La tregua, sin embargo, no ha durado mucho. El jueves pasado Bellido fue eyectado del cargo, no por la mayoría parlamentaria de los bloques opositores sino por el propio Castillo. La razón no era menor: Bellido venía amenazando con la nacionalización del yacimiento de gas de Camisea, el mayor de Perú, si el consorcio que tiene la concesión por 40 años no se avenía a un reparto de utilidades más favorable al estado peruano. El reclamo de Bellido forma parte del programa de gobierno de Perú Libre.
En cierto modo, el indigenismo peruano buscaba imitar la política del de Bolivia y Evo Morales, quien enseguida de asumir la presidencia había obtenido un aumento del impuesto a las regalías de las petroleras privadas, que fue bautizado como una nacionalización. Otra circunstancia coyuntural emparentaba el reclamo de Bellido con lo ocurrido en Bolivia, y es el alza del precio internacional del gas y del petróleo, que en este caso podría tocar de nuevo los uSs100 por barril. Además del petróleo y el gas, Perú se destaca como un oferente de minerales de primer orden – cobre, plata, oro, otro de los rubros que debían ser afectados para la política de “redistribución de ingresos” que enarbolaba Perú Libre. Una nacionalización debía implicar a la opositora Asamblea Nacional, que en los últimos años se las ha arreglado para derribar a cuatro presidentes. Camisea es un consorcio encabezado por dos compañías de Argentina, Pluspetrol y Tecpetrol-Techint, seguidas de Repsol y empresas y contratistas norteamericanas.
Las declaraciones amenazadoras de Bellido fueron seguidas de réplicas por parte del ministro de Energía, que prefirió reclamar una reducción del precio interno del combustible, y del mismo Presidente, que salió con la clásica frase que promete cumplir con “el estado de derecho”. La expulsión de Bellido, al día siguiente, produjo un alza fuerte en la Bolsa de Lima, y una módica apreciación del Sol, la moneda de Perú.
Lo singular de esta crisis, es que Castillo transfirió la jefatura de Gobierno a una mujer joven, Mirtha Vázquez, dirigente ambientalista del Frente Amplio. El FA reúne a la izquierda de la historia reciente de Perú, y es una aliada continental del MAS de Bolivia, del PT de Brasil y del kirchnerismo ‘nostro’. La operación golpista de las petroleras, las mineras y el parlamento derechista fue encabezada por la izquierda democratizante, que ya contaba en el gabinete precedente con el ministro de Economía, un ex funcionario del Banco Mundial, que sigue obviamente en su cargo. Los monopolios internacionales no están obligados a recurrir a un Milei para alcanzar sus propósitos.
No sorprende entonces que Perú Libre, el partido del Presidente, considere re-convertirse de oficialista en opositor. Para respaldar el giro político, Castillo podría preferir una coalición parlamentaria de opositores que una minoría de oficialistas resentidos. Todo dependerá de los canjes de favores que se hagan. De cualquier modo, el indigenismo latinoamericano (valga la contradicción) no ha superado la prueba de Perú. La combinación de circunstancias que llevaron a Perú Libre al gobierno, o sea la fragmentación de partidos y el descontento popular, no han servido como sustitutos a una construcción de cuadros y militantes, a un programa socialista y al desarrollo de una conciencia de clase del proletariado.
Jorge Altamira
09/10/2021
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