Las condiciones para ganar este campeonato estaban muy presentes en la previa del evento mundial. Antes de que comenzara el juego, anticipamos que Argentina llegaba al Mundial en “estado de gracia”, a diferencia del Mundial de Rusia, cuando cambió tres veces de técnico, la AFA casi no existía y se vivía bajo una especie de síndrome de salir siempre segundos. Ahora, en cambio, la selección nacional llegaba invicta en varias decenas de partidos, con el triunfo de la Copa América y con una conformidad absoluta con su técnico y sus jugadores, creando una gran expectativa.
Argentina durante el torneo siguió ese derrotero de buen juego y estiró la cifra de 39 partidos ganados sobre 40 jugados, en una demostración de un enorme poderío futbolístico. Los argentinos, casi sin distinción de clases, después del triunfo frente a México comenzaron a ilusionarse con la posibilidad de ganar una copa que no se levantaba desde 1986, con Diego Maradona como guia.
La canción que se transformó en el “hit” de los hinchas expresaba esa ilusión contenida y postergada desde hace cuatro décadas. Por eso hoy festejarán por miles en todas las calles y plazas del país y lo mismo harán en el recibimiento a la Selección cuando llegue al país, La recepción será un encuentro entre el equipo y los hinchas, porque ni el gobierno de Alberto Fernández, ni el kirchnerismo, ni el macrismo podrán sacar rédito político de este triunfo. Un rédito que también, sin éxito, buscó el derechista Macron con su presencia en las finales.
El mundial de fútbol es, por lejos, el espectáculo deportivo que concita la mayor atención mundial. Las cifras oficiales de la FIFA, en 2018, arrojaron que más de 3.500 millones de personas vieron la final entre Francia y Croacia, y se estima que casi 4.000 millones de personas vieron Argentina -Francia.
En Qatar se acabó la fiesta
Mientras se desarrollaban los preparativos de la fiesta final, cuadrillas de miles de trabajadores tercerizados comenzaron a desmantelar varios estadios de última generación, que ellos mismos construyeron con “containers”, una técnica pensada para servir para otros mundiales y eventos. Miles de trabajadores migrantes fueron conchabados para su construcción a tiempo, con jornadas de sol a sol. Al menos 400 de ellos murieron como resultado de los ritmos extenuantes bajo el calor del desierto y la falta completa de medidas de seguridad – los sindicatos están prohibidos en Qatar. Por su parte, los capitalistas del fútbol han encontrado la superación de los gastos superfluos que se hicieron en Sudáfrica, donde los estadios luego fueron abandonados y algunos demolidos. De ahora en más, los eventos mundiales serán trasladados de un lugar a otro del mundo. La idea precisa del futuro de los estadios mundiales la dio el diseñador Mark Fenwick (del 974 Stadium) que entiende que los próximos mundiales deben ser como un circo que se traslada adonde la FIFA designe su realización.
El mundial de Qatar -un diminuto emirato ubicado en el Golfo Pérsico- fue una caja de resonancia de varias causas de alcance internacional que afectan a Medio Oriente.
La selección iraní mostró su apoyo a las protestas que las mujeres protagonizan en su país desde el asesinato de una joven kurda a manos de la ´Policía de la Moral´, por su vestimenta. Millones de espectadores de todo el mundo también han sido conmovidos, ahora, por la noticia de que, en represalia, el régimen de los ayatollahs ha condenado al ex futbolista Amir Nasr-Azadani a muerte por apoyar los derechos de las mujeres en su país. Significativamente, no hubo pronunciamientos oficiales sobre este aberrante hecho de parte de ninguna selección del mundial. El arquero de la selección iraní fue el único denunciante solitario que llamó a la FIFA a un pronunciamiento que nunca llegó, aunque la realización del mundial viralizó la noticia y dará una oportunidad a movilizaciones y pronunciamientos en todo el mundo. Por otra parte, la hinchada marroquí se hizo eco de la ´cuestión Palestina´, a la que las teocracias reaccionarias árabes, en acuerdo con Estados Unidos e Israel, traicionan de todas las formas posibles.
“Vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza...”
Como en la famosa canción de Serrat, en Argentina, seguirán las intenciones del gobierno y los partidos capitalistas de seguir desvalorizando la fuerza de trabajo en beneficio de las grandes patronales, incluso después de las dos inmensas movilizaciones populares que habrá para la saludar a la Selección. Aun con la camiseta de Messi puesta, miles de ocupados y desocupados seguirán la lucha contra la carestía, por mejorar los salarios, para que no siga el recorte de alimentos y planes sociales, y se seguirá peleando por los derechos de la mujer en todo el mundo.
Los que amamos el fútbol festejamos este triunfo de la Selección que, por un momento, hace felices a hombres, mujeres y niños, a sabiendas de que el fútbol, en cierto modo, es también un espejismo.
Hasta la próxima.
Juan Ferro
18/12/2022
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