domingo, 3 de noviembre de 2019

“Que se vayan todos”: la rebelión libanesa contra el régimen sectario



La renuncia del Primer Ministro, tras dos semanas de protestas, no detiene la crisis.

A 8 meses de desatada la insurrección en Argelia que le dio origen, la nueva Primavera Árabe sigue dando flores.
En paralelo con las aguerridas y multitudinarias protestas que se desarrollan en Irak, el pueblo de Líbano viene protagonizando en las últimas semanas un levantamiento que acaba de imponer la renuncia del Primer Ministro Saad Harir.
Los analistas coinciden en caracterizarlo de histórico, y no solo por el hecho de que para jornadas como la del domingo 20 se estimaban más de 3 millones de manifestantes en todo el país (2 de ellos en la capital Beirut y el resto en Trípoli, Nabatiyeh, Tiro, Zouk, Sida, Baalbeck y más). Sucede que la rebelión, que se disparó el 17 de octubre ante el intento de establecer un impuesto a las llamadas de voz por Whatsapp y no cejó cuando fue retirada la medida, tiene un alcance inusitado desde todo punto de vista.
Los manifestantes cuestionan el presupuesto de austeridad aprobado por el Parlamento en julio –que, además del gravamen a las llamadas, preveía otros sobre combustibles, trigo, tabaco y demás-, y con él al plan de ajuste y privatización acordado el año pasado con el FMI, el CEDRE y el Banco Mundial a cambio de un préstamo que amplió la deuda pública a un pavoroso 150% del PBI. De conjunto, se rebelan ante el creciente deterioro de las condiciones de vida, en un país donde “más de un cuarto de la población es pobre y el desempleo es del 6,2% (…) el 1% más rico acapara el 25% de los ingresos, mientras que el 50% de los más pobres perciben poco más del 10%” y están colapsadas las rutas, el transporte público y el suministro de agua y electricidad, al punto de que la falta de esta última “puede llegar a 12 horas diarias en algunas regiones” (Clarín, 30/10), obligando en muchos casos a acceder a la misma a través de mafias ligadas a los partidos de gobierno.
Más profundo aún, las protestas aparecen como un cuestionamiento de todo el régimen político sectario parido por el imperialismo francés, cuyos orígenes se remontan a 1926 y su actual forma a 1990 (fin de la guerra civil iniciada en 1975, con el fogoneo de las potencias imperialistas). Este establece el reparto de los principales cargos del Ejecutivo entre los partidos de base sunita (que cuentan con el cargo de Primer Ministro, donde estaba el depuesto Harir), chíita (en la presidencia del Parlamento, donde se ubica la coalición de Hezbollah con Amal) y católica (en la presidencia, actualmente ocupada por Michel Aoun). Y, en sintonía con ello, el generalizado manejo clientelar de los recursos del Estado, “desde los puestos de trabajo público a las becas escolares o los préstamos bancarios” (ídem).

Todos movilizados, para que se vayan todos

La composición de las protestas muestra este alcance revolucionario. En ocasión de las revueltas de 2005 contra la ocupación siria, los partidos sectarios habían logrado mantener sus posiciones y mantener a las masas bajo su redil divisionista, y solo aparecían algunos cuestionamientos a esos líderes en los sectores no chiítas. Ahora las masas están unificadas sin distinción de culto, y cuestionan al conjunto de los dirigentes: los manifestantes han salido a la calle a reclamar “Que se vayan todos” y enfatizar que “todos quiere decir todos” (ídem). Las protestas actuales son mucho más grandes que las que se desataron en 2015, detonadas por la parálisis en la recolección de servicios: “tienen lugar en todo Líbano y no solo en Beirut (…) incluso en regiones donde tales acciones públicas se consideraban imposibles, particularmente en el sur, donde la gente de la comunidad chíita denuncia públicamente a los líderes chíitas, incluyendo a [Hasan] Nasrallah”, el líder de Hezbollah (Al Jazeera, 20/10).
En comparación con tales ebulliciones y con la de 2011, al calor de la Primavera Árabe, en la actual es mucho mayor el protagonismo de la clase obrera, con la realización de huelgas en diversos sectores y un fuerte reclamo de huelga general. Se abre una perspectiva para darle nuevos aires al movimiento obrero, debilitado por el avance en las últimas décadas de los sectarios en la Confederación General de Trabajadores Libaneses. También se destaca la movilización de la juventud y del movimiento de mujeres.

EEUU y Hezbollah

El alzamiento popular ha encendido las alarmas del imperialismo yanqui, al cual estaba ligado Hariri. Pero también de Hezbollah, al cual Trump y sus cómplices (incluido Macri) consideran una organización terrorista. Nasrallah denostó las manifestaciones acusándolas de estar financiadas por grupos extranjeros y hasta movilizó contra ellas a sectores que le responden–haciendo su aporte a la represión estatal, que se cobró 6 muertos y cientos de heridos y arrestados-, al tiempo que rechazaba la renuncia de Hariri. Con esta consumada, reclama ahora la formación urgente de un nuevo gobierno, extorsionando con la parálisis de la economía y con que la alternativa es una nueva guerra civil.
Las vueltas de las cosas: también apura por la formación de un nuevo gobierno el Ejecutivo yanqui. Trump, por lo pronto, respondió a la renuncia de Hariri suspendiendo una ayuda militar a Líbano por 105 millones de dólares, en lo que podría ser otro de sus riesgosos planes para Medio Oriente, ya que fuentes oficiales advierten que Rusia podría ofrecerse a compensar esa falta, “acercando políticamente al gobierno libanés al Kremlin” (The Hill, 30/10). También las protestas de Irak –salvajemente reprimidas- sufren los ataques de Estados Unidos y del campo iraní.

Impasse del régimen y perspectivas

El análisis de los posibles escenarios tras la renuncia de Hariri realizado por un columnista estadounidense en Al Jazeera (30/10) retrata una verdadera crisis política. Barajando la vuelta o no de Hariri, la expulsión de una parte o de la totalidad del gabinete, la conformación de gobiernos de tecnócratas ya sea mandados por Hariri o por Hezbollah y sus aliados, el analista le encuentra a todas las opciones flancos explosivos, y caracteriza que la opción más probable sea el arribo a una vía muerta, con el actual gabinete operando como un gobierno provisional y la oligarquía política jugando su mejor carta a que una ampliación indefinida de la paralización económica y política lleve a los manifestantes a desistir. “La renuncia de Hariri, lejos de resolver la crisis, ha empujado al país aún más a la agitación política”, concluye.
Por la unidad de las reivindicaciones elementales de las masas con el rechazo integral al régimen político sectario, por la presencia destacada de la población trabajadora y por su coexistencia con otros levantamientos populares en la zona, en Líbano se ha configurado una situación revolucionaria. Se plantea poner en pie organismos de los explotados en lucha y continuarla hasta que se vayan todos, por una Asamblea Constituyente y soberana que reorganice el país sobre nuevas bases sociales y económicas, por la expulsión del imperialismo de Medio Oriente y por la unidad socialista de todos sus pueblos.

Tomás Eps

"En Chile no cesa la movilización y la consigna es Fuera Piñera" // Romina Del Plá en Nada Personal

Naftazo y remarcaciones, así se preparan los empresarios para el congelamiento de precios



Luego de dos meses de saltos inflacionarios, noviembre se perfila como el mes récord en las remarcaciones de precios. Es que luego de las elecciones los proveedores empezaron a entregar las listas de productos con aumentos de entre el 10 y el 15%. Hasta los Precios Esenciales, que el gobierno de Macri lanzó luego de la devaluación post Paso, registra un promedio de 13% de aumento. A ello se suma el precio de las carnes, ya que por subas desde el mercado de Liniers ya se venden cortes un 18% más caros en las carnicerías. Otro caso de fuerte impacto es la especulación con el precio de las harinas, que podría repercutir en incrementos del 30% en el pan, según los propietarios de panaderías.
A este paquete de aumentos, que impacta de lleno en las familias trabajadoras, se suman otros. Las empresas de telefonía celular Movistar, Claro y Personal anunciaron que los planes sufrirán subas de 20%. Las empresas de medicina prepaga incrementarán sus prestaciones un 4% en noviembre y un 12% en diciembre. Así se preparan los empresarios para sentarse a la mesa del pacto social a negociar un posible congelamiento de precios con el próximo gobierno, siempre partiendo de un cepo a los salarios. Esto cuando, según los datos oficiales del Indec, los sueldos percibieron durante los últimos doce meses una variación del 26,5% contra una inflación del 54,5%, un verdadero mazazo.
Con todo, falta contabilizar en estas remarcaciones la cuestión de los tarifazos, el más explosivo de los problemas luego de la reestructuración de la deuda. Resulta que por haber pateado los aumentos en la tarifa del gas para enero del año que viene, se estima que el sacudón podría superar el 60%. En el caso de la electricidad, la gobernadora Vidal viene de habilitar un tarifazo del 25%, que probablemente sea la antesala de aumentos en el resto de las jurisdicciones. Todo esto, a su vez, está supeditado al precio del dólar (que dependerá de cómo Alberto Fernández remueva el cepo) y al precio de los combustibles, que repercute en los costos de generación de energía.
Los combustibles aumentaron a partir de hoy un 5%. El deshielo del congelamiento del precio de naftas y gasoil, dispuesto por Macri desde mediados de agosto, ya había empezado tempranamente en septiembre con una suba del 4%. Las petroleras, descontentas de todos modos, presionan para que a partir del 14 de noviembre -fecha en que vence la resolución- se concrete un cronograma de naftazos que totalice al menos un 17% más. En ese caso, tendríamos que al cabo de dos años de dispuesta la dolarización del precio de los combustibles el surtidor marcaría un 100% de aumento.
La inviabilidad de este esquema ha mostrado uno de los más rotundos fracasos de la política económica del macrismo. Alberto Fernández, tomando nota de ello, prometió avanzar en una desdolarización ofreciendo a cambio garantías extraordinarias a las petroleras, para lo cual presentaría luego de asumir un proyecto de ley que asegure libertad para girar dividendos y utilidades al exterior, además de otras concesiones.
El pacto social que se encuentra tejiendo Alberto Fernández parte de cristalizar esta enorme confiscación a las masas con un congelamiento de los salarios y la suspensión de las paritarias. Esta hoja de ruta va sumando los avales de la burocracia sindical, no solo de los ‘gordos’ de la CGT sino también de los Yasky y Baradel. El rol de la burocracia es criminal, porque mientras negocian esta entrega la ofensiva patronal sigue su ritmo, con miles de despidos y nuevos cierres de fábrica que ya se cobraron desde marzo de 2018 una pérdida de 250.000 puestos de trabajo registrados.
Contra este pacto social antiobrero, emerge la necesidad de una intervención de los trabajadores hasta derrotar esta confiscación. Que la crisis la paguen los capitalistas.

