En las primeras décadas del siglo XX fueron varias las mujeres militantes que se destacaron por su labor en pro de los derechos de la mujer, en muchos casos articulada con una perspectiva revolucionaria en alguna de las corrientes de la izquierda de la época.
En esa conjunción se sitúa esta dirigente sindical, militante con responsabilidades de dirección en distintas corrientes políticas y periodista en publicaciones militantes. Asimismo fue una intelectual destacada, autora de varios libros; los primeros en el campo de la ficción o del testimonio personal.
Luego se volcó a estudios filosóficos, pedagógicos y sociológicos, vinculados a la realización de estudios superiores y al ejercicio de la cátedra universitaria en esos campos de conocimiento.
Del gremialismo a la vida partidaria.
Su fecha probable de nacimiento fue en 1897, en la ciudad de Mendoza.
La trayectoria de activista tuvo inicio en su ciudad natal, donde trabajaba como maestra. Asumió un rol directriz en una vasta huelga docente en 1919, causada por un prolongado retraso en el pago de los sueldos por el gobierno provincial. A raíz del conflicto, y junto con Florencia Fossati fundan una entidad gremial, Maestros Unidos. Fossati ocupa la presidencia de la organización y Angélica la secretaría general. Sufrió sanciones y represalias en su trabajo docente, de resultas de su compromiso sindical.
A propósito de ese activismo estableció una relación con Rodolfo Ghioldi, dirigente del gremio de maestros a escala nacional. Una derivación de ese vínculo fue la incorporación al Partido Socialista Internacional, al poco tiempo de su ingreso convertido en Partido Comunista, sección argentina de la Internacional Comunista. Angélica participa de la fundación de ese partido en la provincia de Mendoza.
En un nuevo episodio huelguístico es despedida de su cargo de maestra, junto con la mencionada Fossati. Ambas son procesadas por desacato.
A fines de 1920 se instala en Buenos Aires, desde donde desenvolverá sus actividades por un largo tiempo. Allí se vuelca a su vocación por la escritura, con dos novelas cortas con temas vinculados a la liberación sexual de la mujer. La primera se titula El dilema y la segunda La venganza del sexo. Novela realista del amor en la naturaleza.
Al mismo tiempo se desenvuelve su actuación en el Partido Comunista. En estos primeros años de esa organización se producen con frecuencia disidencias y rupturas. En 1922 Mendoza se alinea con una corriente situada a la izquierda de la conducción oficial. Se entabla una dura lucha de fracciones.
La tendencia disidente capta una buena porción de dirigentes y militantes, en particular entre los que se desenvolvían en ámbitos obreros. Incluso logra convertirse en mayoritaria en algunos congresos partidarios, transcurridos entre 1922 y 1925. Cayetano Oriolo, Teófilo González y Héctor Raurich son algunos de los dirigentes que se desenvuelven en esa fracción.
Las discrepancias se centran en la elaboración del programa partidario, respecto al que estos últimos se inclinan por planteamientos más radicales.
La confrontación comienza a definirse cuando el sector encabezado por José F. Penelón, Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi obtiene el respaldo de la Internacional. Corría 1925 cuando Angélica y Cayetano Oriolo entre otros, son expulsados del P.C.
En enero de 1926 se constituye una nueva organización, denominada Partido Comunista Obrero. Inician la publicación de un periódico llamado La Chispa, tal como el periódico de los bolcheviques rusos orientado por Vladimir Lenin. Mendoza se desempeña como directora de esa publicación.
En julio de 1926 se celebra el primer congreso del nuevo partido y es elegida como miembro del Comité Central.
En ese mismo lapso ingresa en la Unión Latinoamericana, agrupación de carácter antiimperialista, que a esa altura era conducida por el comunismo ortodoxo. Rápidamente excluida de la misma junto con otros compañeros fundan la Liga Antiimperialista, en la que los “chispistas” integrarán el grupo situado más a la izquierda.
En esos años, y por muchos más, las mujeres no tenían acceso al sufragio, exclusivamente masculino. Pese a ello se consigue que personas del género femenino puedan ser postulantes a diversos cargos electorales. Ya había ocurrido años atrás con la pionera Julieta Lanteri.
Angélica Mendoza será candidata a concejal por la ciudad de Buenos Aires en los comicios de 1926.
Más llamativa es su postulación a la presidencia de la república en las elecciones de 1928. Era la primera vez que una mujer ocupaba tan alta candidatura en nuestro país, hecho que no se repetiría por mucho tiempo. En las boletas de votación se destacaba su condición de maestra.
Cuando en el terreno internacional comienza a delinearse la figura de León Trotsky como personalidad discrepante con la corriente que encabezada por José Stalin había prevalecido en la conducción de la Unión Soviética, quienes se agrupaban con La Chispa manifestaron afinidad con las ideas del fundador del Ejército Rojo.
