miércoles, 7 de septiembre de 2011

"Un perejil mató a Candela"


"¿Puede desentrañarse un caso donde la voluntad de cobrar una deuda proveniente del narcotráfico termina en este desastre? ¿Se puede apresar y juzgar a algunos integrantes que se pasaron de la raya sin poner en evidencia las complicidades que involucran a jueces, funcionarios y policías con los narcos? Es mas fácil conseguir a un perejil que no los ponga en jaque, que no altere las relaciones de poder, que no muestre la incapacidad del Estado de defender a sus ciudadanos frente a este verdadero monstruo que es la corrupción, que por su propia naturaleza termina no solo naturalizando lo peor de una sociedad, sino que además va corriendo de manera sistemática los límites de lo aceptable". Por Gabriel Levinas

Por ANRed- E (redaccion@anred.org)

Un perejil mató a Candela

Como los joker en una partida de naipes, los perejiles son utilizados para recibir el castigo derivado de los juegos de poder entre las distintas mafias enquistadas en el Estado.
Corrupción hubo siempre. Todos los países tienen corrupción. No empezó con este gobierno. Tres verdades de Perogrullo que se esgrimen cuando nos indignamos por algún caso donde algún funcionario mete la mano en la lata o sobrepasa los procedimientos legales. De este modo parece que quien se queja es un ingenuo que desconoce la naturaleza misma del poder, que como todos ya deberían saber, siempre corrompe.
¿Podemos asegurar que la pequeña Candela, brutalmente asesinada, es víctima de la corrupción? No, debemos esperar que la justicia investigue, identifique a los culpables y, finalmente, los condene.
Esta respuesta más sensata, más justa y cauta es en realidad más ingenua aún que la pretensión de quien se indigna por el aumento de la corrupción.
La posibilidad de que la causa sea investigada por policías honestos, que caiga en manos de una justicia invulnerable e incorruptible es tan pobre que lo más probable es que la sociedad deba aceptar, como tantas veces antes, una escenografía de justicia con algún perejil exhibido como responsable de la muerte de la niña.
Desde el comienzo los indicios apuntaban a dos posibilidades: secuestro extorsivo o trata de personas. Hay una ley, la 25.760 que dice que los secuestros extorsivos, delitos contra la libertad que se describen en los artículos 142 bis y 170 del Código Penal, son de competencia federal.
En ambos casos, los fiscales federales pueden (y deben) investigar ante la presunción de que un secuestro se hubiera cometido para cualquiera de las dos finalidades. Si se constata que existen indicios suficientes deben judicializar la causa en el fuero federal.
Desde que Candela fue secuestrada cerca de su casa un grupo de policías de la Provincia junto con una psicóloga de apoyo para su madre se instalaron en la casa de la familia. Ellos fueron testigos de varias llamadas, posiblemente de los secuestradores, recibidas durante los días previos al asesinato. El fiscal Woodgate en un reportaje realizado por Ricardo Ragendorfer reconoció sorprendido el desconocimiento de cualquier comunicación entre los secuestradores y la familia.
Este detalle no es menor, ya que demuestra la decisión de la policía de la Provincia de mantener el caso dentro de su jurisdicción.
Por otra parte no es descabellado que el Fiscal esté usando este caso para zafar de una acusación que pende sobre el: Federico Nievas Woodgate era juez durante la dictadura y fue uno de los ex funcionarios judiciales nombrados en el marco de las audiencias donde se juzgó a ex integrantes del Servicio Penitenciario bonaerense por homicidios, tormentos y privación ilegítima de la libertad, llevadas a cabo en el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata.
Las llamadas que mencionamos antes pueden haber sido falsas, una o todas ellas. Pueden haber sido auténticas y convertidas en falsas por los investigadores para seguir manteniendo la investigación en su jurisdicción, o pueden haber sido razonablemente descartadas. No lo sabremos.
La aparición del cadáver en las cercanías de la casa de Candela, en la zona donde miles de policías rastrillaban los barrios cercanos, ¿es un acto desesperado o temerario? Tampoco lo sabremos. Pero tal vez, por su connivencia con sectores de la policía local, los asesinos se sentían más seguros allí.
Una vez aparecido el cuerpo y ante el inmediato conocimiento de las llamadas extorsivas realizadas a la familia, la justicia federal estaba doblemente habilitada para reaccionar y tomar las riendas de la investigación, pero no lo hizo. Permitió de este modo que el zorro se haga cargo del gallinero. La misma policía tomo las evidencias y el cuerpo, lo llevó a su morgue y después de no encontrar prácticamente nada, le dieron sepultura.
¿Podemos suponer un pacto entre Nación y Provincia para no sacarles el caso? Podemos.
El padre de Candela estaba preso desde hace un año. Su “especialidad” consistía, como chofer para las bandas de piratas del asfalto, en trasladar el camión hasta los lugares donde se los vacía. Están bien organizados y, generalmente, el chofer no participa en el robo del camión; simplemente entra después, no lo presencia. De este modo si es atrapado, sin armas encima y sin haber participado del robo, su pena es mucho menor y los autores quedan también a resguardo.
Su gente, la que habitualmente trabajaba con él, estaba toda presa y él solo (nunca fue el más dotado del grupo), necesitado de dinero, se animó por las suyas a realizar el robo y terminó preso.
Las imputaciones provenientes de la misma policía y del abogado de otro delincuente del rubro narcotráfico dispararon la acusación más peligrosa que puede pesar sobre él, a veces es casi una sentencia de muerte: “Buchón”.
Como parte de los mecanismos de empiojar la cosa se trata de desviar la investigación, sacarla del narcotráfico y tirarla hacia la banda de piratas del asfalto. Con un recurso de inusitada crueldad, y con la intención de desvirtuar a la víctima, la policía de la provincia (gobernador Scioli incluido), dejó trascender trascender detalles íntimos de Candela
La madre y la tía de la víctima (propietaria de una moto cuyo costo es superior a los 20.000 dólares) tienen más respuestas para dar que el padre de Candela, un verdadero perejil fuera de combate, que no pudo siquiera cancelar su cuenta de 25.000 pesos a su abogado Telleldín.
La dificultad más grande que tiene hoy día el Estado para resolver estos casos donde matar a una niña, meterse con la familia, etc., exceden los límites que las propias mafias y funcionarios corruptos se imponen a sus actividades delictivas, es: ¿cómo hace un corrupto para investigar a fondo un caso sin que en algún momento su propia historia, en forma de amenazante carpeta, caiga sobre su escritorio y anule sin más su necesidad de hacer justicia?.
¿Puede desentrañarse un caso donde la voluntad de cobrar una deuda proveniente del narcotráfico termina en este desastre? ¿Se puede apresar y juzgar a algunos integrantes que se pasaron de la raya sin poner en evidencia las complicidades que involucran a jueces, funcionarios y policías con los narcos? Es mas fácil conseguir a un perejil que no los ponga en jaque, que no altere las relaciones de poder, que no muestre la incapacidad del Estado de defender a sus ciudadanos frente a este verdadero monstruo que es la corrupción, que por su propia naturaleza termina no solo naturalizando lo peor de una sociedad, sino que además va corriendo de manera sistemática los límites de lo aceptable.

Gabriel Levinas

No hay comentarios:

Publicar un comentario