El exsenador por Río Negro y candidato a vicepresidente por Cambiemos en el 2019, Miguel Ángel Pichetto, al tomar la palabra en el acto por el 107 aniversario de la muerte de Julio Argentino Roca, dijo: “Estamos reivindicando una figura extraordinaria, vilipendiada por algunos sectores minoritarios de la izquierda argentina, algunos sectores que hoy están haciendo la reivindicación del indigenismo mapuche que no tiene nada que ver con nuestra historia”. Roca decidió ocupar el desierto para “consolidar la soberanía” de la Argentina y no para “destruir a los pueblos originarios” (La Nación, 19/10).
La segunda candidata a diputada por la capital, Victoria Eugenia Villarruel de “La Libertad Avanza” (Milei), en un acto realizado el 19 de octubre en la Ciudad de Buenos Aires dijo: “Hoy es el aniversario del fallecimiento de Julio Argentino Roca. Es conocido por todos nosotros por varios hechos, tal vez el más relevante en este momento histórico de la argentina sea la Campaña del Desierto, donde con 6.000 soldados anexaron un tercio de nuestro territorio. Si hoy tenemos Patagonia es gracias a Julio Argentino Roca y a todos los que pusieron el cuerpo contra los malones indígenas”.
El ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, habló de “terrorismo” y afirmó que “es obligación del Estado” mandar gendarmes a la provincia para colaborar (TN Política, 22/10).
Unidos en defensa de la “conquista del desierto”
El nombre que eligieron para la este “relevante hecho histórico”, según la candidata libertaria, muestra el carácter de la infamia. No se puede conquistar el desierto, porque es como la conquista de la nada. Estos territorios invadidos se encontraban habitados por diferentes pueblos indígenas, como los pampa, ranquel, mapuches, araucanos y tehuelches. Fueron masacrados, expulsados de sus tierras y esclavizados (incluidos mujeres y niños). Como la definió Leandro N. Alem, se trató de una “operación de policía” (1). Una especie de violento desalojo con asesinatos en masa. “No hubo conquista alguna sino un paseo militar a lo largo del cual se consumó una masacre porque el ejército argentino ya estaba dotado del Remington y cañones de retrocarga y el guerrero araucano no disponía más que de su lanza de coligüe y otras armas primitivas” (2).
Pichetto dice que el objetivo no era destruir a los pueblos originarios. Pero Roca, cuando entregó su plan al gobierno de Avellaneda, utilizó el término extinción (3). Después de culminada la campaña informó al Congreso de un número indeterminado de muertos y 14.000 detenidos (4). Muchos murieron en el traslado a Buenos Aires. Los sobrevivientes fueron obligados a desfilar encadenados por la ciudad, mientras obreros anarquistas gritaban indignados “bárbaros son los que pusieron estas cadenas” (5). En el patio de maniobras de la demolida Aduana de Taylor, justo atrás de la actual Casa Rosada, se vivieron escenas brutales. Los niños eran arrancados de los brazos de sus madres, mientras gritaban, para ser entregados como personal doméstico a las familias más pudientes (6). Como se ve, los supuestos portadores de la civilización llevaban encarnada la más cruel barbarie. Como denunció el diputado Aristóbulo del Valle en el parlamento, “al hombre lo hemos esclavizado, a la mujer la hemos prostituido; al niño lo hemos arrancado del seno de la madre, al anciano lo hemos llevado a servir como esclavo a cualquier parte; en una palabra, hemos desconocido y hemos violado todas las leyes que gobiernan las acciones morales del hombre” (7).
Realizando una breve comparación con la conquista del Oeste en los Estados Unidos, podemos detectar una diferencia fundamental. En el país del norte los colonos avanzaban, impulsados por el Estado yanqui que les garantizaba la entrega a cada uno de 64 hectáreas de tierra (ley decretada por Lincoln en el segundo año de la guerra civil). El ejército acudió, en su ayuda, masacrando a los indios que pretendían resistir el avance. Por lo tanto existió un reparto de tierras en el corazón agrario de EE.UU. En nuestro país no existió tal reparto, cuando llegaron los inmigrantes la tierra ya estaba dividida en un puñado de grandes terratenientes. Los inmigrantes fueron hacinados en conventillos de mala muerte. Gran parte del costo militar de esta expedición fue pagada con bonos redimibles en tierras públicas en cinco años. Estos financistas son los que se quedaron con la mayor extensión de territorio y fueron las familias más ricas de la oligarquía porteña. “En Argentina, el ejército conquistó la tierra por orden de los estancieros, extendiendo el latifundio y expulsando de la tierra al nativo y al inmigrante” (8). No para consolidar la soberanía como nos quiere vender Pichetto.