Iván Hirsch

La Asociación Vorwarts y la lucha democrática en Argentina

Puede pensarse en otras entidades asociativas de nuestro país que exhiben similar o mayor antigüedad y permanencia, pero probablemente ninguna con un devenir ligado, desde su origen y hasta la actualidad, a la clase trabajadora y a las ideas de izquierda. El autor de este libro, Alfredo Bauer, nació en Austria, de donde partió exiliado poco después de que ese país fuera anexado por la Alemania de Hitler, y se radicó desde entonces en Argentina. Médico de profesión, su pasión lo convirtió en intelectual de veta humanista y militante social. Su vida y su obra transcurren entre la cultura de habla alemana de su origen, y la realidad argentina de su tránsito vital posterior, todo ello complejizado por la vivencia crítica de la identidad judía. Como ejemplos de esa particular mixtura se cuentan sus obras Martín Lutero, el hombre, la nación y la humanidad; Historia crítica de los judíos o El origen de la República Democrática Alemana y otros ensayos históricos. Y también múltiples traducciones, en ambas direcciones idiomáticas, como Martín Fierro, Fausto de Estanislao del Campo y Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita, al alemán, o la obra de Heinrich Heine, entre otras vertidas al español. Ha incursionado asimismo repetidas veces en la novela, y en publicaciones vinculadas directa o indirectamente a su profesión y especialidad médica, como La mujer y la maternidad a través de la historia o Sexo, moral, felicidad.
Su actuación política se ha desenvuelto ligada al Partido Comunista; al Movimiento contra el Racismo, la Xenofobia y la Discriminación, y a la entidad que constituye el objeto de la obra que nos ocupa, el club Vorwärts, entre otros espacios ligados a la política y la cultura de izquierda, la defensa de los derechos humanos y la lucha contra el nacionalismo exacerbado y el racismo. De Vorwärts ha sido durante décadas militante y dirigente, y protagonista central de su refundación. La historia de la asociación ha llamado la atención de varios militantes e investigadores, como enumera con minuciosidad Emilio Corbière en la introducción a la primera edición, pero es Bauer el primero que encara toda la trayectoria de la organización, mucho mas allá de los tiempos heroicos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, la época en que el club alemán aparece como protagonista de las manifestaciones y luchas obreras, y se asocia en un rol central a los episodios fundacionales del Partido Socialista y a la introducción del ideario del marxismo en nuestro país. Afirma el autor al inicio del libro: “ (…) la historia del Vorwärts está indisolublemente vinculada a la historia nacional, y también a la universal, y que por tanto, solo puede ser comprendida en ese contexto.”
Esta obra podría considerarse “historia desde adentro” en cuánto está hecha por un miembro protagónico de la organización historiada, pero no en el tono de memorias o testimonio personal. Aspira a construir un relato de todo el decurso de la entidad, enlazándola a su vez con ámbitos temporales y espaciales que la exceden. El doctor Bauer, en una actitud muy común en los hombres de izquierda de su generación, no habla jamás en primera persona, eludiendo el registro memorialístico o autobiográfico. No se complace tampoco en mantenerse en los límites de la institución, no se ciñe a la memoria militante de la misma, sino que se empeña en proporcionar un contexto, construido en base a una orientación marxista. Lo distingue el esfuerzo puesto en el análisis de relaciones sociales más amplias y de tiempos históricos más extensos, lo que hace que la obra contenga apuntes sobre el desarrollo capitalista a nivel mundial, el desenvolvimiento social y político de Argentina y acerca de los fenómenos migratorios tanto en el plano universal como en el país.
La historia de Alemania es “visitada” una y otra vez, para ponerla en relación con la emigración de ese origen, así como con la penetración de capitales procedentes de Alemania en el país, y por supuesto vincularla a la trayectoria del Verein Vorwärts en particular. La emigración alemana es analizada en su evolución de conjunto en nuestro suelo, colocando especial atención en algunos de sus representantes más destacados; científicos, artistas, escritores o dirigentes sociales. No deja de detenerse en momentos amargos, como la nazificación de buena parte de la colectividad alemana y de la mayoría de sus instituciones, a partir del ascenso al poder de Hitler en Alemania. Allí destaca junto al Vorwärts a otras entidades de habla alemana que resistieron, como el diario Argentinisches Tageblatt y la Escuela Pestalozzi. Y hace referencia a las actividades internas del club que contribuyeron a construir una cultura de la resistencia, como el grupo de teatro “Truppe 38”, que luego daría lugar al Teatro Independiente Alemán. Señala como antecedente, ya durante la primera guerra mundial, la intromisión del chauvinismo en la asociación, con sectores dentro de ella que pretenden que se apoye al bando alemán en la guerra. Escribe al respecto: “El Vorwärts no sucumbió. Muy por el contrario tuvo un auge espectacular. Frente a tantas sociedades que se dejaron controlar sin pena ni gloria, el Vorwärts tuvo, ¡y tiene! el honor de haber levantado, ante la colectividad y ante el pueblo argentino, la bandera de la democracia, de la cultura y de las grandes tradiciones humanistas de la nación alemana.”
El libro también contiene una polémica, a ratos explícita, con la interpretación nacional-popular de la historia argentina y de su clase obrera. Uno de sus empeños es el de negar la antinomia defendida por otros autores entre el origen inmigratorio y la comprensión de la problemática nacional. O entre la profesión de una ideología internacionalista y el rigor crítico en el análisis de los conflictos al interior de nuestra sociedad. La tesis básica es la de que Vorwärts es un claro ámbito de desenvolvimiento de las clases subalternas argentinas, desde el particular sesgo dado por el origen étnico nacional alemán de la mayoría de sus miembros, pero plenamente articulado con la realidad local. Para Bauer el internacionalismo o universalismo es la forma más cabal de ser auténticamente nacional. Y ve esta dimensión poniéndose en práctica desde los lejanos orígenes de la organización hasta el presente. Así describe la posición de la institución a ese respecto: “Su espíritu se caracterizaba por diferenciarse claramente en materia ideológica del nacionalismo alemán que cundía en otras instituciones de la colectividad, fomentando en cambio la integración al acervo cultural argentino y la activa participación en la vida política del país.”
Su atención se detiene también en la situación conflictiva vivida en los comienzos de la década de 1960, en un capítulo que titula “El zarpazo represivo”. El club es cerrado invocando el estado de sitio y el Plan Conintes, luego intervenido, y se producen una serie de alternativas que derivan en el desalojo de la dirección tradicional del Club, y su entrega a una fracción hasta entonces minoritaria de sus miembros. La entidad es puesta en manos de otra corriente de socios, su nombre es modificado, y deja de existir como tal. El anticomunismo exacerbado de la época, en consonancia con los años más álgidos de la guerra fría en el plano mundial, desbarata primero la tradición y luego la existencia misma del club, que sufre la desposesión de sus bienes y el desmantelamiento de los valores e ideales sostenidos hasta ese entonces. Jugaron también su papel las divergencias en torno a la definición de la identidad judía y la política a seguir frente al Estado de Israel. Ese que parece ser el final de la historia sin embargo no lo es, ya que un grupo de militantes mantuvieron latente el espíritu del club, se reunieron durante años para celebrar los primeros de mayo, y atravesaron las sucesivas dictaduras y olas represivas, incluyendo detenciones y represalias que se cebaron sobre ellos. Hacia el final de la última dictadura, y coincidiendo casi exactamente con el centenario de su creación, se lanzan a la refundación. Se abocan a reconstruir su filiación en el campo de la izquierda, su compromiso de solidaridad con diversas causas populares, y a abrirse mas allá de las fronteras de la lengua y la cultura alemanas.
Resulta estimulante que la organización Vorwärts haya resurgido con el ocaso de la dictadura y el retorno al régimen constitucional, en un proceso que llevó de 1982 a 1986. Es en vinculación a ese reencuentro histórico, que aparece la primera edición de este libro. En oportunidad de relatar la reconstitución, Bauer escribe: “Había que estudiar y difundir la historia del Club Vorwärts, que es parte inseparable de la historia nacional con sus luchas por la democracia y la justicia social. Esta es la historia del Club Vorwärts hasta el momento actual. Historia que no puede ser resaltada sino en estrecha relación con el acontecer nacional e internacional, puesto que el Vorwärts es y fue siempre parte integrante del gran movimiento universal de emancipación social, así como partícipe de todos los anhelos de paz y de fraternidad entre los pueblos.” Esta obra fue editada por primera y hasta ahora única vez, por la editorial Legasa y con el auspicio de la Fundación Friedrich Ebert, entidad de la socialdemocracia alemana que no reparó en las diferencias ideológicas con el autor a la hora de apoyar la publicación de la obra. El libro vio la luz en 1989, justo en vísperas de la Caída del Muro de Berlín y el consiguiente y profundo viraje en la historia mundial y alemana en particular. Ese parteaguas que no alcanzó a reflejarse en aquella edición sí encuentra su lugar en esta, realizada por la Biblioteca Nacional. El autor ha redactado algunas páginas en torno a la actividad de la asociación entre 1990 y 2008. Allí da cuenta brevemente del replanteo que significó para el club la absorción de la República Democrática Alemana por la República Federal, en un cuadro en el que predomina la prosecución del espíritu internacionalista y de transformación social, y la ampliación de miras de sus activistas, construyendo nuevas relaciones y prácticas renovadas, incorporando socios de otras procedencias, y tomando parte en multitud de movilizaciones sociales y políticas, amén de actividades culturales de diversa índole. La presente edición incluye ese escrito, un adicional que lleva hasta el presente el relato de más de ciento veinte años de historia del club.

Daniel Campione

Liborio Justo. Perfil de un indomable



Dirigente de agrupaciones encuadradas en la izquierda radical por los últimos años treinta y los primeros cuarenta, narrador de relatos realistas, historiador con varias obras sobre Argentina y América Latina, fotógrafo tan amateur como eximio, viajero inveterado por latitudes disímiles y a veces insólitas, estudioso de la geografía y la fauna de regiones alejadas, habitante solitario por largos años de unas islas entrerrianas. Esos rasgos parecerían englobar varias biografías, sin embargo todos convergen en una sola persona: Liborio Justo. Vivió entre los años 1902 y 2003, dueño así de una vida centenaria que abarcó todo el siglo pasado y le permitió asistir al comienzo del actual.
Fue un personaje múltiple, proteico. Ello incluyó el uso de seudónimos, ya que solía firmar sus producciones narrativas como Lobodón Garra, mientras que la mayoría de sus intervenciones políticas aparecían con el apelativo Quebracho, que en ocasiones utilizaba también para firmar su producción de temática histórica (En las primeras épocas de su militancia aparece también el seudónimo “Bernal”, apellido de uno de sus antepasados.)
Su temprana autobiografía, escrita antes de los 40 años, y titulada Prontuario lo muestra con una personalidad celosa de su independencia, un intelectual autodidacta (pasó sólo brevemente y sin graduarse por la universidad) con intereses muy vastos, que en lo ideológico se acerca primero al ideario democrático de la Reforma Universitaria, para definirse luego hacia la izquierda marxista.
Mientras reside en Nueva York, en los primeros años treinta, milita vendiendo el Daily Worker, periódico del Partido Comunista, y culminará un giro de 180 grados respecto al tipo de ideas y acciones que podrían esperarse de su pertenencia de clase original, ligada a apellidos patricios y a vastas fortunas. A la hora de dar una explicación a ese giro, menciona tres factores que signan su itinerario: “a) la opresión social provocada por el orden existente que me impedía lograr la plenitud del desarrollo de mi personalidad, b) la opresión circunstancial derivada del encumbramiento político de un familiar… y c) la opresión nacional que resulta de la acción del imperialismo sobre la sociedad a que pertenezco”.
Con respecto al segundo factor mencionado, haber pasado a ser el hijo del presidente argentino, Liborio ofreció una respuesta, en su provocativo estilo. Nos referimos al famoso grito ¡Abajo el imperialismo norteamericano! que profirió en 1936, en presencia del mandatario norteamericano, Franklin D. Roosevelt, y de su padre, el presidente argentino Agustín P. Justo, ambos reunidos en el recinto del Congreso Nacional.
Sus cuentos sobre la Patagonia, publicados con éxito bajo el título La tierra maldita –cuya primera edición fue de 1933, y que podrían ubicarse en un realismo social característico de la izquierda– le habían dado cierta notoriedad literaria, y preanunciaban su definición ideológica. Al tiempo de regresar de EE.UU. se vinculó con el Partido Comunista de Argentina, para producir poco después una ruptura pública con esa organización, que volcó en una carta abierta publicada en la revista Claridad. Condenaba en ella el viraje comunista a la política de frentes populares y se declaraba trotskista.
A su ruptura con el PC hace referencia en Prontuario, fundándola en el rol jugado por el comunismo en torno a la revolución española: “Fue allí donde el papel nefasto del llamado partido ‘comunista’ aplastando la revolución popular junto con el ‘socialismo’ amarillo y apuntalando con todo su aparato policial el carcomido régimen burgués de la República, se hizo tan evidente, que juzgué imposible, en ninguna forma, seguir como cómplice de actitud de tal naturaleza”; y luego continúa: “… ese partido, para mayor escarnio nuestro, está dirigido por un individuo lleno de grasa en el cuerpo y en el cerebro, y sin otra condición destacable que la flexibilidad de su columna vertebral frente a la burocracia del Kremlin: el súbdito italiano Vittorio Codovilla… Si todavía hay algún tonto que lo siga, la altura del maestro está indicando a las claras la altura de los discípulos”. El último pasaje constituye un buen ejemplo del furibundo estilo polémico que Liborio Justo conservó toda la vida, sin detenerse ante consideraciones personales o burlas de trazo grueso.

