jueves, 25 de octubre de 2012

"La muerte de un trabajador, de un estudiante es el costo que menos les interesa"



El 20 de octubre de 2010 los trabajadores precarizados del Ferrocarril General Roca salieron a reclamar el pase a planta permanente. La respuesta llegó en forma de un feroz ataque, que incluyó armas de fuego y donde perdió la vida el joven militante Mariano Ferreyra. En el segundo aniversario de su asesinato, Indymedia dialogó con María del Carmen Verdú, integrante de CORREPI (Coordinadora contra la represión policial e institucional) y abogada de la querella en la causa donde se investiga el crimen: “A Mariano lo mató la Triple Alianza Antiobrera. Esta conjunción de intereses económicos y apoyos políticos que tiene su eje en estas tres patas que son la burocracia sindical, la patronal y el aparato estatal”.

Por ANRed - L (redaccion@anred.org)

Nos comunicamos con vos para saber en que estado está la causa de Justicia por Mariano Ferreyra. Están a punto de cumplirse dos años de su asesinato, han sucedido muchas cosas alrededor de esta causa. Nos gustaría que nos digas cual es tu visión, desde la CORREPI.
La causa en general podríamos resumirla diciendo que, con los ciento y pico de testigos que ya han declarado estos dos primero meses del proceso -el juicio oral comenzó el 6 de agosto y esta previsto que continúe hasta bien entrado el año próximo, tal vez para marzo o abril podremos estar pensando en los alegatos recién- decía, con todo lo que se ha incorporado con el debate, más los testimonios, más la documentación, las escuchas telefónicas, las pericias y el resto del material que viene como incorporación de la instrucción, tenemos en este momento más que suficiente para sostener, no sólo, las acusaciones de los 17 imputados que están sometidos actualmente a proceso -integrantes de la Unión Ferroviaria y el grupo de choque- que ejecutó materialmente el ataque y 7 integrantes de la Policía Federal, sino también para insistir en el planteo que venimos haciendo desde el inicio mismo de la causa. Incluso de antes de presentarnos como querellantes a los compañeros que resultaron heridos: Elsa Rodríguez, Nelson Aguirre y el resto de los querellantes que estamos patrocinando, decimos, a Mariano lo mató la Triple Alianza Antiobrera. Esta conjunción de intereses económicos y apoyos políticos que tiene su eje en estas tres patas que son la burocracia sindical, la patronal y el aparato estatal.
Por eso decimos que debe profundizarse la investigación y avanzarse en la responsabilidad penal también de los que deberían estar en la sala de acusados hoy. Como dijimos en una de las apelaciones que hicimos ante la Cámara Criminal, si bien son todos los que están, no están todos los que son. Porque falta la mayoría de los funcionarios del gobierno nacional involucrados con el negocio de la explotación ferroviaria y que fueron partícipes directos como co-gestores de este plan de aleccionamiento de los trabajadores que se organizaban contra el aparato sindical, que funciona como corset para los reclamos de los trabajadores: (ministro de Trabajo, Jorge) Tomada, (viceministra de Trabajo, Noemí) Rial, (ex secretario de Transporte Juan Pablo) Schiavi, (ex subsecretario de Transporte Ferroviario Antonio) Luna, etc.
También falta un eje central que es la parte empresarial, la propia UGOFE, que además también tiene participación estatal. Y ninguno de sus directivos ha sido molestado con alguna indagatoria, un procesamiento, ni mucho menos con el juicio oral. Para decirlo bien cortito: si hoy tuviésemos que alegar, estaríamos en absoluta condiciones no solo para pedir prisión perpetua para los 17 imputados, sino también para exigir el procesamiento, la prisión preventiva contra estos otros responsables que no han sido molestados por la tan perezosa mano de la justicia.
¿Cual es la estrategia de la querella para avanzar en estas responsabilidades?
El gran triunfo que hemos evaluado con esta querella que compartimos con CORREPI y APEL (Asociación de Profesionales en Lucha) es haber instalado como eje de discusión, en el debate, es decir: como el tema que se va a evaluar jurídicamente en los alegatos sobre el que van a tener que pronunciarse los jueces en la sentencia, el mismo planteo que venimos haciendo desde hace mucho tiempo en relación a esta organización tripartita.
Esto que, en el fallo del día de hoy, del juez Bonadío, en la causa de TBA del choque del tren del 22 de febrero que llama “siniestra trilogía de empresarios, sindicalistas y funcionarios” y que nosotros, con un poco más de presión y menos poesía, llamamos la Triple Alianza Antiobrera. El aparato de la burocracia sindical, el aparato estatal -que no solamente son los policías- y el aparato empresarial que comparte un fabuloso negocio, que son socios históricos y aliados eternos que están dispuestos a defender su ganancia a cualquier costo.
Por supuesto que la muerte de un obrero, de un trabajador, de un estudiante es el costo que menos les interesa porque su única preocupación pasa por las cuentas que sacan a fin de mes, de cuánto engrosaron sus cuentas bancarias en el exterior.
