sábado, 4 de noviembre de 2006

CAMILO CIENFUEGOS.



El 28 de octubre de 1959, murió en accidente aéreo el Comandante Camilo Cienfuegos, una de las figuras más emblemáticas de la Revolución Cubana. Uno de sus entrañables amigos, el Comandante Ernesto Che Guevara, dedicó a Camilo uno de los textos incluidos en su libro “La guerra de guerrillas”, el cual reproducimos íntegramente: Este trabajo pretende colocarse bajo la advocación de Camilo Cienfuegos, quien debía leerlo y corregirlo pero cuyo destino le ha impedido esa tarea. Todas estas líneas y las que siguen pueden considerarse como un homenaje del Ejército Rebelde a su gran Capitán, al más grande jefe de guerrillas que dio esta revolución, al revolucionario sin tacha y al amigo fraterno. Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa. Creo que él hubiera aprobado este manual donde se sintetizan nuestras experiencias guerrilleras, porque son el producto de la vida misma, pero él le dio a la armazón de letras aquí expuesta la vitalidad esencial de su temperamento, de su inteligencia y de su audacia, que sólo se logran en tan exacta medida en ciertos personajes de la Historia. Pero no hay que ver a Camilo como un héroe aislado realizando hazañas maravillosas al solo impulso de su genio, sino como una parte misma del pueblo que lo formó, como forma sus héroes, sus mártires o sus conductores en la selección inmensa de la lucha, con la rigidez de las condiciones bajo las cuales se efectuó. No sé si Camilo conocía la máxima de Dantón sobre los movimientos revolucionarios, “audacia, audacia y más audacia”; de todas maneras, la practicó con su acción, dándole además el condimento de las otras condiciones necesarias al guerrillero: el análisis preciso y rápido de la situación y la meditación anticipada sobre los problemas a resolver en el futuro. Aunque estas líneas, que sirven de homenaje personal y de todo un pueblo a nuestro héroe, no tienen el objeto de hacer su biografía o de relatar sus anécdotas, Camilo era hombre de ellas, de mil anécdotas, las creaba a su paso con naturalidad. Es que unía a su desenvoltura y a su aprecio por el pueblo, su personalidad; eso que a veces se olvida y se desconoce, eso que imprimía el sello de Camilo a todo lo que le pertenecía: el distintivo precioso que tan pocos hombres alcanzan de dejar marcado lo suyo en cada acción. Ya lo dijo Fidel: no tenía la cultura de los libros, tenía la inteligencia natural del pueblo, que lo había elegido entre miles para ponerlo en el lugar privilegiado a donde llegó, con golpes de audacia, con tesón, con inteligencia y devoción sin pares. Camilo practicaba la lealtad como una religión; era devoto de ella; tanto de la lealtad personal hacia Fidel, que encarna como nadie la voluntad del pueblo, como la de ese mismo pueblo; pueblo y Fidel marchan unidos y así marchaban las devociones del guerrillero invicto. ¿Quién lo mató? Podríamos mejor preguntarnos: ¿quién liquidó su ser físico? porque la vida de los hombres como él tiene su más allá en el pueblo; no acaba mientras éste no lo ordene. Lo mató el enemigo, lo mató porque quería su muerte, lo mató porque no hay aviones seguros, porque los pilotos no pueden adquirir toda la experiencia necesaria, porque, sobrecargado de trabajo, quería estar en pocas horas en La Habana y lo mató su carácter. Camilo, no medía el peligro, lo utilizaba como una diversión, jugaba con él, lo toreaba, lo atraía y lo manejaba; en su mentalidad de guerrillero no podía una nube detener o torcer una línea trazada. Fue allí, cuando todo un pueblo lo conocía, lo admiraba y lo quería; pudo haber sido antes y su historia sería la simple de un capitán guerrillero. Habrá muchos Camilos, dijo Fidel; y hubo Camilos, puedo agregar, Camilos que acabaron su vida antes de completar el ciclo magnífico que él ha cerrado para entrar en la Historia, Camilo y los otros