El Fondo Monetario Internacional (FMI) liberó el giro de U$S 6.000 millones para que el gobierno afronte el pago de la deuda de U$S 44.000 millones que en 2018 contrajo el expresidente Mauricio Macri con el organismo. Los funcionarios del Fondo han elogiado la gestión del ministro Sergio Massa, por haber redoblado la política de ajuste fiscal.
Se trata del cuarto giro realizado por el organismo. Esto es una expresión de que Washington y el resto de las potencias imperialistas todavía no le han soltado la mano al gobierno del Frente de Todos.
La subdirectora Gerente del FMI, Gita Gopinath, señaló que las condiciones económicas del país continúan siendo frágiles, y que, para reducir el déficit fiscal primario al 1,9% del PBI en 2023, se tendrá que “fortalecer el control de los gastos, y, lo que es más importante, mejorar la focalización de los subsidios energéticos y de asistencia social” (Infobae, 22/12). Lo que quiere decir la funcionaria del Fondo es que el Ejecutivo nacional deberá avanzar en una profundización de los tarifazos y en un recorte más acentuado de los programas sociales.
Gopinath, además, dijo que “las restricciones cambiarias y las prácticas de múltiples tipos de cambio deben evitarse y eliminarse”, presionando por una liberación del cepo cambiario que permita a las empresas girar dividendos al exterior a una escala más grande, y, llegado al caso, a costa de una devaluación en regla.
Asimismo, el organismo le advirtió al gobierno que mantenga su política de suba de tasas, cuyo fin es evitar (aumentando la rentabilidad de los bonos en moneda nacional) que los grupos económicos se deshagan de sus tenencias en pesos y se vayan hacia el dólar. Es una política explosiva, habida cuenta, por ejemplo, el enorme pasivo que tiene el BCRA en materia de Leliqs, que ha alcanzado los 10 billones de pesos y cuyo pago fue afrontado en noviembre con la emisión de más de $500.000 millones. También es recesiva y ajustadora, porque encarece el crédito tomado de conjunto y echa nafta al fuego de la inflación.
Esto, a su vez, alimenta las tendencias parasitarias de la economía argentina, en un cuadro donde los pulpos capitalistas se encuentran destinando su dinero a la especulación con bonos indexados a la inflación o al tipo de cambio, y no a la inversión en el terreno productivo (abrir fábricas, contratar mano de obra, etcétera).
Con todo, esta política implicará un reforzamiento del rol subordinado de Argentina en el concierto de naciones del mundo y una profundización aún mayor del carácter atrasado de su economía.
Desconocer la deuda externa y romper con el FMI son cuestiones vitales para salir de esta encerrona.
Nazareno Kotzev
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