martes, 11 de octubre de 2011

¿Polo tecnológico o deslocalización transnacional del conocimiento?


Inaugurado monumental centro de investigación que trabajará para las transnacionales con financiación nacional

Pensar que puedan existir dos categorías de conocimientos, uno intelectual y otro manual, es un debate superado en el año 2011 aunque todavía queden vestigios de este pensamiento cavernícola surgido de las mismas entrañas del capitalismo salvaje, bajo diferentes fachadas progresistas.
Lo técnico está subordinado a lo político y el polo tecnológico inaugurado por la Presidenta Cristina Kirchner supone una fuerte apuesta a la creación de conocimiento orientado a la innovación productiva que deberá plasmarse en resultados concretos hacía la sociedad.
Por suerte y desde sus comienzos, el conocimiento tiene como origen a los saberes del pueblo: sin el avance de las sociedades en su conjunto y de los movimientos sociales-trabajadores, difícilmente se hubiera producido el crecimiento económico experimentado y poco probable hubiera sido la construcción del Polo tecnológico en el predio de las antiguas Bodegas Giol.
El problema de pensar que el conocimiento pueda estar generado y encerrado en laboratorios o polos tecnológicos carece de racionalidad social y consistencia ideológica. Mucho menos puede pensarse que el conocimiento pueda ser privatizado y vendido a las multinacionales de la biotecnología, alimentos o medicamentos.
Lamentablemente la Argentina ha desarrollado mayoritariamente investigación básica que luego era apropiada por empresas transnacionales que hacían y hacen el negocio utilizando la “materia gris” argentina. Antes fugando cerebros y ahora repatriándolos para, según el ministro de CyT, patentar el resultado de las investigaciones y vender los royalties a los grandes conglomeradores multinacionales.
La elitización en la producción del conocimiento y la fetichización de grandes centros de generación de innovación ha resultado en Argentina una herramienta que utiliza una parte de los científicos vendidos a los grupos económicos sojeros o farmacéuticos para succionar recursos al estado argentino y financiar investigaciones digitadas desde el exterior.
Otra coherencia clasista de Cristina Kirchner en su camino por coquetear con su propia clase (la rica) aunque el verdadero conocimiento se encuentra en las propia clase trabajadora que no se encuentra al servicio de las transnacionales.

Marcelo E. López Miranda

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