lunes, 8 de septiembre de 2025

El dólar y el techo de la banda… de delincuentes que nos gobierna


La corrida tras la derrota electoral agrava la precariedad de la política económica de Milei. 

 Tras la derrota electoral de La Liberad Avanza en las elecciones de la provincia de Buenos Aires, los mercados respondieron acelerando la corrida cambiaria en curso, lo cual llevó el dólar cerca del techo de la banda. Vale decir que el gobierno se ocupó durante todo el período previo de gestar esta estampida y agravar su explosividad, estimulando el endeudamiento en pesos a tasas siderales. Importa señalar que los costos de la devaluación recaerán sobre el bolsillo de los trabajadores, mientras los capitalistas se hallan perfectamente cubiertos frente a una eventual disparada del tipo de cambio. 
 Al día siguiente del revés electoral sufrido por Milei, el dólar minorista trepó a $1.450 en algunos bancos, el riesgo país superó los 1.100 puntos y las acciones argentinas que cotizan en Wall Street cayeron 20%. Si bien el esquema económico venía tambaleando a causa de su insostenibilidad, el resultado de las urnas agravó la desconfianza de la clase capitalista en el gobierno, que sale de esta elección sin autoridad política alguna para redoblar la ofensiva antiobrera como había prometido, por más que el presidente y Luis Caputo, finalizado el escrutinio, se encargaron de ratificar el rumbo de ajuste contra el pueblo que les valió la derrota. 
 Seguramente Milei utilice el cimbronazo cambiario para extorsionar al electorado de cara a los comicios de octubre, al igual que hizo Macri en su momento. Ahora bien, fue el propio gobierno el que preparó todas las condiciones para una corrida a gran escala: rifó las reservas en financiar la fuga de capitales para sostener una bicicleta financiera que elevó la deuda en pesos en un 85,5% entre diciembre 2023 y julio 2025. Con tasas usurarias de hasta el 75% anual, la dinámica "bola de nieve" llegó a tal punto que los intereses capitalizados acumularon $30 billones en el primer semestre del año. Una gigantesca emisión monetaria potencial que presiona para ir al dólar. Esto en el mismo momento en que, como no acumuló divisas, el capital financiero enciende la alarmas ante la posibilidad de que no pueda afrontar los vencimientos de deuda externa. 
 Ante esta crisis los capitalistas presionan por una devaluación, que recomponga las cuentas externas sobre la base de licuar los costos en pesos de la industria y de las ramas de exportación, es decir, pretenden pasarle la factura de este desfalco a los asalariados. Son los mismos que compensaron la menor actividad económica con rendimientos extraordinarios con el carry-trade, y que tienen sus carteras blindadas ante el salto cambiario: sin ir más lejos, el 54% del stock de deuda en pesos del Tesoro está compuesto por títulos ajustables (CER o dollar-linked); y, a su vez, aquellos agentes que operan en el mercado de futuros serán retribuidos con dinero del Banco Central, que en los últimos meses se dedicó a intervenir en ese segmento para contener las expectativas devaluatorias.
 En cambio, la población trabajadora, que vino sufriendo los efectos recesivos de la apreciación cambiaria con la cual se beneficiaron los especuladores, ahora se encuentra inerme frente a la suba del dólar y su impacto sobre la inflación, ya que ha sido condenada a aumentos salariales del 1%, fruto del tope a las paritarias que fijó el gobierno y convalidaron las burocracias sindicales. Lo anterior plantea la necesidad inmediata de salir a la lucha en defensa de los ingresos populares, lo cual significa superar la malla de contención que tejen las direcciones peronistas de los gremios, comprometidas a fondo con la gobernabilidad de Milei. 
 Como vemos, el gobierno ingresó en una crisis muy aguda y tenemos que ser los trabajadores los que le demos la estocada final mediante la movilización callejera, para así imponer una salida en nuestros propios términos. Sino las riendas de la situación seguirán en manos de la burguesía, que ya está forzando un cambio de rumbo -que puede derivar o no en la preparación de una variante de relevo a Milei- pero que será igual o más perjudicial para las mayorías que el que veníamos transitando.
 Así las cosas, la tarea de echar a Milei por medio de la acción directa cobra más vigencia que nunca, en contraposición a la estrategia esbozada por el propio Kicillof desde el búnker de campaña, quien concluyó su discurso levantando las banderas del "hay 2027". El peronismo se dispone a encauzar la bronca popular con el gobierno -que se expresó en las urnas- hacia un recambio electoral dentro de dos años, desalentando toda perspectiva de lucha. Un camino de derrota para los trabajadores que, en la etapa que se abre, nos jugamos a torcer.

 Sofía Hart

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