La costa italiana de la playa de Stucco di Cutro, a solo 20 kilómetros de la ciudad de Crotone, Calabria, fue el escenario de un nuevo naufragio de inmigrantes en el mar Mediterráneo. Una embarcación de madera proveniente de Esmirna, Turquía, que transportaba a más de 200 personas provenientes de Irán, Irak y Siria, chocó contra las rocas y encalló en la arena cuando la tripulación intentaba maniobrar para escapar de un supuesto control. Apenas 80 personas lograron llegar a la costa. En el mar se recuperaron cerca de 60 cadáveres –en su mayoría, niños y niñas. Las víctimas podrían ser muchos más. Los sobrevivientes denunciaron que, cuando se encontraban a unos 500 metros de la costa, los traficantes confundieron luces con una patrulla. Para ganar velocidad, comenzaron a arrojar gente por la borda. Cada migrante había pagado entre cinco mil y diez mil euros por trepar a esta trampa mortal. Estaríamos en presencia de una de las peores catástrofes de los últimos 10 años en el Mediterráneo. El tránsito de inmigrantes desesperados a través del Mediterráneo ha recrudecido. En las pocas semanas que van del 2023, ya se registraron 225 muertos. En 2022, hubo 2.406. Suman más de 26 mil muertes desde 2013.
Los traficantes de personas utilizan tres rutas principales: Mediterráneo Central, Occidental y Oriental. La primera, que conecta Libia y Túnez con Italia, es la más mortífera del mundo. Más de 17 mil muertos y desaparecidos registrados desde 2014 hasta hoy (Clarín, 27/2). Estos números se encuentran subestimados debido a la existencia de naufragios “invisibles” –aparición de embarcaciones vacías o aparición repentina de restos en las costas.
Europa se encuentra profundamente dividida en cómo abordar de manera concreta a los migrantes. La Unión Europea (UE) ha concedido millonarios aportes, alrededor de 6000 millones de euros, a Turquía para desalentar las rutas migratorias terrestres, principalmente por los Balcanes (Bulgaria, Hungría). Esto ha intensificado las rutas marítimas, al día de hoy el 20 % de las embarcaciones provienen de Esmirna. El pasado 10 de febrero una cumbre en la cual participaron los jefes de Estado, se planteó acelerar la devolución de migrantes irregulares y aumentar la protección de las fronteras exteriores. Austria, junto a otros siete países, llegaron a proponer la construcción de vallas en las fronteras terrestres para evitar el ingreso de inmigrantes por la zona de los Balcanes. Esto no debe sorprender: hace dos años que la UE se ha planteado reformar el sistema de asilo, pero esto se encuentra completamente paralizado. Las mayores tentativas incluyen un sistema “solidario”, pero que contempla la posibilidad de los países de rechazar solicitudes de asilo y simplemente financiar el viaje de regreso al país de origen.
Mientras todos los funcionarios europeos se han lamentado por las muertes en las costas calabresas, el gobierno ´neofascista´ de Italia ha avanzado en una reforma que dificulta enormemente la llegada de las precarias barcazas a las costas italianas. Se han puesto puertos habilitados para el ingreso de migrantes y naufragios, todos en el norte del país, lo que conlleva un alargamiento del viaje en al menos 5 días. En los últimos meses diversas ONG que participan de los rescates a náufragos han sido enviados a puertos lejanos.
La ley contempla multas y la incautación de las embarcaciones que incumplan con la normativa, llegando a 50 mil euros de multa. El gobierno de Meloni no esconde que su principal propósito es evitar que se realicen los viajes marítimos, bajo la excusa de que los mismos son realizados por traficantes de personas. La norma italiana contradice con todo el derecho internacional en materia de asilo y trato humanitario.
El presidente Mattarela, que es de un partido opositor a Meloni, convocó a “un fuerte compromiso de la comunidad internacional para eliminar las causas que subyacen a los flujos de migrantes: guerras, persecuciones, terrorismo, pobreza, territorios que se vuelven inhóspitos al cambio climático” (Clarín, 27/02), mientras su gobierno se ha empeñado en el envío de armas y el aumento del presupuesto militar para abastecer a Ucrania, como parte de la empresa bélica imperialista de la OTAN.
La crisis de los refugiados no puede ser resuelta por los gobiernos de la guerra mundial –es necesaria una campaña internacional contra la guerra y sus gobiernos.
Joaquín Antúnez
28/02/2023
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