sábado, 18 de marzo de 2023

Inflación: la “normalidad” del seis por ciento


La escalada de la inflación al 6,6% terminó de hundir las promesas de Sergio Massa en torno del “sendero descendente” de los aumentos de precios. Cavallo, precisamente, acaba de calificarlo de “tonto”, por haber insistido meses atrás en los anuncios que aseguraban una inflación del 3-4% para febrero-marzo. El ex ministro de Menem y De la Rúa, como varios otros, defiende al 6-7% de inflación mensual como una suerte de “normalidad” para la transición electoral. El propio Massa, que se ha llamado a silencio, parece avalar este planteo. Pero un examen más riguroso indica lo contrario: la inflación es la consecuencia final del desmadre del “plan Durar” o “aguantar”. Massa no ha despejado el horizonte de una cesación de pagos anticipada – tampoco el de una hiperinflación. 

 Las dos sequías

 Los gurúes económicos atribuyen la inflación de alimentos -que orilló el 8% mensual en febrero- a la sequía, que diezmó las pasturas y cabezas de ganado. Los diagnosticadores de este fenómeno “natural” omiten decir, sin embargo, cuál fue la orientación del gobierno ´nacional y popular´ frente a la crisis de oferta: ni más ni menos que defender a muerte a la exportación de carnes, que en enero de este año crecieron exponencialmente respecto del año anterior (30% las carnes, en general, un 70% los cortes sin hueso). En medio de la penuria, el gobierno priorizó los compromisos de los megafrigoríficos de exportación a expensas del mercado interno, algo que intentó disimular con los “precios justos” para los ´cortes populares´, que no paran la olla familiar. Una catástrofe climática reclama medidas excepcionales de abastecimiento. En cambio, los Fernández y Massa no se apartaron un milímetro de las metas del FMI, que exigen acumular reservas para pagar la deuda – allí van a parar las exportaciones de alimentos. Así, la sequía climática está llevando a otra sequía – la de la alimentación popular, que se achica dramáticamente al compás de los precios en alza. Las estadísticas de consumo minorista y de centros comerciales acentúan su caída y lo mismo ocurre con el uso de tarjetas de crédito. Con aumentos paritarios que “corren” a la inflación”, y un 40% de la fuerza laboral precarizada -y sin aumentos- la presente inflación consagra un salto cualitativo en el empobrecimiento masivo. Los que atribuyen la inflación a “la emisión” nunca señalan, sin embargo, que esa emisión sólo alimenta a la indexación de la deuda pública, en beneficio de los sponsors de la política libertaria – los bancos y fondos de inversión. 

 Disparada 

Por estas mismas razones, nadie asegura ahora que el 6-7% constituya el ´nuevo piso´ inflacionario del plan Durar. Por lo pronto, el mes de marzo se proyecta por encima del 7%, al calor de las nuevas tarifas, la educación privada y otros aumentos. Pero la disparada de los alimentos ha puesto en crisis, además, al precario esquema de los “precios justos”. La cámara de supermercados denuncia un “desabastecimiento del 45%” en los productos con precios regulados, que las fábricas alimentarias estarían desviando al comercio que no está sometido a las inspecciones de precios. La queja anticipa la intención de desconocer los actuales acuerdos de “precios justos”. Otro acuerdo de precios que entra en crisis es el que el gobierno suscribió con las petroleras, que reclaman ahora por un “atraso” del 12% que intentarán aplicar en abril. Por otra parte, la escalada inflacionaria ha vuelto a colocar en la agenda el reclamo por una actualización más acelerada del dólar oficial, que la patronal exportadora trasladará a los precios internos. El transporte y los alquileres cuentan con la misma prerrogativa que los acreedores de deuda – la indexación de sus valores de acuerdo a la inflación pasada. 

 Salarios 

La inflación en alza no ha merecido reproche alguno por parte de los técnicos del FMI – tampoco había una exigencia taxativa en las ´metas´ que oportunamente se firmaron. El Fondo sabe muy bien que la escalada inflacionaria es el instrumento oficial para destruir los salarios estatales y las jubilaciones, que se ajustan por detrás -y por debajo- de la suba de los precios. La primera partidaria de la “normalidad del 6%” es la burocracia sindical, que aspira a continuar con el régimen de caída progresiva del salario que imponen las paritarias en cuotas – y la sobreexplotación, para compensar la caída de los salarios. A despecho de todas las expectativas de “normalidad inflacionaria”, la crisis amenaza con barrer al precario equilibrio del plan “Durar”, y es eso lo que revela la inflación en alza. Es necesario discutir esta realidad en las organizaciones obreras, y preparar una respuesta de conjunto.

 Marcelo Ramal 
 15/03/2023

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