Días atrás, en Gran Bretaña, Gary Lineker, uno de los grandes de todos los tiempos del fútbol inglés y actual presentador del programa deportivo más popular y duradero de la BBC (lleva 24 años al aire) —"Match of the Day"— twiteó que los planes del gobierno británico para deportar refugiados “no son muy diferentes a los utilizados por Alemania en los años 30”.
Los ´demócratas´ de todo pelaje saltaron como leche hervida y desde el gobierno tory —que impulsa esos “planes”— el ´glorioso´ jugador pasó a ser poco menos que un ´traidor a la patria´. El gobierno exigió a la BBC que fuera suspendido; la TV oficial acató.
“Lo que siguió —informa Anshel Pfeffer en Haaretz, 16/3— sorprendió a todos, ya que los copresentadores y comentaristas de Lineker, ex jugadores como él, anunciaron que tampoco saldrían al aire. Los jugadores actuales tampoco darían entrevistas después de los partidos del sábado, dejando que la BBC transmita un programa truncado de 20 minutos con solo goles de los partidos y sin comentarios de ningún tipo … Al darse cuenta de que la suspensión fracasó, Lineker volvió a su asiento, con sus derechos de tuitear intactos”.
Sobre el tema valen dos consideraciones. Primero, contra lo que indica la prédica democrática´ prevaleciente en círculos políticos, y especialmente dentro del llamadomundo progre`, el Holocausto no puede ser reducido a una mera “memoria histórica” o, de otro modo, a “momento único”. Si de algo vale la memoria es como enseñanza para el presente, especialmente cuando la experiencia histórica revela que los métodos del fascismo renacen sistemáticamente hoy. La comparación de Gary Lineker es, en este sentido, absolutamente válida, por supuesto respecto a Gran Bretaña —tropas británicas participaron de los abusos de todo tipo en la tenebrosa cárcel de Abu Ghraib de Irak. Ni hablar de su validez a escala mundial: los gobiernos de Obama, Trump y Biden con los inmigrantes centroamericanos, deportados por millones.
La segunda observación, es más de detalle, pero no menos importante. A la analogía de Gary Lineker debería hacérsele una pequeña corrección. En la década de 1930, era el gobierno de Su Majestad el que intentaba impedir que los refugiados se pusieran a salvo. De hecho, el propio rey Jorge, el abuelo del actual Carlos, estaba tan indignado ante la idea de que los judíos llegaran a Londres para marchar a Palestina bajo mandato británico que instruyó al secretario de Relaciones Exteriores, Lord Halifax para que pidiera a Berlín que impida que los judíos se fueran. Esto fue menos de cinco meses antes de que Gran Bretaña declarara la guerra.
O sea, Gran Bretaña repite su historia nefasta frente a los refugiados: ayer contra los judíos europeos víctimas del fascismo; hoy contra africanos, sirios y asiáticos.
Norberto Malaj
23/03/2023
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