martes, 28 de septiembre de 2010

No a la extradición de Apablaza


La Corte acaba de autorizar la extradición del Galvarino Apablaza, militante del PC de Chile y del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Apablaza está acusado por la muerte del líder derechista Jaime Guzmán, autor de la constitución pinochetista, en el año 1991. La responsabilidad de Apablaza fue determinada en interrogatorios realizados por la policía brasileña a otro militante del FPMR, en circunstancias confusas. Apablaza, que reside desde hace ocho años en Argentina, viene pidiendo al gobierno kirchnerista, sin resultados, que se le otorgue la condición de refugiado.
Para la Corte, la muerte de Guzmán "no sería un crimen político" porque ocurrió "en democracia". Es clara, sin embargo, la motivación política de las acciones de Apablaza, cuya trayectoria estuvo signada por la militancia, desde la resistencia al pinochetismo hasta su participación en la revolución nicaragüense.
Los que reclaman la extradición parecen justificar el crimen político si éste tiene lugar bajo una dictadura; sería una suerte de derecho a la resistencia armada. Pero es claro para todo el mundo que la llamada democracia chilena tuvo por base la Constitución pinochetista y, por sobre todo, la intangibilidad de su aparato represivo, que aùn se despliega a los ojos de todos cada vez que tiene lugar una movilización popular. Guzmán era juzgado por las fuerzas de la resistencia chilena como el símbolo típico del pinochetismo -no como un heraldo de la democracia.
La democracia chilena se movilizó para rescatar a Pinochet cuando el dictador quedó detenido en Londres ante un pedido del juez español Garzón para juzgarlo en España.
El juicio que la democracia chilena no quiso para Pinochet, ahora lo quiere para Apablaza. La Justicia que juzgaría ahora a Apablaza es hija de la dictadura.
El kirchnerismo ha quedado prisionero ahora de su propia política. En 2006, fue el procurador de la Nación, el kirchnerista Righi, ex ‘gloriosa JP', que avaló la extradición de Apablaza, luego de juzgar que la muerte de Guzmán "no constituía un crimen político"; los K, en aquel momento, estaban en la onda de la concertación plural que tomaban como ejemplo de Chile. Por eso mismo, cajoneaban el pedido de refugio solicitado por Apablaza; de todos modos, el kirchnerismo habilitó a la extradición de otros militantes chilenos en estos años. Ahora que ‘luchan contra el monopolio', la extradición les arruinaría a los K el discurso.
En las últimas horas, las presiones políticas -incluidas las de los "hermanos" de la Unasur- se han multiplicado contra el otorgamiento del refugio a Apablaza. Todo indica que los K dejarán el asunto en la nebulosa, con el acuerdo del chileno Piñera.
Rechazamos la extradición de Apablaza, reclamamos que se le otorgue de inmediato la condición de refugiado que viene reclamando desde hace años.

Marcelo Ramal

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