jueves, 30 de septiembre de 2010

La sangre detrás de el campo, revelada por Osvaldo Bayer.


El film Awka Liwen analiza la Campaña al Desierto y su impacto en la historia argentina -Que hermosa niña, señora. ¿Cómo se llama?
–Awka Liwen.
–¿Y qué significa?
–Rebelde amanecer.
La respuesta de la madre de inconfundibles rasgos mapuches encandiló a Osvaldo Bayer. Aquel cruce casi casual en San Martín de Los Andes nunca dejaría de resonar en la mente del periodista e historiador. No por casualidad se convirtió en el nombre del documental que ya estaba rodando junto a los directores Mariano Aiello y Kristina Hille. “Hacíamos una película para dejar testimonio sobre el genocidio que el General Roca y sus amigos de la Sociedad Rural perpetraron sobre los pueblos originarios y me encontré con ese momento mágico, revelador. Se trataba de poner en primer plano una historia escrita con sangre y una crueldad sin límites. Pero ese nombre tan profundo, aquellos ojos que recordaré siempre, interpretaban de la mejor manera el espíritu de la película”, subraya Bayer.
Luego de dos años de idear el proyecto y casi uno de viajar por buena parte del país en busca de testimonios, imágenes y documentos, el jueves pasado se estrenó en el cine Gaumont Awka Liwen, el film escrito por Osvaldo Bayer y dirigido por Mariano Aiello y Kristina Hille. El documental incluye al propio Bayer casi como conductor del hilo argumental y los testimonios de los historiadores Arturo Emilio Sala, Felipe Pigna y Marcelo Valko; el biólogo Alberto Korenblitt, la antropóloga Diana Lentar y el periodista especializado en economía Maximiliano Montenegro, entre otros. Fue rodado en Salta, Chubut, Río Negro, Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y los estados de Nordrhein-Westfalen, Baden-Württemberg y Rheinland-Pfalz (en Alemania).
“Hacer un documental sobre el genocidio que sufrieron los pueblos originarios de la Argentina en tantas ‘campañas’ fue una idea que me persiguió durante gran parte de mi vida. Pero por un motivo u otro, no la podía concretar. Hasta que conocí a Mariano Aiello y Kristina Hille, una pareja de documentalistas que ya había hecho trabajos muy valiosos en Guatemala. Empezamos a hablar casi por casualidad, nos dimos cuenta de que teníamos una perspectiva común sobre el tema y que queríamos hacer algo con ella. Nos pusimos a trabajar con decisión a partir del 2008. Se tomó como base para armar el guión la Historia de la Crueldad Argentina, el libro que yo compilé sobre la Campaña al Desierto. Y viajando y hablando con mapuches, coyas, tobas, guaraníes y guarpes, entre otros, pudimos enriquecer mucho nuestra mirada inicial”, puntualiza el historiador.
Awka Liwen detalla la brutal Campaña al Desierto que encabezó Julio Argentino Roca y exterminó a alrededor de 70 mil nativos –las cifras en este rubro difieren– y condenaron a la esclavitud a miles más, y también da testimonio del presente de olvido y marginación de los escasos sobrevivientes de esas culturas. Pero el film va más allá. Se propone develar la matriz de poder, intereses económicos y articulaciones racistas que empujaron aquella gesta y que, con diferentes escenarios y coreografías, pero los mismos beneficiarios, siguieron cruzando y cruzan la historia de la Argentina.
Bayer analiza: “El poder de los dueños de la tierra es omnímodo y ningún Gobierno pudo tocarlo. Roca ejecutó su matanza para repartir 42 millones de hectáreas de tierra. La mayoría fue para la comisión directiva de la Sociedad Rural, que ya existía desde hacía cuatro años. Su presidente de entonces, José María Martínez de Hoz (abuelo del ministro de economía de Videla), fue premiado con 2.500.000 hectáreas. Para que la gente pueda dimensionar más fácilmente esa extensión: son 2.500.000 manzanas de tierra. No fue casual. La Sociedad Rural costeó la mayor parte de los gastos militares. La repartija de las tierras demostró ser una ‘inversión’ sin ningún escrúpulo moral y con ganancias escandalosas. Sus descendientes son los mismos que impulsaron el lock-out y los cortes de rutas de 2008 porque no querían pagar impuestos, los que apoyaron y gestaron los golpes de Estado, y los que favorecieron las persecuciones a los inmigrantes socialistas y anarquistas que llegaron en el siglo XX. Este análisis es fundamental en el film”.
El documental ya recibió más de 20 distinciones, entre la que se encuentra haber sido declarado de Interés Nacional por la Presidencia de la Nación –curiosamente el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) cuestionó el guión y no apoyó el film–. Se está exhibiendo en el cine Gaumont y en breve será estrenado en diversas salas del interior del país. Pero el objetivo de Bayer y compañía también es llegar a los colegios. En este sentido, ya hay un compromiso para que la versión de Awka Liwen para niños se distribuya en las escuelas del país a través del Ministerio de Educación de la Nación y de las carteras educativas provinciales. El documental y un libro surgido a partir del mismo se presentarán en la Feria del Libro de Frankfurt, en octubre próximo.
“No queríamos hacer un documental elitista –asegura Mariano Aiello, uno de los directores–. En la Argentina no existe una cultura extendida de consumo de documentales. Inconscientemente se los relaciona con algo aburrido. Nosotros buscamos comunicar el guión de Osvaldo (Bayer) de una manera asequible, pero sin perder profundidad. Por eso utilizamos diversas herramientas: imágenes de archivo, fotografías, animaciones, recreaciones de momentos históricos, testimonios de especialistas y las palabras y silencios de los herederos de aquellas culturas milenarias.”
Tanto Bayer como Aiello destacan que Awka Liwen también es una oportunidad muy valiosa para –en pleno Bicentenario– reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro. “La Revolución de Mayo tuvo los ideales de (Manuel) Belgrano, que fue noble con los habitantes originarios, los liberó de toda esclavitud y bogó por ayudarlos para su independencia económica; y la línea de (Cornelio) Saavedra, que después se expresaría con los Sarmiento, Mitre y Roca, entre muchos otros. ¿Qué pasó que la primera fue postergada?”, señala Bayer. Aiello hace hincapié en cambiar la estructura de los dueños de la tierra hoy, como premisa para un desarrollo menos desigual: “En lo que se conocía como Alemania Occidental, una unidad de tierra muy grande alcanza las 200 hectáreas. En la Argentina le equivale una de un millón. Estamos hablando del país motor del capitalismo en Europa y el mundo. No de Cuba. La concentración que padece la Argentina nació de la sangre, sigue más firme que nunca y condiciona la vida de todos. Debemos caminar hacia un modelo más racional y Alemania puede ser un buen ejemplo”.

Sebastian Feijoo

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