Camilos los que no llegaron y los que vendrán, son el índice de las fuerzas del pueblo, son la expresión más alta de lo que puede llegar a dar una nación, en pie de guerra para la defensa de sus ideales más puros y con la fe puesta en la consecución de sus metas más nobles. No vamos a encasillarlo, para aprisionarlo en moldes, es decir matarlo. Dejémoslo así, en líneas generales, sin ponerle ribetes precisos a su ideología socio económica que no estaba perfectamente definida; recalquemos sí, que no ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo. Revolucionario cabal, hombre del pueblo, artífice de esta revolución que hizo la nación cubana para sí, no podía pasar por su cabeza la más leve sombra del cansancio o de la decepción. Camilo, el guerrillero, es objeto permanente de evocación cotidiana, es el que hizo esto o aquello, “una cosa de Camilo”, el que puso su señal precisa e indeleble a la Revolución cubana, el que está presente en los otros que no llegaron y en aquellos que están por venir. En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo. Ernesto Che Guevara Camilo Cienfuegos Gorriarán Revolucionario cubano, hijo de anarquistas, nacido en Lawton, Ciudad de La Habana, Cuba donde cursó sus estudios primarios en la escuela Remberto Aleman. En el año 1953 viajó a Estados Unidos en busca de mejor situación económica; pero decide regresar indignado por el ambiente existente en este país y por la explotación a que eran sometidos los trabajadores. En el año 1954 se integra a la lucha estudiantil contra la dictadura del régimen tiránico de Fulgencio Batista y es herido de bala durante una manifestación en 1955. Fue fichado por los cuerpos represivos del tirano por lo que se vio obligado a exiliarse en el extranjero. En la ciudad de Nueva York conoció las ideas y propósitos del entonces estudiante Fidel Castro y decide entonces trasladarse a México. En este último país se incorpora a la expedición en el yate Granma que se organiza para reiniciar la lucha armada en Cuba. En la lucha armada en Sierra Maestra por su accionar de combate se le otorga el rango de capitán. En el año 1957 se crea una nueva columna guerrillera: la columna número 4, hija de la columna madre “José Martí” a la que está a cargo del Comandante Ernesto Che Guevara. Es precisamente en esta columna guerrillera donde cumple su función de capitán Camilo. Surge en el seno de esta lucha armada una entrañable amistad entre el argentino y Camilo. Fue una de las figuras más emblemáticas de la revolución, junto con Fidel Castro, y Che Guevara. Durante la lucha armada por el triunfo de la Revolución Cubana se le es asignada la tarea de dirigir la columna invasora numero 2 “Antonio Maceo” la cual partió de la Sierra Maestra hacia el Occidente de Cuba en agosto de 1958, que junto a la columna ocho Ciro Redondo al mando del Che Guevara, extendió las acciones militares, que habían comenzado en la zona oriental, al occidente del país. Liderada por Camilo Cienfuegos se lleva a cabo la toma de la ciudad de Yaguajay, una batalla decisiva en el golpe final del Ejército Rebelde para debilitar las fuerzas represivas del tirano Fulgencio Batista. Tras el triunfo de la revolución, Cienfuegos formó parte del Alto mando del Ejército, combatiendo los levantamientos contra, revolucionarios. Participó también en la reforma agraria. Al Comandante Camilo Cienfuegos se le conocía como “El Héroe de Yaguajay”, es muy querido por su humildad, sencillez y sonrisa franca. Camilo Cienfuegos falleció el 28 de octubre de 1959, en un accidente de aviación, a causa del mal tiempo, aunque nunca se pudieron encontrar restos concretos de la aviación. En el cuarenta Aniversario de la desaparición del Comandante Camilo Cienfuegos, Esteban Lazo Hernández miembro del Buró Político del Comité Central del Partido comunista y Primer Secretario de la Ciudad de La