martes, 12 de junio de 2012
Los minicacerolazos no son graves sino cierto enfriamiento económico
El rechazo a Reposo como Procurador es un tema menor, igual que los cacerolazos de poco ruido en barrios ricos de la Capital. El problema más serio es cierto enfriamiento de la economía, con suspensiones de personal.
Los medios monopólicos y la escuálida oposición política festejaron el fracaso del oficialismo en nombrar a Daniel Reposo como Procurador General. Tienen derecho al festejo porque es el único gol que hicieron en varios partidos.
El candidato decidió bajarse cuando los hechos cantaban que en el Senado no iba a reunir la cantidad de votos necesarios para su designación. Con su renuncia a la presidenta se salvaron -él y sobre todo el gobierno nacional- de una votación adversa. El titular del bloque cristinista, Miguel Pichetto, habrá respirado aliviado porque no es mago y no podía reunir dos tercios de los senadores.
Las malas notas de Reposo en Derecho, con promedio de 4,7, dieron pasto a las fieras, que también se cebaron con sus errores de tipeo (sic) en su currícula. Es verdad que genios como Albert Einstein no habían tenido brillantes notas en la escuela (en un certificado que se puede ver en Internet tenía cinco 4, otros tantos 5 y 6. Pero las torpezas del candidato a Procurador las cometió cuando tenía más de veinte años y ahora que es bien mayor de edad. Está claro que no es Einstein.
Se trató de una clara derrota política, aunque puntual, del oficialismo. ¿Quién tiene la responsabilidad, además del candidato al que no le daba el pinet?
A juicio del cronista una parte de culpa debe asumirla Amado Boudou. Para defenderse de acusaciones ante la justicia no tuvo mejor idea que denunciar a un muy buen juez, como Daniel Rafecas, y provocar la renuncia de Esteban Righi, que realizaba bien su tarea como jefe de los fiscales. Por añadidura, en contra de Boudou, hay que recordar que Reposo era políticamente una persona vinculada con él.
Se podría concluir que el vicepresidente ha complicado más de lo que ayudado en la gestión de Cristina Fernández de Kirchner. Y lamentablemente para ésta, esos daños colaterales aún no han terminado.
La presidenta también propuso y sostuvo hasta el último momento a un candidato como Reposo con muchas falencias. Quizás sea apropiado que, luego del tropiezo, la jefa del Ejecutivo reflexione sobre la necesidad de que, ante casos análogos, realice mayores consultas, que vayan un poco más allá de su círculo político más íntimo. Y que en particular piense dos veces antes de avalar algo o alguien que venga vinculado con Boudou, otra decisión exclusiva suya en 2011 que no está dándole buenos resultados.
Con Reposo o sin él, poco cambia de la política. No se cae el gobierno por esa frustración ni se levanta por eso la oposición. Es una anécdota, como hasta ahora lo son los cacerolazos, que tienen más repercusión en TN que participantes. Y la que tiene vive en barrios con un sentido de clase tan acomodado que no hay cómo disimularlo. Sus insultos, sus ropas, sus perros y su forma de hablar remiten a porteños de clase media y clase media alta a los que todavía les arde y duele el 54 por ciento de octubre pasado. Sus golpes a periodistas de 678, también tienen ese sentido de clase.
No bajar la guardia
Esos detractores furiosos no logran mover el amperímetro ni convertirse en movilizaciones de masas como las de 2008. Ante esa pequeñez numérica, el gobierno los ningunea; su principal preocupación es “no caer en provocaciones”. Hay terror a que manifestantes del Frente para la Victoria y afines pudieran enfrentarse en la calle con los caceroleros de teflón y los que van al campo una vez a la quincena.
Hasta ahora esa desmovilización oficial no es mal vista por sus numerosos seguidores. Habrá que seguir la evolución de los acontecimientos, porque los ricos productores agropecuarios nacionalizaron su lock out con un alcance semanal. Y en algunas rutas controlaron y demoraron camiones con carga de cereales, que fueron derramados en la banquina, y de hacienda en pie. En ciertos casos la policía avaló sus procedimientos ilegales de control.
En el gobierno temen la foto de marzo de 2008, cuando Luis D´Elía y otros referentes del kirchnerismo fueron a recuperar la Plaza de Mayo ocupada por los sojeros. Y en la ocasión voló un trompis del titular de la Federación de Tierra y Vivienda contra un provocador productor entrerriano.
Aquella lectura es errónea. Nunca se terminará de agradecer a D´Elía su gesto que ayudó a defender la democracia. Las declaraciones de Carta Abierta vinieron después; lo que más corrió a los destituyentes del histórico lugar fue aquella piña, legítima.