Militancia política y trotskismo

Al tiempo, Justo hará efectiva su incorporación a las corrientes trotskistas, que si bien desde hacía unos años habían iniciado su trayectoria en el país, todavía estaban reducidas a pequeños grupos, sin influencia real en el movimiento obrero ni cohesión entre ellas. Él intenta jugar como un elemento dinamizador, apoyado en que era alguien con recursos intelectuales e incluso sociales y materiales aptos para cumplir un cierto papel de liderazgo, o al menos para instaurar una discusión más rica y más ligada a la acción que la existente hasta entonces. Al tiempo de comenzar su actividad, y vivir los choques entre personalidades y pequeños grupos, lanzó una fuerte crítica al accionar trotskista de toda la década anterior, en un folleto titulado “Cómo salir del pantano”. Su énfasis teórico particular estaba puesto en el carácter semicolonial de Argentina: “… ha sido, durante largos años, una especie de apéndice económico de Inglaterra (…) Esta situación deformó por completo el desarrollo armónico de las fuerzas productivas del país, paralizando su evolución industrial y la consiguiente creación de un mercado interno, al mismo tiempo que permitiendo a la oligarquía ganadera argentina (en connivencia con la burguesía comercial porteña) (…) eternizarse en el poder hasta llegar a constituir el principal freno al progreso de la República…”.
Esa interpretación lo llevó a debatir con los trotskistas que postulaban que Argentina poseía un mayor grado de desarrollo y era, por tanto, susceptible de que allí se desenvolviera un proceso revolucionario de carácter socialista desde el inicio, sin atender al problema de la liberación nacional que planteaba Justo. Se entabló así un debate destinado a tener una duración muy prolongada, y que dio lugar a una profusa producción teórica e histórica dentro del trotskismo en particular y en el campo de la izquierda en general. La organización creada por Liborio, el Grupo Obrero Revolucionario (GOR), se dispersó al poco tiempo de su creación, quedando reducido a pequeños grupos, con Liborio haciendo su balance en Centrismo, ooortunismo y bolchevismo, un trabajo que publicó en 1940. Luego logró reconstruir un núcleo que pasó a denominarse LOR (Liga Obrera Revolucionaria) polemizando con otra corriente, llamada LOS (Liga Obrera Socialista).
El grupo de Justo sostenía la necesidad de un proceso de liberación nacional, con tareas democráticas, antiimperialistas y de transformación agraria. También reivindicaba la composición social de la LOR, con predominio obrero, frente al grupo “pequeño burgués” que lo enfrentaba. Cuando los otros grupos trotskistas se unifican en el Partido Obrero de la Revolución Socialista (PORS), en 1941, Liborio respondió acusando al representante de la Cuarta Internacional, que había sido mentor de esa unificación, de “agente imperialista” y, poco después, en 1942, planteó directamente la ruptura con la Cuarta Internacional. En esas circunstancias la LOR se dispersa y Liborio se queda prácticamente solo. Escribió tiempo después el libro Trotski y Wall Street, en el que acusaba al revolucionario ruso de haber capitulado frente al gobierno burgués de Lázaro Cárdenas, e incluso achacándole haberse puesto al servicio del imperialismo. Seguirá sustentando esa peculiar posición sobre Trotski hasta el final de sus días, como lo atestigua una declaración de 1994: “León Trotski, detrás del palabrerío revolucionario que lo acompañó siempre, se alió al gobierno burgués de Lázaro Cárdenas, atado al imperialismo yanqui, hizo expulsar a sus partidarios revolucionarios declarándose demócrata, buscando salvar su vida o luchar mejor con su rival Stalin, y hasta se transformó en informante del gobierno de EE.UU.
Mas allá de esas opiniones, la obra del fundador del Ejército Rojo siguió siendo una de sus fuentes de inspiración. En su libro Estrategia revolucionaria, de 1957, hará un balance de estos momentos fundacionales del trotskismo argentino, criticándole "un criterio erróneo y metafísico que trató de trasplantar al medio semicolonial de América Latina las consignas aplicables a los países europeos… Ignoraron la unidad de América Latina así como negaron la necesidad de su liberación nacional…”.