El sometimiento del gaucho y el exterminio del indio tomaron la forma social de la estancia. El desarrollo de la estancia se convertirá en latifundio, este fue el obstáculo fundamental para el poblamiento del Campo Argentino y para un desarrollo importante del mercado interno. El Ejército Argentino, a partir de la década de 1860, fue el instrumento necesario para llevar adelante el proceso de la culminación de la conformación nacional. Este fue el mismo ejército que avanzó contra el Paraguay matando a todo hombre mayor de 13 años, en una alianza con el imperio esclavista de Brasil y Uruguay. Paraguay, hasta la guerra de la triple alianza, tenía un incipiente desarrollo industrial, independiente y proteccionista. Esto significaba un problema para los intereses de la oligarquía Porteña, porque el Paraguay disputaba su hegemonía en el interior argentino. Al mismo tiempo, que ahogaba en sangre el Paraguay, el ejército nacional invadía todas las provincias para garantizar el dominio de Buenos Aires, siempre bajo la batuta del capital inglés.
En la década del 1870 el gobierno de Perú estatizó el comercio del salitre, que se encontraba explotado por capitales chilenos, europeos e ingleses. En la misma década, Bolivia decidió la expropiación de la compañía salitrera de Antofagasta, provincia que pertenecía al territorio boliviano y le permitía la salida al mar. Chile declaró la guerra a ambos países, apoyado fuertemente por los intereses ingleses. Este conflicto se denominó la Guerra del Pacífico y Chile venció a la confederación de los dos países. Por este motivo se apropió de la salida al mar boliviana y de territorios peruanos. Perú y Bolivia le propusieron un pacto defensivo a la Argentina. Pero Argentina realizó un pacto con Chile donde se dividió la Patagonia: Chile obtuvo la mitad de Tierra del Fuego, del estratégico puerto de Punta Arenas y del Estrecho de Magallanes; Argentina, el compromiso chileno de no intervención en su extensión hacia el sur. La Guerra del Pacífico, como la guerra contra el Paraguay, determinó un aumento de la influencia de los ingleses en la región. Pasaron a controlar la economía de varios países del sur americano. Por lo tanto la toma de la Patagonia no se dio a partir de la genialidad de “una figura extraordinaria” como nos indica Pichetto, sino por un pacto espurio con Chile y los británicos, contra los intereses de la mayoría de los países de la región.
A partir de 1875 se introdujo el método frigorífico para conservar las carnes. También existió un proceso en el cual se mejoró el mestizaje del ganado. A partir de estos dos procesos y del segundo ciclo de la lana, Argentina reunió las condiciones para convertirse en una gran proveedora de carne del mercado británico. Esta fue la causa fundamental del copamiento de la Patagonia, la búsqueda de nuevos pastos. Los beneficios de este gran desarrollo fueron acaparados por el capital británico, que dominaba los puertos, los ferrocarriles y los frigoríficos, dejando para la oligarquía sólo la propiedad de la tierra. Esta oligarquía veía crecer sus vacas sin ocuparse de la industrialización del país que fue tardía, liviana y desigual. Cuando los libertarios nos hablan de la argentina potencia del pasado, omiten la subordinación al capital inglés, que terminó siendo un yunque para un desarrollo sostenido en la primera mitad del siglo XX.
Los “nacionales y populares” también reivindican a Roca. El general Juan Domingo Perón, cuando nacionalizó los ferrocarriles en 1948, le puso a los del sur el nombre del “prócer”. La demagogia indigenista de los kirchneristas no impidió, bajo el gobierno CFK, la emisión del billete con la imagen de Roca y la Conquista del Desierto. Esta misma demagogia tampoco sirvió para dar lugar a los reclamos de los pueblos originarios, salvo algún subsidio aislado. Esto se relaciona con el carácter de clase de la familia Kirchner, que son terratenientes hoteleros patagónicos. Siempre defendieron los intereses de los pulpos inmobiliarios y de las mineras.