Entonces lo que nosotros estamos desarrollando desde la querella, como estrategia, tiene que ver con apuntar a esa conjunción de intereses. Y de alguna manera, por más que sea un objetivo que suena como muy contradictorio, pero que en realidad tiene una profunda base dialéctica, lo que estamos haciendo es llevar a ese escenario que pertenece al enemigo -porque es una sala de audiencia que pertenece al Estado, que es el responsable de la represión cotidiana, un aparato que existe para garantizar el privilegio de los poderosos- llevar a ese escenario hostil, ni mas ni menos, el desarrollo de la misma lucha de clases de la que participamos todos los días en la militancia en la calle, cuando nos movilizamos para denunciar la represión, denunciar las patotas, la criminalización de la protesta, para denunciar en definitiva cualquiera de las múltiples formas que asume tanto la represión preventiva como el gatillo fácil, la tortura, como el asesinato selectivo de militantes en movilizaciones o con su persecución a través de la justicia.
¿Cómo se manejan los acusados, como intentan responder a estas acusaciones?
Los acusados, precisamente, están mostrando de manera maravillosa, muy clara...por eso nosotros insistimos mucho en la utilización a modo de práctica, inclusive, para todos los compañeros de las organizaciones, en que estén presentes en la sala como público. Más allá de que de aclare que para nosotros es de una fundamental importancia el calorcito en la espaldas de las miradas amigas. Para compensar el ojeo permanente del enorme sector de los defensores. Imagínate que estamos en una sala donde 4 o 5 compañeros de la querella, más de la fiscalía, hay alrededor de no menos de 40 abogados defendiendo a los 17 imputados, la mayoría de ellos -porque hay algunos defensores oficiales- pertenecientes a los estudios jurídicos más poderosos de toda la República Argentina.
En ese ámbito, lógicamente, su estrategia se basa fundamentalmente, por un lado es echarle la culpa a otros, en los casos de los que pueden. Por ejemplo, hay una notoria diferencia ente la estrategia común de la patota y de la policía, por un lado, con la de la defensa de Favale por el otro, que fue elegido para ser el chivo expiatorio. Más allá de su indudable responsabilidad como uno de los cuatro tiradores que hubo, como mínimo, esa jornada.
Y también se advierte un eje central puesto en la culpabilización de las víctimas, señalando o buscando elementos que según ellos pudieran apuntar la situación de necesidad que llevó a los pobrecitos integrantes del grupo de choque a defenderse. Porque los compañeros devolvían las piedras que les tiraban. O porque cuando vino el ataque, los más jóvenes, los más capaces para la confrontación física, formaron un improvisado cordón de seguridad y se plantaron, a pesar de que se les venían aullando más de 100 personas, incluso armadas con pistolas, escopetas, revólveres, etc, para tratar de garantizar con su propio cuerpo y ahí es donde cae Mariano.
Él formaba parte del cordón de seguridad permitiendo la retirada del resto de los compañeros, entre los cuales había mujeres, chicos, organizaciones como la CTD Aníbal Veron, el movimiento Teresa Rodríguez, que había ido con la gente de los barrios. Una de las heridas más graves, Elsa Rodríguez, fue una de esas señoras, una señora de 60 años que estaba intentando retirarse del lugar recibió el disparo a 100 metros de distancia de los compañeros que estaban improvisando esa línea de defensa.
La línea de defensa de los defensores de los acusados, en cambio, es señalar que es lícito por lo menos emprender a los tiros contra quien se defiende con un palo, con una piedra o una gomera.
¿En el marco de la causa, qué lectura hacen ustedes del secuestro de Alfonso Severo?
El testimonio de Alfonso Severo, por lo pronto hay que decirlo con muchísima claridad, no es un testimonio clave ni mucho menos. En primer lugar porque no existe tal cosa como un testimonio que, por sí mismo, pueda resolver y garantizar el desarrollo de todo lo que implican las pruebas que hay que reunir para lograr una condena.
El cuerpo probatorio se va conformando como quien arma un rompecabezas, donde cada pieza sólo tiene sentido cuando se la une con las demás y se va conformando la imagen. Por supuesto, algunas pueden tener más importancia que otras, en el rompecabezas las piezas de los bordes son las primeras que uno busca, porque son las que te dan el marco. Otras tienen otro tipo de importancia en el armado. Lo mismo sucede con los testimonios.
Sí es un testimonio de importancia, porque Alfonso Severo no es un trabajador ferroviario, sino que llegó a un cargo jerárquico en los últimos años, cuando sí trabajaba en el ferrocarril como empleado convencionado, es decir afiliado a la Unión Ferroviaria. Era un hombre más de la Lista Verde, del Pedrazismo, y cuando ascendió en la escala jerárquica empezó a tener conflictos. Hasta que llegó al rompimiento total con el grupo de Pedraza, y a partir de allí se generaron una serie de situaciones y hechos en el curso del año 2009, que lo que deben hacernos reflexionar es que, si así se tratan í entre ellos, qué podemos esperar que hagan en relación a nosotros.