Algunos apuntes sobre la obra de Justo

A partir de la disolución de la LOR en 1943, Justo ya no será un militante encuadrado en ninguna agrupación de izquierda, pero mantendrá inalterables sus ideas fundamentales, expresadas a través de su nada desdeñable producción escrita, volcada en buena parte a la temática histórica y política, con algunas incursiones cercanas a la ficción, y otras en la crítica literaria, sin descartar acercamientos a estudios geográficos y de ciencias naturales.
Mas allá de su alejamiento del trotskismo, seguirá definiéndose marxista-leninista, asignándole centralidad a la problemática de la “liberación nacional” y adoptando posiciones de izquierda radical. El “latinoamericanismo” fue una característica permanente de Justo, asociado a un potente antiimperialismo que supo ver en su momento el giro desde la preeminencia del capital británico al período signado por el predominio no sólo económico sino político-militar de Estados Unidos. Dedicó parte de su obra a predicar la integración latinoamericana, y en particular un libro completo a la integración argentino-brasileña, Argentina y Brasil en la integración continental.
En 1956, Milcíades Peña lo invitó a formar parte de la revista Estrategia, un intento unificador de la intelectualidad de izquierda. Tras una aceptación inicial, Justo rechaza el ofrecimiento, diciendo textualmente “prefiero quedarme solo”, y eso pasa a ser una decisión cuasi definitiva. Liborio seguirá siendo un atento observador y estudioso de la realidad argentina, latinoamericana y mundial, pero sin formar parte de ninguna organización política, ni dar lugar a discípulos o escuelas de pensamiento por él inspiradas.
En publicaciones como Fray Mocho, Revista Geográfica Americana, El Hogar, Caras y Caretas, entre otras, se publicaron artículos sobre los viajes y exploraciones de Liborio Justo, con frecuencia acompañados de fotografías tomadas por él mismo. El trabajo en soledad se convierte en una característica suya inalterable.
En otro orden está su obra narrativa, en la que refleja sus propias experiencias de vida, de viajero y explorador. La tierra maldita, original de 1933, es producto de sus viajes por la Patagonia austral. Su experiencia de poblador de las islas del Ibicuy durante varios años dio como resultado Río Abajo, también una serie de relatos.Su estancia en el Ibicuy tal vez haya tenido que ver con el abandono de la militancia política activa, contrapesando el tiempo pasado en el febril mundillo de las agrupaciones trotskistas con la vida en parajes poco poblados y aislados.
El “Quebracho” de las fuertes polémicas y los folletos críticos del orden de cosas existente y de las otras corrientes revolucionarias, parece haber dejado paso a un período signado por la soledad y la reflexión, quizá no casualmente contemporáneo a la entronización del peronismo, situación política difícil para quienes no cultivaban el justicialismo pero tampoco el antiperonismo clásico, como era el caso de Justo. Al volcar esa experiencia en la escritura, se reafirmó su tendencia realista, hasta despiadada, a la hora de pintar al ser humano en conflicto con la naturaleza y sumido en la soledad.
El abandono de la militancia organizada no implicó que Justo dejara de intervenir políticamente a través de sus escritos, sobre todo en la década de los 50 y los 60, desde su ya citada Estrategia revolucionaria, hasta su enfoque crítico sobre las guerrillas en Bolivia, pasando por escritos sobre experiencias como la Unidad Popular chilena o la llamada Revolución Peruana. Una obra destacable es su libro dedicado a la revolución boliviana de 1952, Bolivia, la revolución derrotada. Ese trabajo aparece entroncado en un internacionalismo ligado a la visión de “revolución continental”. Lo recorre un entusiasmo reflexivo pero muy intenso frente a la gran movilización de masas trabajadoras e indígenas y al extraordinario hecho del ejército derrotado en lucha abierta por los mineros y otros sectores obreros. En su capítulo final no se ocupa tanto de la “traición” de los dirigentes “burgueses” como de las falencias de los revolucionarios a la hora de comprender la situación y tomar el proceso revolucionario efectivamente en sus manos. Su publicación en 1967, por la misma época de la guerrilla del Che, puede tener que ver con el propósito de presentar como contracara del llamado “foquismo” a una revolución proletaria, con una situación en su momento de “doble poder”, que la dirigencia revolucionaria habría malogrados.
De la misma época es su folleto sobre la guerrilla boliviana, en el que defiende la tesis de la “excepcionalidad” del proceso revolucionario cubano, triunfante a raíz de haber sido la primera experiencia de ese tipo y por tanto irrepetible en otros países de América Latina. Además señala como un error específico el intento en Bolivia, donde existía un campesinado que ya había vivido un proceso de reforma agraria tras la revolución de 1952, y un movimiento obrero minero que no había recibido apoyo en sus luchas de los años inmediatos anteriores. Su posicionamiento es, por tanto, contrario a la estrategia guerrillera, y apuesta a los levantamientos de masas, con amplio protagonismo obrero.
En torno a los años sesenta comenzó a cultivar la escritura sobre la historia argentina, a la que percibía como estrechamente entrelazada con su historia familiar. Realizó un intento de historia argentina integral, en cinco tomos y un apéndice; Nuestra Patria Vasalla (historia del coloniaje argentino), cuya publicación abarcó cerca de un cuarto de siglo. Desde el tatarabuelo que luchó en las invasiones inglesas, hasta la india pampa que participó de su crianza, Justo parece considerarse a sí mismo un paradigma de identificación prolongada con estas tierras. Antes de comenzar la serie, Justo escribe: “En los años 1806 y 1807, Pedro Padroza, español, tatarabuelo del autor de este libro luchó contra los invasores ingleses (…) Cuatro años más tarde, James Harris, inglés, también tatarabuelo del autor, integró la tripulación de la escuadra de Buenos Aires que, al mando de Guillermo Brown, emprendió la lucha contra los españoles de Montevideo…”. Liborio Bernal, su abuelo, luchó contra las montoneras de Chacho Peñaloza, intervino en la guerra del Paraguay, fue comandante del fuerte de Carmen de Patagones, gobernador militar de Río Negro, y en 1893 fue nombrado interventor federal en la provincia de Santa Fe, donde participó en la represión a la insurrección de inspiración radical de ese mismo año. Sus antepasados de apellido Justo también tuvieron destacada actuación pública: uno fue gobernador de Corrientes, y su padre, general, primero llegó a ministro de Guerra y después a presidente de la Nación. Liborio escribe: “La historia de la República Argentina es, pues, en cierto modo, para el autor de este libro (…) la historia de su familia y, en ese sentido, considera tener derecho de hablar sobre ella y decir al respecto todo lo que tiene que decir”. Aquí parece resonar cierto tono aristocratizante en la apostura de Liborio: escribe la historia del país, entre otros motivos, porque ésta se confunde con la historia de su familia. Apunta allí a exponer la historia argentina desde su punto de vista antiimperialista y de necesidad de liberación nacional, algo que explicita desde el título y subtítulo de la obra.
El conjunto de la serie está presidido por la idea de que Argentina nunca ha alcanzado a ser una nación, que el sentimiento nacional quedó diluido detrás de un cosmopolitismo hijo del sometimiento a las metrópolis del gran capital. Su trabajo está atravesado, a nuestro juicio, por la tensión irresuelta entre el afán de producir un relato general sobre la historia nacional, y el de aplicar la modalidad interpretativa que sostiene sobre el origen y desarrollo de la sociedad argentina. Tiene apuntes interesantes, sobre todo en lo relacionado al vínculo de Argentina y sus clases dominantes con Gran Bretaña primero y con Estados Unidos posteriormente.
Es otro de sus trabajos historiográficos, Pampas y lanzas, el que marca un punto más alto en este campo, sobre todo por la radical y fundamentada defensa que hace de los indígenas en su lucha con los terratenientes y el Estado nacional argentino, sumándole la presentación de la guerra en la frontera como una gesta de vastos alcances.
Logra ser convincente en transmitir lo que desde la “civilización” se visualizaba como “la guerra al malón”; como una epopeya en defensa de una identidad, un modo de vida y un territorio: “Fue una guerra extraordinaria, sin tregua ni perdón, salpicada de hechos heroicos y portentosos, algunos de los cuales oscurecen a los más grandes ocurridos en toda la historia del país: el indio su suelo, sus propiedades, sus familias, sus costumbres, su libertad; el cristiano, valido de todos sus recursos y de su mayor número, pugnando por arrebatarle las tierras y los animales y tratando de reducirlo a la esclavitud”. Liborio considera la herencia indígena como un componente olvidado pero insustituible de lo nacional, por eso su pregunta retórica: “¿Quién se acuerda del indio de la Pampa al reivindicar lo nacional?”
Justo propone la entronización del indio como figura fundante y simbólica de la identidad nacional, en tanto que representante de una verdadera guerra contra la oligarquía dominante. Llama también la atención en la obra, la apreciación poco benévola que hace de la figura social del gaucho, Para su particular prisma, el gaucho equivale al lumpenproletario, sometido por su miseria y sin espíritu de rebeldía, mientras que el indio, en particular el de la llanura pampeana encarna, a su juicio, una larga y heroica lucha contra el poder estatal y los terratenientes: “… el gaucho no solamente se sometió a los patrones estancieros y a los comandantes militares, sino que éstos, manejándolo como esclavo, lo amaestraron para hacerlo servir de perro de presa en las guerras contra el indio araucano de la Pampa, indomable e irreductible”.
A ello agrega la impugnación de la utilización del gaucho (una vez extinguido como tal, podría agregarse), como figura emblemática de los valores y tradiciones argentinas, operación de las clases dominantes que tiene como una pieza fundamental la consagración de Martín Fierro, como gran libro nacional, incluyendo el papel jugado por Leopoldo Lugones, cuando ante lo más granado del establishment proclamó al libro de Hernández “nuesto poema máximo y la fuente más pura de nuestra tradición”.
En cuanto a Masas y balas, es un libro que se ubica en un impreciso punto intermedio entre la narrativa y la escritura historiográfica. Justo incursionó también en la crítica literaria, en la que se dedicó a opinar sobre los escritores argentinos. Lanzó juicios lapidarios sobre variados “próceres” de las letras nacionales, haciendo gala una vez más de un estilo fuertemente polémico, ajeno por principio a cualquier “diplomacia” o respeto de reglas preestablecidas. Valga como ejemplo un juicio en el que asocia a Lugones y Borges: “… podemos afirmar que si Leopoldo Lugones fue el poeta del Shorthorn y del ‘chilled beef’, en la época del predominio de la oligarquía, hoy Borges, con la decadencia de ésta, y la preponderancia del imperialismo, lo es del Fondo Monetario Internacional”.23 Su mirada es más benévola, sin dejar de ser crítica, 22. Ibídem, p. 282. 23. Garra, Lobodón, 1900-2000 “Cien años de Letras Argentinas” (Enfoque polémico sobre nuestra expresión), Buenos Aires, Badajo, 1988. 22 | Liborio Justo cuando se ocupa del grupo Boedo y de Roberto Arlt, en gran medida porque los consideraba parte de un esfuerzo literario procedente de las clases subalternas y vinculado a un ideal de revolución social. La actuación pública y la escritura de Liborio Justo reconocen una coherencia indudable. Siempre se orientó al combate contra las fuerzas del establishment en sus variadas expresiones, oponiéndoles de modo invariable sus posiciones revolucionarias, articuladas en un antiimperialismo latinoamericanista, en clave de liberación nacional. El mismo espíritu impregna todas sus páginas, y a su servicio desarrolló su vitriólica vena polémica, que no perdonó ninguna expresión del poder, desde los gobernantes hasta los representantes de la cultura oficial, pasando por las grandes empresas, en particular las extranjeras. Su soledad fue sin duda expresiva de características personales, pero también de las deficiencias de articulación de una izquierda argentina aquejada de debilidad y dispersión. Masas y Balas | 23 Masas y balas: Escritura sobre la crisis y la revolución Masas sufrientes, en movimiento, en lucha contra las patronales y el Estado. Balas lanzadas contra ellas por uniformados o por servidores privados de los patrones. Allí está la clave transparente del título de este libro, publicado en el año 1974, cuatro décadas después de los diferentes sucesos históricos que en él se narran. En la “Advertencia” de Justo que precede al libro se lee: “Todos los sucesos que se relatan en este libro son históricos y ocurrieron –salvo algunas narraciones retrospectivas– entre los años 1931 y 1935, durante los días más dramáticos de la gran crisis económica mundial”.1 Para la militancia revolucionaria de la época, la gran crisis marcaba el cumplimiento de la profecía del ocaso definitivo del capitalismo. Así lo vio el propio Justo, tal como lo atestigua en Prontuario, cuando profetiza la extinción del capitalismo y la conversión del Empire State en “un museo de la opresión imperialista”.2 La revolución mundial, no realizada inmediatamente después del Octubre ruso, debería tener entonces, lugar ante la evidencia de un capitalismo que se derrumbaba desde la base, y en su principal metrópolis, Estados Unidos. Allí estaban para atestiguarlo poderosas organizaciones sindicales; los partidos comunistas, volcados durante ese lapso a la política ultraizquierdista de “clase contra clase”, y grupos trotskistas o de otras líneas críticas del comunismo oficial. Pero sobre todo, la existencia de un clima de empobrecimiento y descontento, que podía convertirse en actitud rebelde y de allí en rebelión franca y organizada, sobre el que actuaba una militancia experimentada y a menudo heroica. 1. Garra, Lobodón (Liborio Justo), Masas y balas, Ediciones de la Flor, 1974, p. 9. 2. Justo, Liborio, Prontuario… p. 300. 24 | Liborio Justo Masas y balas es una obra en la cual el enfrentamiento entre clases es tema central y excluyente. Todo remite, directamente o de modo apenas oblicuo, al antagonismo, activo o larvado, entre empresarios y trabajadores, explotadores y explotados, ricos y pobres, propietarios y desposeídos. El conjunto de la sociedad, incluyendo instituciones pretendidamente no penetradas por el conflicto social, como las fuerzas armadas, se sacude la inercia y la tradición para dar paso a la confrontación, portando proyectos de transformación social radical, o de defensa violenta del orden existente. Sobre ese escenario cada relato refleja episodios de combate social en uno o más países del continente americano. Hay dos espacios: el Cono Sur en los cuatro primeros capítulos, y el centro imperial norteamericano, atravesando su momento más crítico, en el último. Justo entrega unos relatos difíciles de clasificar entre la narrativa, las memorias y la historiografía. Tiene elementos de las tres, aunque a nuestro juicio predominan las dos últimas. Cada capítulo contiene uno o más episodios reales, expresivos del agudo conflicto social de la época. En el contexto de la crisis económica mundial desatada en 1929, aparece claramente el interés de Justo de reflejar la reacción que frente a ella expresan las luchas populares y lo que él entiende como su potencialidad revolucionaria. Justo no busca “ficcionalizar”, no construye una trama de cuento, ni se detiene mayormente en describir caracteres individuales o explicar reacciones personales. Toda su labor en la escritura parece orientada a transmitir la sensación de que estamos asistiendo a un pasaje de la vida real, sin modificaciones, agregados ni adornos de ningún tipo. Sus relatos no tienen “protagonistas” en el sentido clásico del término. Siempre el rol central lo juegan las clases trabajadoras en su Masas y Balas | 25 conjunto, con prioridad de sus sectores activos y rebeldes. Cuando se ocupa de la sublevación de la escuadra chilena, en el segundo relato, no deja de destacar que los sublevados son proletarios o campesinos de uniforme. Afiches callejeros, titulares de diarios, discursos de oradores improvisados, son transcriptos para fortalecer el “toque de realidad” de lo contado. Muchas veces éstos remiten a hechos francamente atroces, a una miseria manchada de sangre: “En el interior de la celda del Reformatorio de Menores, Sabino Godio, argentino, de 10 años de edad, se ahorcó empleando un cinturón que había trenzado con un alambre”.3 “Cuando las llamas llegaban al abdomen del negro, alguien se adelantó y le arrojó gasolina a todo el cuerpo. En sólo pocos minutos el negro quedó reducido a cenizas."4 El primero y más extenso de los capítulos transcurre en Buenos Aires, en un momento de conflicto obrero (huelga de los frigoríficos y también de la construcción), llegada de inmigrantes europeos y de las provincias del Norte y formación de las "villas desocupación” en las que se apiñan los desempleados. El relato sigue un ritmo acelerado, casi cinematográfico, en el que carteles, titulares de diarios, proclamas sindicales, ofrecimientos de trabajo, se incorporan con fuerza al clima del relato. En esas páginas se apretujan episodios, como la construcción del subterráneo Lacroze, el desempeño de las agencias de colocaciones, la mencionada huelga en los frigoríficos, el relato retrospectivo de los sucesos de la “Semana Trágica”. Todos resultan vívidos, contiguos o mezclados entre sí, componiendo una visión de conjunto signada por la 3. Garra, Lobodón (Liborio Justo), Masas y balas… p. 62. 4. Ibídem, p. 150. 26 | Liborio Justo pobreza lacerante y una lucha de clases directamente relacionada con ella. Por momentos se proyecta hacia otra época, como la ya mencionada Semana Trágica, o a otro lugar (las provincias del interior en los recuerdos de una muchacha que emigra a Buenos Aires). El clima de angustia y opresión está indudablemente logrado. Buenos Aires es descripta ampliamente como una ciudad en agonía, en trance de disolución o conmoción social generalizada. El capítulo sobre la sublevación de la escuadra chilena apunta a un momento histórico muy especial, de grandes luchas sociales en Chile, con protagonismo del proletariado minero, y del Partido Comunista. En ese clima se inserta la sublevación de la escuadra, que logró alzar contra el gobierno a casi toda la marina chilena y llegó a adoptar por un momento consignas socialistas y a favor de la formación de soviets. Liborio logró entrevistar a uno de los máximos protagonistas, el cabo Astica, y de allí surge el relato,5 precedido por la descripción de un viaje en tren por el norte minero de Chile que Liborio había realizado, que sirve para presentar un cuadro de pobreza y desesperanza, que constituye el telón de fondo de la sublevación de la marinería. Justo logra transmitir la especial fuerza de un acontecimiento histórico fuera de lo común: la rebelión de una fuerza armada casi completa, bajo el mando de sus suboficiales, con un cabo despensero como principal líder. Destaca la participación y solidaridad obrera en el alzamiento, y valora lo inusitado del episodio, mas allá de la posterior dispersión y represión del movimiento. Luego se ocupa del estallido de la guerra boliviano-paraguaya por el llamado Chaco boreal. Es el más “internacional” 5. Ibídem, p. 9. Masas y Balas | 27 de los relatos. Pinta el reclutamiento de indígenas y campesinos para marchar al matadero bélico tanto del lado boliviano como del paraguayo, y transcribe una extensa proclama antibélica emitida en Uruguay, país que de esa forma entra en el libro. La guerra del Chaco sirve de marco para la denuncia de las opresivas condiciones de vida en obrajes madereros e ingenios yerbateros. Y de nuevo se remonta hacia atrás en el tiempo para referir la huelga de La Forestal, en el norte argentino, sangrientamente reprimida en los albores de los veinte. Ese relato articula los distintos países: remite a Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay, mostrando las migraciones de los trabajadores y las condiciones similares de explotación y represión. Además muestra, sobre todo en el pasaje referido a Uruguay, el espíritu antibélico y la prédica de solidaridad supranacional entre los trabajadores de los países en guerra que, como en este caso, van a la muerte por los intereses de las grandes compañías petroleras. En el capítulo destinado a Brasil se combina el alzamiento comunista de 1935 con las imágenes de una década antes, las de la extraordinaria marcha de la columna encabezada por Luis Carlos Prestes por el territorio brasileño, desde el Nordeste al Mato Grosso y al extremo sur del inmenso país, de más de treinta mil kilómetros. El levantamiento de 1935 dirigido por comunistas ha sido objeto de más de un tratamiento histórico y literario, pero la seca crónica que del mismo y de su sanguinaria represión hace Liborio tiene una frescura e inmediatez difíciles de superar. El último capítulo tiene que ver con las paradojas del propio Justo. Liborio, en su momento admirado del progreso técnico y urbano de EE.UU., que le había parecido un paradigma de futuro deseable en su primer viaje, cierra este libro pintando una sociedad norteamericana en virtual estado de 28 | Liborio Justo disolución bajo los efectos de la gran depresión y sufriendo una ola de huelgas que recorría desde los trabajadores de las acerías de Ohio a los estibadores de los puertos de la bahía de San Francisco. El territorio de la prosperidad universal, del ascenso generalizado como vía de igualación, se revelaba marcado a fuego por la concentración capitalista monopólica y las desigualdades consiguientes; el discurso de una “sociedad de propietarios” se trastrocaba en las largas filas para recibir un plato de sopa. Y se mostraba atravesado por un combate de clases de singular intensidad, que los inicios del New Deal rooseveltiano procuraban atenuar. En ese escenario, el autor refiere los episodios de represión y también los linchamientos y las complicidades estatales en los mismos. Justo enhebra así cinco relatos, escritos “desde abajo”, con la atención puesta en los sufrimientos y las consiguientes rebeliones de las clases subalternas de distintos países de América. Masas y balas trae el eco de un clima social convulsionado, de una confrontación violenta, que es puesta por el autor bajo un apenas implícito signo constructivo, de fondo optimista. Las masas que describe Liborio se alzan por hambre material, pero también por sed espiritual de justicia. Por espontánea ira contra la explotación, los sufrimientos y humillaciones sufridas, y asimismo por la acción consciente de los militantes en su seno, por la labor perseverante, cuando no heroica, de los que dedican su vida a luchar contra el sistema social imperante. Las acciones espontáneas se combinan con los actos deliberados de los organizadores, y el todo parece converger en una acción emancipatoria con reales posibilidades de triunfo, en clave de una militancia que ve, incluso en las derrotas, lecciones que capitalizar y por tanto anticipo de victorias venideras. Masas y balas, las masas en movimiento y el poder que no trepida en prodigar las balas para reprimir la movilización Masas y Balas | 29 y la lucha. La fórmula se repite en los cinco relatos, el Estado burgués retoma sus posiciones perdidas o amenazadas, chapoteando sobre la sangre de los trabajadores y pobres sacrificados en nombre de “la ley y el orden”. Todo está redactado con una escritura despojada, que busca dar sensación de impersonalidad. Se trasunta un concepto de literatura identificado con una suerte de hiperrealismo o naturalismo de intención social, donde el objetivo central no excede el mostrar, de forma clara y comprensible, los hechos del proceso histórico, sin dar paso a ninguna expansión retórica, pero tampoco a la toma de distancia, o a la adopción explícita de una perspectiva valorativa o teórica. El punto de vista está implícito por el tipo de acontecimientos que se relatan y los sucesos que se exhiben, pero el autor parece tributar a la idea de que “los hechos hablen por sí mismos”. Y en efecto, logra producir en el lector la sensación de que se halla frente a documentos históricos, más que ante una pieza literaria.