Habana, recordaba a Camilo diciendo: “Camilo, como tú lo pediste, no nos hemos puesto de rodillas”. El General de Ejército Raúl Castro, encabezó el cálido testimonio de admiración y respeto al Héroe de Yaguajay. La valiente y leal actitud de Camilo en las tropas guerrilleras pronto lo convierten en uno de los hombres de confianza de Fidel para los momentos más difíciles, y en agosto de 1958, es designado por el Jefe de la Revolución para llevar a cabo una de las más importantes misiones del plan estratégico del Ejército Rebelde: conducir, desde la Sierra Maestra, una columna guerrillera hasta la provincia de Pinar del Río. Su misión: atravesar el país, sin combatir, y preservar su columna para operar en la región occidental contra las fuerzas de la tiranía. El valor, la voluntad y la capacidad de Camilo lo hacían acreedor de dirigir una columna que debía atravesar los llanos de Camagüey, burlar las tropas del enemigo concentradas en la región central, y cruzar La Habana que contaba con una poderosa guarnición y penetrar en Pinar del Río. De esta forma Camilo, sin proponérselo, se prestaba a repetir la hazaña militar y política que hiciera en la guerra de independencia de 1895 el Mayor General Antonio Maceo. Camilo, después de grandes vicisitudes y enfrentar difíciles, complejas y peligrosas situaciones, llegó con éxito al territorio villareño. Luego, como es conocido, la situación existente en Las Villas lo obliga a permanecer y operar en este territorio en cooperación con la columna del Che, que también partiría desde la Sierra Maestra unos días después. Sólo Fidel era capaz de aquilatar el valor de la proeza de la invasión cuando al comunicar la orden de su permanencia en la región central, le dijo a Camilo: Con lo que han hecho ya bastaría para ganarse un lugar en la historia de Cuba y de las grandes proezas militares. La campaña en el centro de la Isla le reservó a Camilo grandes, múltiples y delicadas tareas militares, políticas y sociales, y fue acogido como hijo adoptivo de los pueblos que fue liberando, hasta el mismo triunfo de la Revolución, cuando se le ordena avanzar hasta La Habana, y tomar el campamento militar de Columbia, guarida del tirano Fulgencio Batista, mientras el Che tomaba La Cabaña. Camilo y el Che simbolizan las virtudes mas codiciadas de un revolucionario. Los valores revolucionarios de Camilo no permitieron que se sintiera defraudado por no haber concluido la misión de llegar hasta Pinar del Río; al contrario, se regocijaba porque le reservaba a Antonio Maceo, de quien era ferviente seguidor, el mérito histórico de haber conducido una columna invasora desde Oriente hasta el occidente del país. La actividad guerrillera de Camilo estuvo muy unida a la del Che. Los azares de la guerra revolucionaria hicieron que esos dos nombres se convirtieran para siempre en un blasón de nuestra Revolución. Camilo y Che: hermanos en el Granma, hermanos en la Sierra, hermanos en la invasión a occidente y al centro, hermanos en los combates finales en la región central y en el avance hacia la capital del país, personificaron el modelo de amistad y de respeto que debe caracterizar a los compañeros y amigos; simbolizan lo más puro y digno, y las virtudes más codiciadas de un revolucionario. En estas dos personalidades tenemos el prototipo de hombre que deben ser las generaciones de hoy y de mañana. No en vano el propio Comandante Ernesto Che Guevara expresó la seguridad que el ¿Voy bien, Camilo? de Fidel, el 8 de enero de 1959, a su llegada a La Habana, no significa la casualidad de una pregunta hecha, a un hombre que de casualidad estuviera a su lado; era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros, una confianza y una fe absoluta. Y por eso esta pregunta, decía el Che, es todo un símbolo, un símbolo de lo que significa Camilo.

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