En esas circunstancias es que Severo es expulsado a punta de pistola, su hijo, que también trabajaba en el ferrocarril, es apaleado, y se producen una serie de hechos de violencia en los cuales él resulta atacado porque había roto con la disciplina que exige la burocracia sindical. Entonces aporta una serie de detalles interesantes, que van a ser seguramente valorados en los alegatos, porque conoce el funcionamiento de primera mano. De hecho tiene una serie de causas penales iniciadas en su contra por episodios en los que participó siendo integrante de la Lista Verde y trabajando para el Pedrazismo. No nos puede sorprender que tenga causas por abuso de armas, por estafa o extorsión o amenazas.
En cuanto al episodio concreto de su secuestro, también hay que leerlo en el marco general de cómo viene dándose el clima. No sólo en la sala de audiencias, sino en general en torno al juicio donde, antes de que Severo fuera secuestrado, tuvimos que denunciar en cinco o seis oportunidades episodios de amenazas, hostigamientos, incluso ataques personales contra más de un testigo.
Sin ir más lejos, el mismo lunes de la semana en la cual Severo tenía que declarar, y en que se produjo su secuestro el día miércoles a la noche, denunciamos la situación que había ocurrido en Florencio Varela, cuando José "Cacho" Andino, un militante del Movimiento Teresa Rodríguez que también tenía que declarar el jueves, igual que Severo, fue abordado por dos individuos en moto, casualmente lo mismo que dice Severo. Lo arrinconaron en un callejón cerca de la parada del colectivo 148, donde se había bajado para ir a la casa, le dijeron que no los mirara, que mirara para el piso, que si seguía hablando no lo iba a reconocer ni su madre, y le hicieron dos referencias puntuales, que muestran que esto no fue una cuestión individual, aislada o desvinculada no sólo del juicio sino de los sujetos involucrados en el juicio.
Por una lado le hicieron clarísima referencia a lo que él declaró en la instrucción cuando le dijeron “¿Quién carajo te dijo que dijeras que habías visto una escopeta?”, en el testimonio de Cacho lo más importante que él aporta, es que es de las pocas personas que vio a uno de los integrantes e la patota portando un arma larga. Hecho que cobró inusitada importancia cuando en enero de este año logramos que los médicos pudieran finalmente, en el Hospital Santojanni, extraer el proyectil que estaba alojado dentro de la pierna del compañero Nelson Aguirre. Y resultó, para sorpresa de todos, que no era un proyectil único de un arma de fuego de puño, sino que era una posta de plomo de una escopeta, de un proyectil múltiple disparado por una escopeta. Y no hay ninguna duda de que en el momento del ataque la policía no estaba ni cerca, porque precisamente estaban custodiando a 300 metros al grupo que había quedado sobre las vías, para que no hubiese ningún problema y esperando que volviera la patota para dejarlos pasar y cubrirles la retirada.De manera que esa posta fue disparada por integrantes del grupo de choque.
Y el segundo dato que le dijeron a Cacho quienes lo interceptaron en esa callecita de Florencio Varela, fue la referencia al día en que tenía que declarar, y esto es mucho más grave, porque la información de qué testigos van declarando cada día sólo la recibimos las partes del juicio, apenas unas horas antes, uno o dos días antes tenemos el listado de quienes van a declarar en las audiencias siguientes, por lo tanto esa información sólo pudo salir de la sala de audiencias.
Clarísimo. Nos has dado mucha información, no sé si querés agregar algo en particular.
Mirá, en realidad hay para hablar una semana seguida. Porque están poniéndose en evidencia cosas muy importantes en el juicio.
Han declarado, por ejemplo, algunos de los directivos de las empresas tercerizadas, como una abogada amiga de la infancia de Graciela Coria, la mujer de Pedraza, que nos quiso hacer creer que los trabajadores tercerizados híper explotados entre las tercerizadas, el sindicato Ugofe, y con la venia, por supuesto, del gobierno nacional, eran asociados libremente, que se repartían beneficios y ganancias.
Ha declarado una empleada del ferrocarril, también integrante en un puesto como delegada de la Unión Ferroviaria, que negó bajo juramento saber quién era Favale, y obran en la causa, y se le exhibieron en la sala, fotos obtenidas en el acto kirchnerista de River del 15 de octubre de 2010, es decir nada más que cinco días antes del asesinato, donde aparece muy sonriente como si estuvieran festejando un chiste, Pablo Díaz, que fue el jefe de la patota en el lugar el día del hecho, ésta mujer, y el tercero, un muy sonriente Favale, que luce orgulloso una pechera con el logo de la Unión Ferroviaria.