Daniel Campione

sábado, 2 de noviembre de 2019

La madre de todas las batallas: ¿qué hacer con la deuda?



Los pagos anuales que tendrá que afrontar la próxima gestión superan la masa salarial anual promedio que reciben los 6,5 millones de asalariados registrados del sector privado que existen en el país.

Imagínate que tenés un vecino muy rico, un vivo de mil caravanas, que derrocha dinero en lujos vulgares, que se endeuda, que usa al límite (y más allá) la tarjeta de crédito, que adquiere autos de alta gama, pero cuando llega fin de mes le indica al correo que los resúmenes de todo lo que hay que pagar los deje prolijamente debajo de tu puerta, que vos te harás cargo.
No sólo eso. Contrata a un par de matones para asegurarse que vas a pagar. Y si no lo hacés, te buchonea en el Veraz haciéndote la vida más miserable por no poder tomar crédito. Todas las puertas se te cierran ¿No te rebelaría la situación?
Eso es lo que ocurre con la deuda pública que hunde la economía. Es una deuda contraída para pagar vencimientos previos (en una proporción importante a fondos buitre), financiar la fuga de dólares que los ricos se llevan a paraísos fiscales, sostener la “bicicleta financiera” y abastecer de divisas a las empresas multinacionales para que saquen sus ganancias de estas pampas para enviarlas a sus casas centrales.
Ni un centavo de la deuda se destinó a construir una escuela, un hospital, para mejorar las condiciones de vida de las mayorías. No obstante, cuando llega fin de mes la cuenta es enviada a la clase trabajadora. Le cargan todos los costos de la fiesta empresaria.
A decir verdad, la realidad supera ampliamente al ejemplo ficcional: aquí es el Estado capitalista (un poder de otra naturaleza, infinitamente superior al de un individuo), el que organiza el endeudamiento en beneficio de unos pocos.

Impagable

La deuda es un mecanismo de dominación de las potencias imperialistas sobre economías como la Argentina. En este caso el rol de matón lo lleva adelante el FMI, cuya mayor cuota en las decisiones la tienen los Estados Unidos.
Este viernes Donald Trump se comunicó con el presidente electo, Alberto Fernández. De ambos lados, resaltaron la cordialidad del trato. Por fuera del protocolo los representantes yanquis establecieron dos condiciones para “colaborar” en la negociación de Argentina con el Fondo: alineamiento en la política yanqui en Venezuela y un acercamiento al ultraderechista presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Para el próximo período presidencial (2020-2023) existen vencimientos de capital e intereses de deuda por más de U$S 200 mil millones de dólares. El promedio anual de pagos de la deuda es de U$S 51 mil millones. Son sumas siderales: superan el 10 % del Producto Interno Bruto (PIB), es decir de todas las riquezas que producen las trabajadoras y trabajadores.
Para intentar hacer más asequible el número se puede establecer la siguiente comparación: los pagos anuales promedio que tendrá que afrontar la próxima gestión superan la masa salarial anual promedio que reciben los 6,5 millones de asalariados registrados del sector privado que existen en el país.



El superávit del comercio exterior (diferencia entre las exportaciones y las importaciones) que logró el macrismo a costa de hundir la economía genera dólares que apenas cubren el 20% de esos pagos anuales de la deuda ¿Cuánta más recesión requiere honrar ese fraude?
Martín Guzmán es un economista argentino discípulo del premio Nobel Joseph Stiglitz. Desarrolla su carrera en Columbia University y es especialista en reestructuración de deuda. Esta semana explicó que no hay un horizonte de crecimiento para la economía argentina si se sigue pagando la deuda, por lo cual propone postergar vencimientos por los próximos tres años.
Naturalmente no expresa una posición de izquierda, cuya impugnación del mecanismo de deuda apunta no solamente a terminar con las miserias del presente, sino también a rechazar el dominio imperialista eterno en nuestro país
La explicación de Guzmán es muy gráfica de la gravedad de la situación: “Cada dólar que se pague de deuda es más recesión. Si Argentina no sale de esa espiral recesiva no puede pagar sus deudas, intentar generar espacio para pagar la deuda con más ajuste fiscal implica una crisis más profunda, mayor estallido social y pérdida de legitimidad”, señaló el economista.
La deuda es impagable. La izquierda lo advirtió durante la campaña electoral. Todos los economistas oficialistas y hasta varios del Frente de Todos decían que era manejable. La economía es la “ciencia exacta” que más falla: el abrupto default selectivo que decretó Mauricio Macri luego de las PASO dio por verificado lo que hasta hace poco se negaba. Ese default amenaza en transformarse en total en los próximos meses.
El país tiene cerrado el grifo para tomar endeudamiento. El macrismo con una “mala praxis” consciente dilapidó casi U$S 23 mil millones de las reservas del Banco Central durante el período transcurrido entre las PASO de agosto y las elecciones generales de octubre. Los cálculos sobre las reservas de libre disponibilidad oscilan entre los U$S 6 y U$S 13 mil millones, según quien realice la cuenta.
Hay una certeza: las reservas no alcanzan para pagar la deuda más que por un par de meses, quizás demasiado pocos. Alberto asumirá rascando la olla. Por eso toda la atención del establishment económico está concentrada en cómo avanza el futuro gobierno en una renegociación.
Una parte muy importante de los bonos está en manos de unos pocos grandes fondos de inversión especulativos: Templeton, BlackRock, Pimco. Hay otros al asecho: J.P. Morgan, Citibank, Santander, Deutsche Bank, BBVA Francés y sigue la lista. No sólo se hacen el banquete con con cada renegociación. Muchos de esos bancos son los que facilitan la “contabilidad creativa” para fugar capitales del país.
La historia reciente de reestructuraciones de deuda (Plan Baker, Plan Brady, blindaje, megacanje, canjes de 2005 y 2010), son un testimonio que no importa la audacia o dureza en la negociación. En la medida que no se rompa con el mecanismo perverso de la deuda, cualquier "reperfilamiento" en el combo que más guste (con quita, sin quita, con mayor plazo para pagar, a la uruguaya, a la ucraniana), siempre beneficia a los lobos -o buitres- de Wall Street.

Breve historia del fraude

Con el neoliberalismo el FMI, el Banco Mundial y otros organismos internacionales comienzan a tener un rol mayor como parte de la estructura de dominio imperialista para abrir el camino a las privatizaciones, al ataque a las condiciones de vida, a la creciente financierización y liberalización económica.
En este contexto, el mecanismo del endeudamiento experimentó un salto en calidad y en cantidad durante la década del 70. A los países latinoamericanos prácticamente se los obligó a tomar deuda para canalizar fondos que no encontraban colocación rentable en otras partes del mundo.
El FMI otorgó el primer crédito apenas tomó el poder la dictadura genocida en 1976. En la constitución de la deuda externa de aquel período se detectaron 477 ilícitos, entre ellos la nacionalización de la deuda privada de la familia Macri. La deuda se paga y se paga, pero no para de crecer: era de U$S 8 mil millones; con Macri ya alcanza a los U$S 335 mil millones.
Antes de la dictadura la pobreza rondaba el 5 % de la población. Con Macri va a terminar en alrededor del 40 %. Aunque la hegemonía neoliberal esté en crisis, hay abundancia de cifras que grafican la persistencia de las conquistas que obtuvo la clase capitalista con el neoliberalismo.
En la era Macri la deuda comenzó a elevarse atendiendo un fallo del juez neoyorquino Thomas Griesa en beneficio de los buitres. Luego siguió creciendo de forma alocada con emisiones como la del bono a cien años que realizó Luis “Toto” Caputo (el Messi de la finanzas según Macri), un título adquirido en buena proporción por un fondo de inversión en el que “Toto” había sido accionista. Y se catapultó con la vuelta del FMI, que financió la fuga de capitales pasando por encima de sus propios estatutos.
El nuevo gobierno se apresta a entablar negociaciones con los amos del norte y a pagar sin beneficio de inventario un fraude. La deuda es la madre de todas las batallas que definirá el futuro de las próximas generaciones. La única salida realista para las mayorías es cortar que ese nudo gordiano.

