La respuesta de Rubinstein a sus críticos macristas (La Nación, 12/3) se produce cuando recién llegaban las noticias de las quiebras bancarias en Estados Unidos. Pero al igual que lo que ha ocurrido en el Norte, Rubinstein defiende la cláusula en el canje que garantiza a los bancos la compra de sus tenencias en bonos si su precio de mercado cae en forma más o menos significativa. Es el deber, dice, de cualquier Banco Central. Permitir una corrida sin límite contra la deuda, como querrían, insinúa, los macristas, llevaría a un derrumbe financiero: “corralito, corralón, plan Bonex”. Es lo que han evitado que ocurra el Tesoro norteamericano y la Reserva Federal al garantizar, de un lado, la integralidad de los depósitos bancarios y, del otro, aceptar los bonos de deuda a su precio original, muy por encima del de mercado. Lo que Rubinstein no dice es que el caudal de dinero para el rescate, en Estados Unidos, solamente afecta, por el momento, la política de control de la inflación en ese país –en Argentina, en cambio, desataría una hiperinflación. El apocalipsis que denuncia en las críticas del macrismo es también la perspectiva de un rescate bancario por parte del Banco Central.
Cualquier activista obrero debe interesarse por esta polémica ´fraticida´ en la clase patronal, porque dibuja la tendencia de la presente crisis a un colapso general que pagarán, antes que nadie (y más que nadie) los trabajadores. Argentina enfrenta una crisis de poder integral, que obliga al activismo a dar una respuesta de clase, o sea un programa revolucionario.
Jorge Altamira
14/03/2023
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