Perlas como ésta hay montones.

O como aquel muchacho, (Lucas Matías) Lezcano, que declaró hace dos jornadas atrás que él no había nunca declarado en la instrucción y fue ubicado e identificado porque desde su teléfono celular salieron 36 llamadas hacia el teléfono de Favale en la tarde del día 20 y a su vez recibió 32 llamadas del teléfono de Favale.
Al principio trató de desvincularse, de decir que ese teléfono él no lo usaba, que se lo había regalado a su papá, pero después terminó admitiendo que estuvo en el día del hecho en Barracas. Y dijo que un amigo que conocía del barrio, con el que había jugado alguna vez al fútbol, le ofreció una changa de ganarse $ 50 si se subía a un colectivo para ir a una movilización, a una manifestación, él dice que no tenía idea ni de qué se trataba.
Que le pidieron que llevara algún instrumento, y él cándidamente se fue con dos redoblantes y un repique, creyendo que le pedían instrumentos musicales, y cuando subió al colectivo se encontró con Favale y el resto del grupo que llegó con él para reforzar a la patota de la Unión Ferroviaria. Y dice que bajaron en la Estación Yrigoyen y él se quedó sobre las vías, no bajó, y después cuando llegó “aterrado” a su casa le mandó un mensajito a la novia diciéndole “ay amor, no sabés en el bondi que me metí, estuve con los que mataron al pibe ese”. Ciento cincuenta pesos pensaba ganarse con los tres instrumentos, “pobrecito”, de percusión que llevó, no entendió el mensaje del amigo evidentemente. Ciento cincuenta pesos es el precio de una vida para estos tipos.

Indymedia Derechos Humanos.

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