Pablo Anino
@PabloAnino
Sábado 2 de noviembre | 00:15

¿Posmacrismo? Futuro Imperfecto

El después electoral

Finalmente se votó. Fernández ganó pero Macri logró consolidar un voto significativo. El debate ahora es qué nos deparará el futuro inmediato, cuando ya hay conciencia que lo que deja el gobierno saliente no es apenas una herencia, sino una verdadera hipoteca.
La incertidumbre política ya había sido despejada en las PASO del 11 de agosto, estas elecciones solo lo confirmaron. Lo que domina la coyuntura es la incertidumbre económica. ¿Con qué margen de maniobra contará el próximo gobierno? Cuando prácticamente no tenemos moneda, estamos al borde de una hiperinflación y el nivel del riesgo país indica que es tiempo de default.

Datos electorales

Según los datos provisorios las urnas arrojaron datos tan esperados como inesperados. Como era previsible el Frente de Todos ganó, obtuvo el 48.11% de los votos, pero la diferencia a favor fue menor que en las PASO. Por el contrario Juntos por el Cambio perdió con el 40.35% de los votos pero achicó la diferencia a la mitad. En números concretos: el macrismo recuperó 2.300.000 votos, mientras que el peronismo solo obtuvo unos 270.000 votos más. (Estos datos están siendo cuestionados y habrá que esperar el escrutinio definitivo, para confirmar o no las diferencias).
Si la fórmula Fernández-Fernández aseguró su esperado triunfo en la estratégica Prov. de Buenos Aires, Macri-Pichetto mostraron una inesperada recuperación en Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos y San Luis –donde revirtieron los resultados- y ampliaron sus amplias ventajas en Córdoba y CABA. El próximo gobierno será un gobierno partido. Será titular del poder ejecutivo pero no el legislativo y tendrá que negociar en forma permanente, especialmente en diputados donde Juntos por el Cambio tendrá una bancada numerosa.
En este contexto polarizador no es sorpresa que la izquierda anticapitalista, el FIT-U, haya perdido votos a manos de la alianza triunfadora y retrocediera varios casilleros, 2.16 a Presidente aunque sosteniendo los votos a diputados. Es la peor elección desde el 2011, pero mantiene presencia política. Miryam Bregman, la candidata a diputada por CABA, obtuvo un 6% le faltaron solo 8.000 votos, ratificando que es la figura más destacada de la izquierda y cuya presencia supera ampliamente a su partido y al propio FIT-U. Por debajo de esta realidad electoral, subyace la evidencia de la enorme dificultad para construir una fuerza política asentada en los trabajadores y sectores populares que cuestione el orden capitalista existente.

Pensar los resultados

El Frente de Todos resultó triunfador y despertó la alegría popular, pero, con los datos disponibles, no fue la oleada que se esperaba. Al presentarse como la única herramienta real para derrotar al macrismo absorbió buena parte del voto anticapitalista. Juntos por el Cambio perdió pero mantiene peso político y presencia institucional y evita por ahora todo intento de disgregación de la coalición electoral, incluso M.Macri de quién se suponía se retiraría de la política, suena ahora para liderar la oposición. Así la derecha pro mercado y conservadora consolidó su voto, cuyo alcance es más amplio si se adicionan unos 4 puntos obtenidos por pequeños partidos a la derecha del macrismo.
¿Qué influyó más? ¿El voto bronca con el cual parte de la ciudadanía castigó el mal gobierno encabezado por M. Macri o un voto esperanzador de las grandes mayorías que depositaron sus expectativas en A. Fernández? Los resultados pueden verse solo como una derrota del macrismo propinada por el peronismo, o como un triunfo popular que se canalizó en las urnas a través del peronismo reunificado. Una segunda lectura permitiría verlos como la culminación de los múltiples paros, movilizaciones y actos de resistencia que se fueron consumando a fuego lento frente a los ataques del capital durante los últimos cuatro años. ¿Formanrán parte de la oleada antineoliberal que se expresa en el mundo en estos días?. Mirados desde las clases y sus fracciones, expresarían un intento embrionario de reorganización de la alianza social histórica, y necesaria, entre trabajadores ocupados y desocupados, las clases medias medias y pobres del campo y la ciudad y otros sectores atravesados por la crisis. ¿Será una alianza transitoria solo para conseguir mayorías electorales, con lo que tendría un sesgo inmovilizador ya experimentado en estos días, o tendrá permanencia y llegado el caso hará valer su capacidad movilizadora?
No es menor dilucidar esta incógnita cuando desde sectores centroizquierdista sumados a la alianza triunfante se interpreta –apoyados en la fragilidad de la situación económica- que en esta coyuntura lo “defensivo es más movilizador que la conquista de nuevos derechos”.

Horizonte de crisis.

Como sea el país ingresa en una nueva etapa política, y como siempre en estos casos habrá continuidades y rupturas. ¿Qué pesara más las ruptura o la continuidades? Cuando una nueva crisis está en el aire.
Lo que sucedió desde las PASO -estampida del tipo de cambio, de 45 a 65 pesos por dólar; pérdida de reservas, unos 22.000 millones de dólares; rebrote inflacionario, remarcaciones casi a diario, puede ser solo un anticipo. El control de cambios estricto puede controlar la corrida al dólar, la caída de reservas y amortiguar la espiral de precios, pero no resuelve el problema central que es la insustentabilidad de la deuda, que está en el centro de la crisis. Modelos de renegociación a la portuguesa, a la uruguaya, a la ucraniana, todos incluyeron un fuerte ajuste.
Con independencia de lo electoral la economía real sigue en caída libre y la recesión se profundiza. El PBI caerá 3% este año y la inflación tendrá un piso del 55-58%, con mayor deterioro de los salarios, de los ingresos populares y el empleo la pobreza se expandirá más aún, 37-40%. El único dato macro positivo proviene del comercio exterior que puede llegar a un superávit de unos 12.000 millones de dólares a diciembre, resultado de una espectacular caída de las importaciones y un leve repunte en las exportaciones.

Desafíos

Para el movimiento obrero y popular los desafíos son muy grandes, en un contexto de relación de fuerzas desfavorable. No es solo resistir el ajuste y defender el empleo, los salarios, las condiciones de trabajo, sino también abrir un nuevo rumbo para el país. La necesidad de intervenir en la crisis con sus propias propuestas está latente, pero también es cierto que está tironeado por una dirección que defiende la institucionalidad, que propone dar un tiempo al próximo gobierno y no crear desestabilización en la transición.
La extensión y profundidad de la crisis lo ha puesto en una encerrona: optar entre no irritar a los mercados y sostener la institucionalización o defender sus intereses inmediatos frente a los ataques del capital.
Los tiempos por venir tienen potencialidades pero también serios riesgos.

Eduardo Lucita, integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda

Vatileaks 3: corrupción, pedofilia, peleas entre “hermanos” y otros pecados



Es sabido que detrás de las siniestras paredes del Vaticano se esconden crímenes de todo tipo. Para quien tuviera dudas, las filtraciones de documentos de 2012 y 2015 (Vatileaks) sobre corrupción, lavado de dinero y negocios oscuros por parte de la Curia, una de las cuales llevó a la renuncia de Benedicto XVI, allí están para atestiguarlo.
Ahora, a principios del mes de octubre, se precipitó un nuevo escándalo que se cobró la destitución del Jefe de Seguridad del Vaticano, Domenico Giani. Esto fue por la publicación de documentación secreta que detallaba cómo la mayor parte del Obolo de San Pedro, que es el fondo de donaciones de fieles de todo el mundo al Papa para los pobres, es usado para operaciones financieras, especialmente inmobiliarias, en lugar de ir a parar a los “necesitados”. De este modo, la Secretaría del Estado del Vaticano, engrosa en un 77% un fondo “extra balance” de 742 millones de dólares que es utilizado para la timba financiera e inmobiliaria.
Esta documentación, a su vez, saca a la luz que el patrimonio inmobiliario de la Santa Sede es de medio millón de metros cuadrados, el equivalente a casi tres mil millones de dólares. Esto sería el precio total de 4.421 casas, apartamentos y edificios, donde ochocientos están sin alquilar. Un emporio económico. De los 3.200 en locación, el 15 por ciento no paga impuestos, de la mitad se cobran precios de favor. Y hay casi tres millones de euros de morosidad.
Además de la participación en la timba inmobiliaria se había dado a conocer la operación Falcon Oil en la que participó el Vaticano, un intento de inversión de 250 millones de euros en una plataforma petrolífera frente a las costas de Angola. Según las investigaciones de los periodistas Emiliano Fittipaldi y Gianluigi Nuzzi, la documentación revela el complejo sistema de sociedades en paraísos offshore usados por el Vaticano para poner una pantalla en sus oscuros negocios millonarios.

El poder político

Estos datos forman parte de los documentos reservados que se hacen públicos en lo que se denomina el III VatiLeaks, a partir del cual se puede apreciar cómo el Vaticano transitó un sinuoso camino de corrupción, malversación de fondos, fraude, abuso de cargos, lavado de dinero y autolavado que lo han llevado al borde de un precipicio. Algunos de esos documentos advierten sobre la posibilidad de un default (Clarín, 22/10).
Las nuevas filtraciones envuelven figuras del poder político como el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, quien habría oficiado de asesor del fondo luxemburgués Athena Capital Global Opportunities en la transacción en la que el Vaticano invirtió una millonada en la compra de un palacio en Londres en 2018.
Más allá de sus desmentidas, es un hecho que el Estado italiano tiene una relación carnal con la Iglesia católica desde que Mussolini habilitara su conformación como Estado dentro del Estado. El Vaticano no paga ningún tipo de impuesto, ni siquiera sobre los inmuebles que generan riqueza. A su vez, la curia cuenta con establecimientos enteros que son financiados por el Estado, como por ejemplo el Hospital Bambino Gesú que cuenta con una financiación anual de 220 millones al año por parte del Estado. Además, el 80% de los italianos que declara ganancias dona una parte a la Iglesia para sus distintas “misiones”. Este dinero, que asciende a un millón al año, en gran parte es destinado a los sueldos de los sacerdotes, a cuestiones económicas de las Diócesis, a los tribunales eclesiásticos y a cursos de catequismo, solo un pequeño porcentaje está destinado a la beneficencia, según las denuncias de los periodistas.

Las internas del Vaticano

Las filtraciones aparecen en un escenario de denuncias cruzadas entre las diferentes camarillas que pueblan la Iglesia. Los carpetazos forman parte de la dinámica infernal del Vaticano. “La Iglesia siempre ha sido un nido de víboras, las luchas de poder son despiadadas”, dijo recientemente Lucetta Scaraffia, que fue directora del suplemento femenino de “L’ Osservatore Romano”.
Como parte de esa lucha de camarillas, Francisco nombró a 13 nuevos cardenales, diez de ellos electores del próximo Cónclave, asegurándose una mayoría. Esto deja a 128 cardenales electores para el Cónclave, de los que 67 habrán sido creados por el Papa argentino, 42 por Benedicto XVI y apenas 19 menores de 80 años creados por Juan Pablo II.
Pese a esta relativa ventaja sobre sus rivales al interior de la Iglesia, el balance del papado de Francisco arroja un fracaso para sacar a la Iglesia de la bancarrota y el descrédito en que cayó al calor de los escándalos de corrupción y abuso de menores. La caída en la cantidad de fieles católicos, que se está desarrollando en todo el mundo, es uno de esos indicios.

Las luchadoras

El terremoto que moviliza al Vaticano son, claro, los escándalos de corrupción, abusos, etc., pero esta debacle de la Iglesia sería impensable sin la extraordinaria movilización de las mujeres en todo el mundo, que impusieron el aborto legal en bastiones del catolicismo como Irlanda, y sin la lucha de los familiares de víctimas de los absusos. Es el retroceso de una institución retrógrada que educa a las masas en la sumisión al régimen social imperante.
Las socialistas luchamos por otro régimen social, sin opresión ni explotación.