Unidos en defensa de Lewis y la represión
El incendio del club Andino Piltriquitrón, en los últimos días en la localidad del Bolsón Rio Negro, fue utilizado por la derecha para realizar una enorme propaganda, en particular contra los mapuches y en general contra todos los pueblos originarios. Fue el detonante para el envío de la gendarmería nacional. Esto, a pesar de que ningún grupo se atribuyó el atentado. Es la misma gendarmería que durante el gobierno de Macri asesinó a Maldonado y Nahuel. Berni, el cristinista arrepentido que dice que después de las elecciones se va, pide represión. A este operativo se sumó el periodista de Clarín Lanata. Acusan a los que luchan por su tierra de terroristas, con el claro objetivo de preparar las condiciones para nuevas avanzadas represivas como las del macrismo.
La Gendarmería no va a El Bolsón para evitar desmanes, va para reprimir la lucha por la tierra y el ambiente. Esta lucha se está manifestando desde los lados de la cordillera. Por eso en Chile también hay un proceso de militarización del sur. Va para defender los loteos que realiza Lewis, una acción destructiva de la cordillera y de sus cursos de agua. También para llevar adelante los desalojos de terrenos ocupados por las comunidades. El objetivo es aniquilar al gran movimiento de reclamos de la comuna andina por la tierra y en defensa del medio ambiente.
Como se puede apreciar, cuando se trata de la defensa de la propiedad y de la usurpación de los capitalistas, no existen grietas ni castas. Todos los representantes de la patronal, de una forma u otra, reivindican a Roca y su matanza en la Patagonia porque se trata de la constitución del Estado argentino capitalista. Ayer bajo la subordinación al capital inglés, hoy al yanqui y el FMI. Ese Estado que antes expropió a los gauchos y originarios y que explotó a los inmigrantes europeos, hoy explota al conjunto de los trabajadores (entre ellos los pueblos originarios y nuevos inmigrantes latinoamericanos). También todos exigen represión a los que luchan o mandan tropas.
Esta misma actitud la podemos observar en todos los puntos fundamentales del programa de la patronal. Apoyan la reforma laboral, la reforma jubilatoria y el acuerdo con el FMI. La forma de terminar con el ajuste, que todos ellos apoyan a muerte, es organizándonos de forma independiente a los trabajadores y metiendo diputados obreros y socialistas en todo el país. Vamos con el Frente de Izquierda-Unidad y vamos por todas nuestras reivindicaciones. Abajo los genocidas de ayer. Fuera gendarmería de la comarca andina. Fuera Lewis y las mineras. Viva la lucha de los pueblos originarios y todos los trabajadores.
Leo Furman
(1) Christian Rath. La Conquista del Desierto, el aniversario oculto. Prensa obrera 01/07/2017).
(2) Christian Rath. La Conquista del Desierto, el aniversario oculto. Prensa obrera 01/07/2017).
(3) Walther, Juan Carlos (1970). La conquista del desierto. Buenos Aires: Eudeba. p. 239.
(4) Ebelot, Alfred (1881). «Introducción al Tomo I». Informe Oficial de la Comisión Científica agregada al Estado Mayor General de la Expedición al Río Negro (Patagonia). Buenos Aires: Imprenta de Ostwald y Martínez.
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5) Pigna, Felipe (27 de noviembre de 2013). «Los campos de concentración de la “conquista del desierto”». Corpus.
(6) Pigna, Felipe (27 de noviembre de 2013). «Los campos de concentración de la “conquista del desierto”». Corpus.
(7) Lenton, Diana Isabel (2014). «De centauros a protegidos. La construcción del sujeto de la política indigenista argentina desde los debates parlamentarios (1880 – 1970)». Corpus 4 (2): 105.
(8) Christian Rath. La Conquista del Desierto, el aniversario oculto. Prensa obrera 01/07/2017).
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