Luego de cinco meses de descenso ininterrumpido de los casos de Covid-19 en el país, se ha registrado un aumento de un 3% que, siendo leve, marca un cambio de tendencia y está rodeado de indicios de que puede marcar el principio de una tercera ola de la pandemia. Podemos denominarlo por lo menos una amenaza. La pregunta es si existe, por parte de las autoridades, una respuesta acorde a ella. La respuesta es que no. Por el contrario, las medidas que se toman corresponden a una inexistente “pos pandemia” o “nueva normalidad”.
La delta crece
El pasado 30/8 se planteaba en Prensa Obrera que la variante Delta estaba circulando en la comunidad y que las elecciones de noviembre se darían en el marco de una curva ascendente de la pandemia. En medios oficiales se opinaba que la lenta aparición de esa variante y su probable inocuidad, se explicaban por el predominio de la variante Manaos y la competencia entre ambas por el “nicho ecológico”. Sumaban a ello, el ritmo de vacunación satisfactorio y la eficacia del control de fronteras. Bien, ahora la variante Delta es el 24% de los nuevos casos -contando incluso con el bajo ritmo de secuenciación en el país. En el AMBA es de un 40% y su incidencia nacional se triplicó en 3 semanas, lo que se explica por la alta contagiosidad que la caracteriza: un 60% más que la Manaos, aparte de una cierta resistencia a la inmunidad otorgada por las vacunas. La experiencia de países donde la Delta ha hecho estragos es que, lenta al principio, se desarrolla luego rápido, en flecha ascendente.
¿Qué rebaño?
La evolución de la pandemia difundida por las “variantes de preocupación”, fue más grave en los países que abrieron la actividad a full a pesar de tener altos niveles de vacunación con dos dosis: por ejemplo Inglaterra o Israel versus España. La vacunación con dos dosis en nuestro país está en 54.6% y un 20% de los adultos esperan la segunda dosis. Lejos todavía del 80 a 90% con dos dosis, que se acepta internacionalmente como niveles capaces de controlar estas variantes. Nada de ello obsta para que Manzur haya dispuesto abandonar el barbijo hace ya un mes o que Espinoza (intendente de la Matanza) contagiado por la algarabía de la marcha en la Plaza dijera “hemos logrado la inmunidad de rebaño”.
El mundo del revés
Si son sobrados, entonces, los datos que abonan la idea de que existe una amenaza, cual es la política del gobierno nacional y los gobernadores. Se elimina el uso del barbijo, se liberan las fronteras, se abre el futbol al público -incluso próximamente al visitante- se suprime el aforo en el trasporte y en los establecimientos gastronómicos, se disuelven las burbujas en las escuelas, se habilita el turismo, se eliminan las dispensas para trabajadores de riesgo con una dosis. Paralelamente, se baja el ritmo de vacunación: un 40% menos que en octubre. La ministra Vizzotti lo atribuye a que se agota la demanda y por eso -dice- se pasa a la vacunación a menores. Otras versiones indican que por falta de segundas dosis la Anmat aceleró la aprobación de la Sinopharm para chicos (Pablo Sigal en Clarín, 18/10). Hay más, se testea cada vez menos, se abandonan -aún más- los protocolos y el presupuesto 2021 viene con un recorte en salud de 13%.
Elección mata salud
El discurso oficial, tanto del Ministerio de Salud nacional como del prolijo ministro Quirós de CABA, reconoce la posibilidad cierta de una aumento de infectados por Delta. Pero especulan con que la incidencia de casos graves, internaciones críticas y muertes no aumentarían en la misma proporción por la alta vacunación. Pero aumentarían. ¿No correspondería prevenirlos y evitarlos con medidas adecuadas de protección? Si ocurre lo contrario y abren absolutamente todo, no es por ningún criterio epidemiológico. Es porque oficialistas y opositores consideran que una imagen exitista de superación de la pandemia es central en sus campañas electorales y porque el frente empresarial se ha conjurado en que no se vuelve atrás bajo ninguna circunstancia.
El Frente de Izquierda Unidad se opone
Es evidente que la salud pública es incompatible con los gobiernos capitalistas. El Frente de Izquierda Unidad es el único que critica este estado de cosas. Pelea por los protocolos bajo control obrero; la eliminación de las patentes y la confiscación de la producción nacional de vacunas; la triplicación del presupuesto de salud y la unificación de los sistemas sanitarios en uno solo, estatal y dirigido por los trabajadores.
Sergio Villamil
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