María Chuli

El FIT - U ante el resultado de las elecciones y la Argentina que viene // Pitrola en Nada Personal

Christian Castillo "Desafiar al poder financiero organizado es algo que se puede realizar"

Charla en Chile: La nueva situación Latinoamericana // Romina Del Plá y Gabriel Solano



El legislador Gabriel Solano y la diputada nacional Romina Del Plá, del Frente de Izquierda y dirigentes del Partido Obrero viajaron a apoyar la rebelión popular y el reclamo por Fuera Piñera.

viernes, 1 de noviembre de 2019

La lucha educativa en la rebelión chilena



La batalla por la gratuidad y contra la municipalización, anticipos del levantamiento actual

Fue bajo la superficie, en el subte de Santiago de Chile, donde estalló el grito que da cuenta de reclamos profundos y extendidos en materia educativa, salud, jubilaciones, salarios, que se arrastran hace más de 30 años y cuestionan a todo un régimen social que ha reducido a la educación pública a su mínima expresión.
Como seguimos desde Prensa Obrera durante los meses de junio y julio de este año, ocho semanas de huelga docente y movilizaciones estudiantiles, con apoyo de portuarios, trabajadores de comercio y cacerolazos en las comunas, antecedieron la rebelión que ahora se está viviendo en Chile.

El “modelo” chileno

Desde la salida de la dictadura, al igual que ahora, uno de los principales reclamos del pueblo chileno es que el Estado brinde educación pública, gratuita y se prohíba el lucro con la educación privada. En la actualidad, sólo el 25% del sistema educativo es financiado por el Estado. El 75% restante depende de los aportes de los estudiantes.
La gratuidad educativa sólo está garantizada en el nivel básico. A partir del secundario, las escuelas pueden cobrar cuotas. En tanto, todas las universidades –tanto las públicas como las privadas- cobran aranceles. Las escuelas públicas pasaron a la órbita de las municipalidades. Los orígenes de la municipalización educativa pueden remontarse a 1973, cuando la dictadura militar dispuso dar inicio a la descentralización.
Podemos afirmar entonces que las bases del actual sistema educativo chileno fueron sentadas durante el régimen militar de Augusto Pinochet y continuadas bajo el régimen democrático, que turnó en el poder a la derecha y la Concertación. En 1981 Pinochet reformó el sistema universitario, eliminando la educación terciaria gratuita. A partir de entonces, los alumnos que quieren ir a la universidad pero no tienen los fondos para costearlo, deben pedir créditos, ya sea estatales (si van a la universidad pública, que recibe algunos aportes del Estado) o bancarios (si estudian en un instituto privado).

¡Que vivan los estudiantes!

Las manifestaciones lideradas por los estudiantes secundarios en 2006 calificadas como “revolución pingüina” (por el color de los uniformes de los estudiantes), en tiempos de la Concertación de Michelle Bachelet, pusieron de relieve toda esta situación de desfinanciamiento, crisis de infraestructura y segmentación al interior del sistema educativo.
Las movilizaciones del 2006 terminaron con la aprobación, dos años después, de la Ley General de Educación (que remplazó a la Loce) que contempló modificaciones en los procesos de admisión, currículum, y reconocimiento oficial de los establecimientos educacionales, pero que no removió las tendencias precedentes.
En el 2011, bajo el segundo año del primer gobierno de Sebastián Piñera, nuevamente una intervención masiva de los estudiantes, mayoritariamente universitarios, generó las protestas en reclamo del fin de la oferta privada y el endeudamiento de los estudiantes, exigiendo la desmunicipalización de la educación. Y a pesar que se logró parcialmente para el 60% más pobre el acceso a la universidad, el endeudamiento según cifras oficiales indica que el 20% de los chilenos tiene mora por deudas en educación o salud.
Las luchas educativas se reactualizaron años tras año (2015, 2016) y la huelga de profesores de casi dos meses de este año levantando reivindicaciones “históricas”, con el método de la huelga, la asamblea por comuna, planteó una lucha de los trabajadores de la educación que fue empalmando con otros sectores y reclamos.

Educación o FMI

Hoy, en pleno desarrollo de la rebelión en el país trasandino, se ha convocado a boicotear la evaluación estandarizada y externa Simce que data de 1988, promovida en toda la región por la OCDE y organismos internacionales – versión de las pruebas Aprender y Enseñar impulsadas por el macrismo en Argentina.
Es claro que el sistema educativo Chileno es una muestra de una crisis de la educación latinoamericana, caracterizada por la descentralización, el desfinanciamiento, las reformas curriculares, ofensiva a las conquistas laborales y privatización creciente, que se va agravando de la mano de los acuerdos con el FMI que exige a los países con crisis de deuda las denominadas “reformas estructurales” a cambio de financiamiento. La lucha por la educación es incompatible con el FMI.
Como dice el lema popular que anima la rebelión chilena, “no son 30 pesos [monto del aumento en el subte que desató la rebelión], sino 30 años”.
El 5, marchemos en Buenos Aires con el Encuentro Memoria Verdad y Justicia contra la represión y en apoyo a la rebelión chilena.

Amanda Martín

A propósito de las elecciones presidenciales

Perspectivas e incertidumbres

La versión argentina del neoliberalismo rampante, la coalición denominada en la actualidad “Juntos por el Cambio” ha sido derrotada en las urnas. Ese objetivo, mayoritario entre los trabajadores y otros sectores populares, se ha cumplido. El actual presidente no continuará en el gobierno. Pese a las decenas de miles de millones de dólares volcados por el capital internacional para que ganara las elecciones y reeligiera, ese despliegue de recursos terminó en fracaso. Tampoco el entusiasta apoyo que los grandes medios brindaron a Juntos por el Cambio logró evitar la derrota.
A partir de allí cabe reflexionar sobre los matices y alcances de esos resultados. Y sobre las perspectivas que se abren para la sociedad argentina a partir de allí.
El Frente de Todos ganó con claridad, pero no obtuvo el triunfo aplastante que se insinuó con fuerza en las PASO. Después de una campaña en la que, de modo en apariencia paradójico, Mauricio Macri eligió las calles y Alberto Fernández los espacios cerrados, la ventaja del Frente de Todos disminuyó más o menos a la mitad de la que había obtenido en las internas abiertas.
Axel Kiciloff ha sido el único candidato de primera línea que sostuvo (con alguna disminución) la ventaja obtenida en las elecciones primarias. Afianza así su liderazgo personal, y de modo indirecto, el de Cristina Fernández de Kirchner. Quizás jugó un papel en su éxito el hecho de que él si mantuvo una campaña de recorrida de “territorio” y actos públicos de intención masiva. Seguro incidió el voto masivo de los pobres del conurbano por la oferta peronista. Desde esa posición de fuerza podría encarnar en el futuro una línea crítica al presidente electo.
Fueron elecciones polarizadas, las dos opciones predominantes se acercaron al 90% de los votos válidos. En una suerte de “bipartidismo de coaliciones”, los otras fuerzas quedaron muy relegados.
Resulta significativo que en una sociedad signada por la recesión; la caída de los salarios y el consumo, inflación alta y en ascenso, incremento de la pobreza y el desempleo, el hombre que está en el gobierno y la coalición que lo respalda hayan superado el 40% de los sufragios. Sus marchas del “Sí, se puede”, algunas multitudinarias, parecen haberle rendido frutos. En la campaña jugó un rol sustancial la insistencia con el miedo al kirchnerismo, la interlocución con una “clase media” que se siente saqueada por los planes sociales, amenazada en su seguridad y en sus derechos de propiedad. Frente al supuesto acoso de una masa de pobres soliviantados por el “populismo”, ha preferido la propuesta de Juntos por el Cambio, pese a los profundos nubarrones de la situación económica, que también los afectan de lleno. Les jugó a favor que el Frente de Todos, confiado en los resultados de las PASO dedicó mayor esfuerzo a los encuentros con factores de poder que a una campaña vigorosa. El decorado de los “valores republicanos” y la “transparencia” sirve de justificativo de una opción más reaccionaria, trasuntada en los altos niveles de aceptación de la ministra Patricia Bullrich, adalid de la represión policial sin ataduras legales y de la estigmatización de los pobres. En la misma línea han ido las brutales declaraciones del candidato a vicepresidente, orientadas con claridad a suscitar la fidelidad de una porción del electorado conservadora, individualista, ávida de preservar su lugar en la sociedad contra las variadas amenazas que siente al acecho.
Los intelectuales y periodistas del establishment se han permitido el lujo de un semifestejo del resultado “equilibrado”implícito en la diferencia de 7 u 8 puntos que se registró entre ambas candidaturas.. Macri no será presidente después de 2017, pero puede ser el jefe de una oposición fuerte, con elevada presencia en el Congreso. Con aptitudes tanto para la dura negociación como para la confrontación abierta, incluso con movilización de masas detrás suyo, como demostró en la campaña. Queda trazado un camino para una alternativa volcada a la derecha con sustento masivo. Con la recuperación en los comicios generales respecto de las PASO, no es de prever una implosión de la coalición macrista ni un desplazamiento rápido de la figura del actual presidente, como es probable hubiera ocurrido con una derrota bastante más amplia. La fuerte representación parlamentaria conseguida le permitirá entrar en una pareja negociación de todas los proyectos enviados al parlamento.
El gran capital sigue marcha adelante con su programa intacto, con el refuerzo en líneas generales el FMI: Reforma laboral, previsional y tributaria para abrir la vía al pago de una deuda externa asfixiante y satisfacer las reivindicaciones contrarias a los trabajadores a las que el frustrado “cambio cultural” de Macri no pudo cubrir. Apuestan también a continuar con la disminución del gasto público vía recortes en salud , educación, “gasto social”, despidos y caída del salario de empleados del estado. La reducción del déficit fiscal aspira al trono de “política de estado” por nadie discutida. También se procura privilegiar la libre circulación de capitales y mantener la dolarización de las tarifas. El escenario se complica porque la crisis actual podría profundizarse, incluso con síntomas altamente disruptivos, como una devaluación muy acentuada del peso acompañada de una espiralización de la inflación.
Es probable que el nuevo gobierno asuma, al menos en parte, ese programa impulsado por los factores de poder locales e internacionales. No tiene un horizonte de clase distinto ni una perspectiva de cuestionamiento del orden capitalista. Tampoco cuenta con una coyuntura económica favorable como la que los “populismos” disfrutaron en los primeros años de este siglo. Más bien todo lo contrario; menores precios de los bienes exportables, recesión, enormes necesidades de financiación sin fuentes claras. La apuesta de los conglomerados empresarios es a reforzar la “moderación” de Alberto Fernández y sus aliados más directos para que no se aparten de los dictados del poder económico, junto con la neutralización de cualquier “desborde” de corrientes políticas y sociales menos confiables. La expectativa es que actúe en pos de desactivar el conflicto social y se convierta en administrador de las demandas empresariales, con las amplias herramientas que proporciona el peronismo. Sus estrechas alianzas con gobernadores, sindicalistas y tecnócratas viabilizan su postulación como actor central de una nueva ola de disciplinamiento social.
La tendencia en el pensamiento y la acción del futuro presidente parece apuntar a una “administración de lo existente” que permita la incorporación, así sea en dosis módicas, de banderas tradicionales del peronismo respecto al estímulo al mercado interno y la ampliación de las políticas sociales. Eso en el contexto del mantenimiento de la “paz social” por parte de los sindicatos y los movimientos sociales. Múltiples escollos lo esperan en ese camino.
El escenario planeado por los candidatos triunfantes, de un amplio “pacto social” que incluya a centrales empresarias, sindicalistas burocráticos e Iglesia, es preocupante para los intereses de los trabajadores. Es probable que un acuerdo de ese tipo sólo devenga en un moderado ascenso de salarios que no compense el marcado deterioro de los últimos tiempos. Y a cambio de eso legitime diversas concesiones a las patronales, incluida una reforma laboral pactada, con detalles a definir sector por sector.
En tales condiciones las clases populares se encontrarán ante un nuevo horizonte de lucha para defender sus condiciones de vida y de trabajo, sin dejar que le sigan robando la posibilidad de una vida digna. Que el futuro gobierno no vaya a profesar el credo “neoliberal” no implica que se aparte de la lógica del gran capital. Éste se encargará a diario de recordarle el “camino correcto” ante la mínima desviación.
Existen sectores en la coalición que apoyó a la fórmula de los Fernández que aspiran a un horizonte menos concesivo. Hasta ahora ocupan un lugar bastante marginal, fuera de la disputa por el poder real y por los lugares de gobierno dentro de la futura alianza gobernante. Habrá que esperar a cómo reaccionan frente a esa situación de postergación y a eventuales medidas antipopulares del nuevo gobierno.
De cualquier manera, en coincidencia con las rebeliones populares de Ecuador y Chile, se insinúa una oleada desfavorable a las políticas cuyos efectos, o mejor dicho sus propósitos, son ampliar la desigualdad, la explotación y la exclusión. En ese contexto, cada restricción que encuentre el avance de esas políticas, aún en la forma de un mero rechazo electoral, tiene un valor no desdeñable.
En este panorama, cabe interrogarnos sobre la actualidad y perspectivas de las propuestas de izquierda. La actuación electoral del Fitu fue pobre. El hecho de ser la única lista de izquierda que llegó a esta elección, acentúa el magro resultado nacional, apenas superior al 2%. Eso no quita que la votación a parlamentarios fue bastante mayor, por ejemplo la obtenida por la lista que encabezó Myriam Bregman en CABA, que estuvo cerca de obtener una banca. Esa coalición se mantiene hasta ahora como una tentativa bastante exitosa de agrupar a la izquierda trotskista, pero parece haber alcanzado un techo difícil de superar con sus solas fuerzas y tiende a mantenerse en límites sectarios, inaptos para expandirse más allá de su propio campo.
La perspectiva de formar una alternativa popular más amplia y diversa que la que hoy tiene presencia electoral, sigue en estado latente. Hoy se necesita una perspectiva feminista, comprometida en la defensa del medio ambiente y los bienes comunes, atenta a las necesidades y derechos de una clase trabajadora diversificada, segmentada y precarizada o desempleada en gran proporción. Se requiere un nuevo planteo de la tradición de izquierda y una articulación con espacios sociales y políticos que vienen de otros campos, incluido el kirhcnerismo. Todo eso articulado por una crítica radical del sistema capitalista, que reivindique una orientación socialista clara.
Las organizaciones sociales, políticas y culturales (muchas de ellas son las tres cosas a la vez) que procuran construir una izquierda innovadora, plural y no sectaria, deberían asumir el compromiso firme de generar una alternativa que, desde sus construcciones en distintos planos de la sociedad civil, pueda desplegarse en la perspectiva electoral. Por desgracia, lo que predomina hasta ahora es la fragmentación, acompañada por intentos de alianzas que resultan parciales, frágiles y efímeras.
Eso no quita importancia ni factibilidad a la tarea pendiente. Pacientes construcciones en barrios, sindicatos, escuelas y universidades, ricas experiencias de asociación, formación, trabajo autogestionado, múltiples tentativas de desarrollar experiencias autónomas en lucha cotidiana contra la represión, el aislamiento o la cooptación, todas merecen alcanzar una articulación que potencie y dé un sentido nuevo a sus luchas.
La actuación electoral no puede ser un fin en sí mismo ni convertirse en un campo de altísima prioridad, pero no puede estar ausente en una sociedad en la que “el ejercicio normal de la hegemonía” se da en el terreno parlamentario. El electoralismo es un peligro siempre presente, el abstencionismo electoral una manifestación de impotencia a menudo encubierta por pretensiones de “pureza”.
El escenario permanece abierto, poblado de desafíos que exigen un salto cualitativo en nuestras capacidades.

