Mientras transcurre un nuevo aniversario de la Noche de los Lápices, pareciera que Alberto Racero, María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Francisco López Muntaner, Claudio De Acha y Horacio Ungaro todavía están reclamando frente al Ministerio de Obras Públicas en la ciudad de La Plata. En transformación vital, los estudiantes secundarios y universitarios hoy los encarnan a través de las tomas en las instituciones educativas y el reclamo firme por su derecho a una infraestructura digna y a una Educación Pública para todas y todos.
Sucede que ese impulso ha sobrevivido a través del tiempo, para demostrarle a nuestra clase política, ya sea oficialista u opositora, a nivel nacional y de la Ciudad de Buenos Aires que están dispuestos a defender su dignidad a pesar de los ímpetus represores de un Jefe de Gobierno que sigue el libreto que aprendió del extinto Brigadier Orlando Cacciatore y de un Ministro de Educación que solamente sabe de 180 días de clase, cuando la cantidad no hace a la calidad de la formación de nuestros estudiantes, como también de un Ministerio de Educación de la Nación que evade sistemáticamente las respuestas para trasladarlas a quienes están a cargo de la Universidad de Buenos Aires.
Ayer, en dictadura y hoy, en plena democracia que, aún burguesa, los estudiantes encienden el fuego para ser escuchados y no seguir recibiendo las respuestas de ocasión, las cuales huelen más a mentiras, para llamar la atención al resto de las fuerzas políticas que no atinan a reaccionar para poner fin a tanta insensatez por parte del poder político.
Nuestros estudiantes están librando una batalla que, esta vez, tiene un amplio apoyo a nivel docente y social que puede definir un escenario que, de por sí, ya está a punto de estallar con un macrismo ciego y sordo, con perdón de quienes tienen estas discapacidades, cuyo discurso se inscribe en una derecha reaccionaria que solamente sabe de represión.
Memorándums que hacen recordar a los dictados por la dictadura, denuncias de parte de los directivos escolares contra los estudiantes, pedidos de sanciones y acusaciones de chavismo son las únicas respuestas del PRO. En realidad, y tal como expresan nuestros pibes, son ellos los que deberían ser sancionados por la subejecución de partidas para la Educación Pública de la Ciudad y por dedicar recursos, en forma de subsidios que aumentan en forma geométrica, a la Educación Privada que no casualmente pertenece, en su gran mayoría, a las huestes del Cardenal Jorge Bergoglio.
A nivel nacional, más allá del apoyo K a la protesta porteña, la irrelevancia marca el pulso de los reclamos de los universitarios. Los funcionarios nacionales solo tienen una respuesta clásica en las encuestas: no sabe, no contesta... Con el agravante de pretender pasar el costo político a las autoridades de la UBA, cuyo Rector está en el ojo de la tormenta desde hace tiempo gracias a la presión estudiantil, tanto en las Facultades como en el Nacional Buenos Aires y el Carlos Pellegrini.
Y allí también se está librando una batalla sustancial, por cuanto los reclamos acerca de la infraestructura son de vieja data, como el caso del edificio único para Sociales o los problemas edilicios en Psicología. Pero también incluye el férreo rechazo a la Ley de Educación Superior del menemato, cuyas premisas continúan siendo aplicadas como ocurre en Ciencias Exactas.
Dos batallas, unidas en la búsqueda del derecho a una Educación digna, que el apoyo social está alentando en forma sustantiva y que pueden decidir el destino, como tantas veces ha ocurrido, de la política porteña y nacional. Se trata, ni más ni menos, que el claro rechazo a una gestión, como la macrista, que debe irse cuanto antes para evitar aún más daño del que ya está haciendo contra la ciudadanía y de la búsqueda de respuestas por parte de las autoridades nacionales para que la UBA tenga el presupuesto necesario para su infraestructura en franco deterioro y para terminar con los resabios de un menemismo que se resiste a irse de lo educativo.
Pero tampoco podemos olvidar que esta importante movilización estudiantil va a demorar un viejo objetivo del neoliberalismo educativo: un nuevo traspaso de las instituciones educativas que, en la Ciudad de Buenos Aires, significará el pase a las Comunas, para que ellas decidan cuales siguen y cuales se cierran mientras que, a nivel nacional, se buscará impulsar la tan mentada municipalización. Éste es el último paso que no pudieron llevar a la práctica, pero su latencia sigue viva en el pensamiento de la derecha reaccionaria.
Sin dudas, se está librando una gran batalla educativa donde los estudiantes, al igual que ayer, son protagonistas de su historia, de su presente y su futuro. Y el poder debe tomar nota de ello, si no quiere ser arrastrado por esa fuerte corriente que es acompañada por diferentes movimientos sociales y populares.
Sucede que la guerra al capital y a la derecha continúa con su patético fragor, ante sus contínuas convocatorias al terror en cualquiera de sus formas mediante la utilización de los aparatos mediáticos y hoy estamos ante una batalla más, pero no es cualquiera: se define la vigencia de la Educación Pública y el final de un gobierno porteño que, por si fuera poco, ya tiene sus muertos...
Prof. Juan Carlos Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario