Más allá de estos lobbys capitalistas, los que se encargan de recordarle a Cristina en qué plato debe colocar los pies son los jueces de la Corte Suprema, árbitro final de las causas en su contra. Las tratativas en pos de la “unidad”, que no es otra cosa que el aval al acuerdo con el FMI, tienen este telón de fondo.
(No) hay 2023
Quienes tuvieron el mérito de revelar el carácter de las disidencias kirchneristas han sido las organizaciones que se reunieron en San Martín el sábado pasado, para denunciar “el ajuste” que sobrevendría como resultado del acuerdo. No les dio, sin embargo, para señalar el monumental despojo ya perpetrado en estos dos años contra salarios y jubilaciones, preparando el terreno de las exigencias del FMI. Entre los presentes, se encontraban dirigentes de ATE Capital, del sabatellismo y del sindicato del subte. La consigna central del encuentro fue “No hay 2023”. Los dirigentes presentes abordaron la crisis como consultores electorales, y no como representantes de organizaciones obreras. En 2018, el kirchnerismo sindical acuñó el slogan “hay 2019”. Era la señal de que no se debía terminar con el macrismo por medio de la huelga y la acción directa. Ahora, la advertencia de la derrota electoral anticipada es una forma de declarar al ajuste como hecho consumado, y no luchar contra él. Los sindicalistas K actúan como el presidente del bloque del FdT: le pide a sus diputados “criticar” y “denunciar”, sin sacar los pies del plato. En los "pronunciamientos" críticos de los K “antiacuerdistas”, no existe ningún llamado a la deliberación, a la lucha, a la organización de congresos o plenarios de delegados, siquiera en sus propias organizaciones. Los dirigentes críticos tampoco han salido al cruce de las paritarias docentes o estatales, que comienzan a delinearse en los términos del FMI.
Pero los abanderados del “apoyo crítico” al gobierno quieren resolver una cuadratura del círculo. La andanada tarifaria y devaluatoria es un pasaporte a la conmoción social y a la rebelión popular. Curándose en salud, los trumpistas argentinos han salido a agitar la prohibición de los piquetes. El proyecto que presentaron en la Legislatura porteña es una copia del que prohijó, hace dos años atrás, un concejal colombiano, con “protestódromo” incluido. Tiempo después, una huelga general transformó a toda Colombia en un piquete. Argentina marcha en ese rumbo, que es el que debemos abonar con la agitación y la organización: para luchar contra el acuerdo fondomonetarista, necesitamos un congreso de trabajadores, de delegados, activistas y luchadores, que prepare la huelga política de masas contra la confiscación a los trabajadores y contra sus gobiernos.
Marcelo Ramal
08/02/2022
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