Daniel Campione

Macri, la peor inmundicia

Hacer periodismo o ciencia social es una práctica con un posicionamiento y una mirada de clase. Siempre lo vivimos así y lo seguiremos haciendo, con aciertos y errores. Por eso queremos reflexionar y contarles esta reflexión a partir de un hecho cotidiano que ocurrió ayer a las 18.30 hs.
Escuchar al despensero (el más caro de la zona donde vivo) insultar junto a una joven que fue a comprar a ese negocio a los “negros planeros que ahora se van multiplicar con los Fernández”…es una microescena de las subjetividades que genera el capitalismo de época. Son expresiones de la alienación y las sobreadaptaciones sincréticas de una sociedad establecida en base a la explotación humana. ¿Qué hace que un despensero y una trabajadora en vez de identificarse con los más desposeídos y oprimidos…solo repitan el sentido común o los mensajes que la ingeniería comunicacional burguesa introyecta en nosotros?
Mauricio Macri y su clan empresario representan la peor inmundicia de entre los burgueses. Porque uno si bien sabe que ellos como capitalistas harán hasta lo más siniestro para seguir acumulando riquezas, han usado toda artimaña científica/ política (desde las neurociencias a la big data-obviamente la reforma laboral) para convertirnos en casi animales que debemos pelearnos entre nosotros para sobrevivir; en lo alimentario y en lo psíquico (pues la descarga agresiva contra otros hace que podamos “bajar” las ansiedades primarias). Macri y su banda de Ceos han logrado u mejor dicho implementado lo que Edward Bernays tramaba entre bambalinas: que las personas se odien a sí misma, por ende, el odio político que debería sentirse contra el opresor, va desde uno mismo a lo más cercano. Y ahí hay una reconversión política y científica: hace 50 años la unión obrero/estudiantil canalizaba la rabia y el odio contra la clase dominante, por ejemplo en los Rosariazos y el Cordobazo; en cambio ahora nos inducen a pertenencias sincréticas a “Frentes”: o Todos o Cambiemos. Cambiemos nos hizo odiarnos, implotar… del otro lado dicen venir a parar esta debacle.
Sacar al “Gato” no deja de ser un avance. Sin embargo, es hora que emprendamos la tarea que siempre venimos retrasando: la de accionar, pensar y organizarnos para derrotar a la sociedad capitalista y sus burgueses. Porque si Macri nos indujo al odio a nosotros mismos; el peronismo nos alienta a convivir/conciliar/pactar con los que nos chupan la sangre…
Es tiempo que entre los empobrecidos y los trabajadores vuelva a sonar, asir y practicarse la lucha por el socialismo.

Andrés M. Sarlengo

El neoliberalismo explota en Latinoamérica

América Latina esta revuelta debido a los regímenes neoliberales que se han impuesto en los últimos años en la región impulsados por Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las oligarquías criollas.
Las fuertes reglas neoliberales que se han adoptado por países como Argentina, Chile, Honduras, Ecuador, Colombia, Haití, han motivado numerosas manifestaciones populares las que rechazan el incremento de la desigualdad entre la población, el crecimiento de la pobreza y la desatención gubernamental de las grandes mayorías.
En Argentina, el gobierno de Mauricio Macri ha endeudado al país con el FMI por más de 50 000 millones de dólares. Los empréstitos recibidos han ido a parar a los bancos y a pagar deudas con compañías nacionales y extranjeras mientras se incrementan las necesidades de los ciudadanos al subir la inflación, aumentar el desempleo y eliminarse numerosos servicios públicos que pasan a propiedad privada.
El malestar provocado por las enormes penurias crecientes, desataron olas de manifestaciones, creación de ollas populares para aliviar estómagos hambrientos y protestar contra un sistema capitalista fallido. Todo eso provocó la victoria en las elecciones del 27 de octubre de los candidatos Alberto Fernández y Cristina Fernández y la contundente derrota de Macri.
Ecuador se ha visto envuelto en una enorme ola de malestar público contra las medidas neoliberales adoptadas por el régimen de Lenin Moreno que durante su año y medio de gobierno ha eliminado beneficios sociales que fueron impulsados por el anterior gobierno de Rafael Correa.
Lenin, bajo presión de Washington, buscó préstamos del FMI por 4 200 millones de dólares para amainar los problemas fiscales y el endeudamiento externo provocados por su propio gobierno y a la par se comprometió a desmontar la mayoría de los programas sociales.
La copa neoliberal se colmó al dictar el presidente un paquetazo el cual eliminaba, entre otras cosas, los subsidios al combustible. Inmediatamente se desarrollaron extensas protestas que se saldaron con una represión policial que dejó ocho muertos, más de 1 200 detenidos y profusos daños económicos. Al final, Moreno se vio obligado a dar marcha atrás al decreto pero la situación sigue convulsa por los reclamos de la población que gozaba de los beneficios adquiridos con el gobierno de Correa.
Pasando a otro país de América del Sur, Chile, la ya acostumbrada represión contra las demandas estudiantiles y obreras que se mantienen desde que fueron instaladas por la dictadura de Augusto Pinochet, miles de personas sufrieron las consecuencias de protestar por la subida del precio del pasaje en la red de transporte.
Miles de jóvenes y estudiantes saltaron las vallas y pasaron al metro sin pagar en señal de rechazo a las medidas de austeridad gubernamental, y el malestar siguió incrementándose entre toda la población. Para contrarrestar las acciones, el presidente Sebastián Piñera, (retomó el poder en marzo de 2018) decretó el estado de excepción y la represión policial no se hizo esperar con saldo de 25 muertos y numerosos heridos y detenidos.
Para Estados Unidos y las potencias occidentales, Chile ha sido, desde la dictadura de Pinochet, el paradigma del sistema neoliberal en la región con el objetivo de permitir la entrada de las compañías transnacionales que se enriquecen con la extracción de sus grandes reservas mineras.
Piñera se ha convertido desde su primer mandato 2010-2014, en un promotor de las líneas directrices sobre el control de la economía global que se proyectan desde Washington y el FMI, con el impulso a la imposición de sistemas neoliberales, de libre comercio y privatizaciones.
Al igual que en Ecuador y Chile, en Honduras han sido reprimidas las manifestaciones que ahora exigen la dimisión del presidente Juan Orlando Hernández (reelegido en 2018 con numerosas denuncias de fraude) por sus relaciones con el narcotráfico y acusaciones de corrupción.
Honduras es una semicolonia estadounidense donde impera la “democracia” pese a los graves problemas que padecen sus habitantes. Hace diez años, Estados Unidos con el apoyo de la derecha hondureña indujo un golpe de Estado contra Manuel Zelaya, el único presidente que laboró por llevarle a su pueblo beneficios que nunca había disfrutado.
Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística de Honduras publicados por el diario La Prensa, informan que casi seis millones (71 %) de los 8,5 millones de habitantes del país son pobres.
Haití no se queda atrás y la crisis del actual mandatario, Jovenel Moise se agudiza luego de semanas de ininterrumpidos disturbios. Los manifestantes se han aglutinado en el Palacio Nacional, en las oficinas de la ONU y en las calles para demandar la renuncia del presidente.
La crisis política no es nueva sino que condensa, cuanto menos, los dos últimos gobiernos del Partido Haitiano Tet Kale (PHTK). Su fundador, Michel Martelly (2011-2016), al igual que Moise, son acusados de desviar los fondos de la ayuda internacional de las dos últimas catástrofes climáticas que azotaron la isla. Como consecuencia, la población fue condenada al hambre, la pandemia y el debacle de su economía llevadas de la mano con recetas capitalistas.
Con siete bases militares estadounidense en suelo colombiano, 300 líderes sociales, campesinos y excombatientes asesinados en los últimos años y sin cumplir los acuerdos de paz acordados con los grupos guerrilleros, esta nación suramericana funge como punta de lanza de Washington en la región.
El régimen de Iván Duque se prepara para decretar nuevas medidas de austeridad a los combustibles a una población que en su mayoría sufre la desatención generalizada mientras unos pocos disfrutan de sus riquezas naturales y económicas.
Los pueblos de América se levantan contra las leyes neoliberales pese a la represión y la desinformación de los grandes medios de comunicación controlados por la derecha, pero al final del túnel ha de verse la luz.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.