El mismo miserable responsable de la muerte de la joven sueco-argentina de 17 años Dagmar Hagelin.
Y de tantas otras barbaridades que quizás jamás nos sean reveladas, como la emboscada, secuestro y muerte de Rodolfo Walsh.
El 26 de abril de 1982, este miserable estaba a cargo del comando de élite "Los Lagartos" en las islas Georgias.
Ese comando era la única presencia militar argentina en las Georgias, zona de conflicto bélico, por lo tanto era la primera y única vez que el miserable pudo haber justificado con suprema razón y justicia el uso legítimo de las armas que el pueblo argentino pagó y entregó a las fuerzas armadas con el fin de ser usadas en defensa de la soberanía territorial.
Pero el miserable que no dudó en dirigir el fuego contra chicas indefensas, que no tuvo reparos morales en infiltrarse en un grupo de todavía ingenuas y desesperadas amas de casa, ni en secuestrar monjas, el miserable a quien no le importó un carajo la vida de otros civiles argentinos, el que se ufanaría con soberbia vileza ante la prensa "Soy el hombre mejor preparado técnicamente para matar a un político o a un periodista", cuando las tropas británicas iniciaron el desembarco en Puerto Leigh, de inmediato izó la bandera blanca.
Sin el más mínimo atisbo de resistencia se rindió incondicionalmente, entregando armas y pertrechos argentinos al enemigo, cosa que dejó perplejos y atónitos hasta a los mismos ingleses. La fotografía del cobarde firmando el documento de la rendición dió la vuelta al mundo, y por mucho tiempo debería haber sido motivo de vergüenza para las fuerzas armadas de aquel entonces, si éstas hubieran tenido la dignidad necesaria. Pero no fue así, Astiz fue sobreseído y premiado, e incluso recompensado con un ascenso durante el gobierno democrático de Alfonsín.
Este miserable, asesino serial de mujeres, también debe ser recordado como parte sustancial de aquella gesta
HS
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