierna -es decir, su carácter de empleados de la casta empresarial.
Este baño frío de realidad resalta lo oportuno de la campaña política del PO insistiendo en que la izquierda tiene que ofrecer una salida antagónica a la que, por sobre la grieta y las feroces internas, unifica a todos los políticos capitalistas detrás de los dictámenes del Fondo. La izquierda que se planta puede ofrecer una alternativa, si impulsa cada proceso de lucha y aparece como un canal para la movilización política de miles de luchadores que salen a la cancha combatir a los ajustadores.
Buen domingo.
Iván Hirsch, editor de Prensa Obrera.
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