Ahora las cosas son diferentes. Los sojeros movilizan, cuando pueden, a sus familiares directos y peones que no pueden decir que no al patroncito. No parecen un gran peligro, pero sería un error bajar la guardia y rehuir la movilización ciudadana en defensa de una democracia con distribución del ingreso, donde paguen sus impuestos los que más tienen.
La diferencia está clara. D´Elía y su partido MILES hizo una asamblea y pidió una coalición que ponga proa a la reforma constitucional. “El Negro” hoy no apunta a Plaza de Mayo sino a un movimiento social hacia una futura Constituyente, aunque los dos objetivos no son contrapuestos.
No se deberían subestimar a la derecha por ciertos movimientos económicos y políticos de la semana.
La movida alrededor del dólar tuvo su impacto. Según los informes del Banco Central, en el último mes salieron de las entidades 1.600 millones de dólares. En la última semana fueron 600 millones. Un economista de la contra, Roberto Cachanovsky, se ufanó que la mayoría de los que retiraron depósitos pertenecen “al chiquitaje”, de entre mil y 5.000 dólares. Si es cierto, da una idea de lo prolongada que será lo que Cristina llamó “batalla cultural”.
El arzobispo de San Juan, Alfonso Delgado, arremetió contra la presidenta, a propósito de las sanciones contra una alumna que en un colegio católico habló en vísperas del pasado Día de la Memoria. Esto también aconseja no bajar la guardia. Los enemigos de los derechos humanos no se rinden.
¿Frío, frío?
Ya se sufren las bajas temperaturas de un otoño que marcha hacia más frío aún. Pero aparte de eso, del que se ocupan Nadia, Eschoyez y otros pronosticadores, hay que hablar del que afecta a actividades económicas.
La conducción de la Unión Industrial Argentina, afín al gobierno, admitió que la producción industrial cayó en abril 3 por ciento comparada con igual mes del año pasado. De todas maneras, el primer cuatrimestre aún fue positivo, en la comparación, pero por poquito: 1,1 por ciento.
La industria automotriz, una de las cartas que siempre exhiben la presidenta y la ministra de Industria, Débora Giori (subidas a tractores o camiones de la Fiat y de otras marcas, en actos empresarios), viene para atrás. Según la cámara de las terminales extranjeras, Adefa, la producción disminuyó 24,4 por ciento, las ventas al mercado interno 15 y las exportaciones 45.
Los motivos pueden ser varios, pero resalta la falta de compras o las demoras o disminuciones de pedidos desde Brasil, siendo que la industria automotriz radicada en Argentina (no se puede decir que sea argentina) es 80 por ciento “Brasil-dependiente”.
Un reflejo de esos problemas es que algunas terminales ya comenzaron a suspender personal. La marca francesa del rombo suspendió a sus 2.000 operarios por tres jornadas en su planta de Santa Isabel. Y la italiana dispuso también reducir las jornadas y suspender a sus operarios de Ferreyra.
Esas malas novedades deberían ayudar a otra reflexión del gobierno nacional. ¿Se corresponden esas suspensiones con la cantidad de dinero que el Estado ha entregado a esos monopolios en subsidios como el Repro o créditos subsidiados como los del Bicentenario?
A las terminales les dieron 1.000 millones de pesos con créditos a tasa anual del 9.9 por ciento fija en pesos. Sólo a Fiat le adjudicaron 565 millones de pesos. ¿Y pagan con estas suspensiones de sus trabajadores ante el primer nubarrón que surca San Pablo?
Con la industria automotriz le pasa a Cristina algo similar a lo de YPF. Durante largos años sólo se anunciaban en ese rubro petrolero noticias supuestamente positivas, hasta que se chocó con la realidad. Aquí pasa algo parecido. La presidenta fue a todas las inauguraciones y anuncios, en Renault, Fiat, Toyota y Peugeot, y supuestamente todo iba en dirección al plan de fabricar casi dos millones de vehículos en 2020 (¿aguantarán el medio ambiente y las rutas?).
Y de golpe con el estornudo de Brasil se resfría “nuestra” industria automotriz, cortándose el hilo por lo más delgado, sus empleados.
Aunque a la presidenta y Héctor Timerman no les guste, convendría adoptar más medidas proteccionistas y blindarse más contra los coletazos de la crisis internacional.
A contramano de ese proteccionismo necesario, el canciller informó esta semana, muy orgulloso, que “Argentina se encuentra entre las once economías con mayor apertura a la inversión del mundo y se ubica segunda entre los miembros del G-20”. Añadió: “en América latina, el país también es la segunda economía más abierta, detrás de Colombia (…) Argentina está entre los principales países que defienden la inversión extranjera”. Daban ganas de decirle, no aclare más que oscurece…
Emilio Marín
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