Con Trotsky ya oficialmente condenado en la URSS y en vías de ser sometido a destierro, el Partido Comunista Obrero anunciaba que tenía a la venta en sus locales algunas de sus obras más importantes.
De todos modos intentaron todavía, durante 1929, disputar la representación argentina de la IC y produjeron algunas manifestaciones de alineación con la conducción oficial soviética y de la Internacional. Se trataba de un movimiento táctico, pues en cuanto se vio que el partido oficial seguía contando con el respaldo internacional continuaron con su deriva opositora.
Condenado el partido sin remisión por la ortodoxia, terminó disolviéndose. Sus miembros se acercarían enseguida a los primeros núcleos trotskistas formados en el país.
La labor intelectual y la cátedra.
Por ese entonces, Angélica decidió realizar estudios universitarios, ingresando a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en la que seguiría estudios de filosofía y luego de pedagogía. Ello no la alejó de la actividad militante, que desplegó incluso en el Centro de Estudiantes de la mencionada Facultad.
Producido el golpe militar del 6 de septiembre de 1930 se destacó en las acciones contra la flamante dictadura. Fue oradora en un mitín en la Casa Suiza, organizado por la Unión Antifascista. Como consecuencia de ese discurso fue detenida y acusada de haber proferido graves injurias contra el dictador José Félix Uriburu. Condenada por esos cargos fue remitida al penal de mujeres conocido como Cárcel del Buen Pastor, regenteado por una orden de religiosas.
Permaneció unos meses allí. Fue una crítica observadora de la disciplina de esa prisión y de las actitudes de las mujeres que se hallaban detenidas por delitos comunes. Volcaría sus impresiones en un libro, titulado justamente Cárcel de Mujeres, publicado en 1933.
En la década de 1930 prosigue con su acción política. Forma parte de los incipientes núcleos trotskistas que actúan durante esos años. Entre ellos Izquierda Comunista Argentina, la Liga Comunista Internacionalista y la Liga Obrera Socialista. Sigue vinculada al periodismo en un períodico vinculado a esas corrientes, Inicial.
En los últimos años de la década emprende un camino de acercamiento a las mujeres que se desempeñaban en un ámbito más intelectual que político y sin los matices radicalizados que profesaba Angélica. A través de María Rosa Oliver, de tendencia de izquierda y cercana al PC, entra en relación con la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo.
Ya en 1941, por mediación de la misma Oliver, consigue una beca para perfeccionar sus estudios en los Estados Unidos, en la Universidad de Columbia, donde realiza estudios de doctorado.
A partir de allí, su sendero principal pasa a ser la actividad académica.
Su especialidad pasará a ser la historia de la cultura y de las ideas, campo en el que tomará parte como docente e investigadora en varias entidades norteamericanas y en torno al cual publicará varios libros. En 1948 defiende su tesis de doctorado en Columbia.
Posteriormente pasa a desenvolver actividades en México, algunas de ellas en ámbito de la UNESCO.
En 1955 se produce su retorno definitivo a la ciudad de Mendoza. Allí continúa con la labor docente, en el campo de la filosofía y la ciencia política. Asimismo cumple un rol de dirección en la realización de investigaciones empíricas, guiadas a la indagación de la problemática social en Mendoza. Dicta la materia Sociología e impulsa la creación del instituto de esa disciplina en la Universidad Nacional de Cuyo.
Ya alcanzado un vasto reconocimiento por su esfuerzo intelectual, fallece en su ciudad en 1960.
Cabe señalar que su discrepancia y ruptura con el Partido Comunista se extendió a cierto maltrato, aún muchos años después de producido el enfrentamiento.
En 1947, en la publicación titulada Esbozo de Historia del Partido Comunista de la Argentina, elaborada por la conducción de esa agrupación, se la tilda de “aventurera trotskizante de vida turbia”.
En esa elocuente frase se condensaba la condena a su orientación política con la estigmatización a causa de su vida independiente, alejada de los cauces que la estrecha moral de la época asignaba al género femenino.
Parte de la obra de Angélica Mendoza ha sido objeto de algunas reediciones en nuestro país. La Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación publicó en 2003 una selección de textos suyos.
Años más tarde, en 2012, la Biblioteca Nacional reeditó la mencionada Cárcel de Mujeres.
Sería deseable que se emprendiera una difusión más amplia de su obra, que ha quedado remitida a ediciones de limitada circulación.
Otro acercamiento a su trayectoria vital y su obra se produjo en 2018 en formato cinematográfico. Ese año fue estrenado un cortometraje documental titulado Memorias Desobedientes, que la tiene como protagonista.
De cualquier manera, una mujer luchadora, de orientación feminista y vasta producción escrita como ella merecería una difusión mucho más amplia, acorde con su verdadero lugar en la historia.
Daniel Campione | 04/03/2023
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