martes, 7 de enero de 2025

La caldera financiera de 2025


El gobierno ha celebrado con fuegos de artificio la colocación de un “repo” por mil millones de dólares, al 8,75 % de interés anual, por la contribución que representaría, dijo, a la liquidez del Banco Central. El “repo’ consiste en un préstamo internacional contra la entrega de bonos de la deuda pública como garantía. Los Bopreales entregados se recuperan cuando se devuelve el préstamo, en este caso en dos años. El mismo Bopreal es una suerte de “repo”, porque fue entregado a importadores, a cancelar en un determinado plazo mediante la entrega de dólares efectivos. La oportunidad para obtener el “repo” fue la fuerte suba del valor de los bonos de Argentina, lo que redujo el costo de la garantía del crédito.
 Con un déficit de reservas internacionales netas del orden de los 8/10 mil millones de dólares, lo recogido por el ‘repo’ es insignificante. El déficit es la diferencia entre los dólares en caja y las deudas del Banco Central. El propósito de Caputo fue recaudar el triple de esa suma, pero a condición de que la tasa de interés del “repo” fuera de un dígito. En consecuencia, se vio forzado a rechazar ofertas que no se ajustaban al requerimiento. La Argentina de Caputo sigue lejos de acceder al mercado internacional de deuda, a pesar del ajuste violento que produjo en las cuentas del Tesoro, en especial contra los jubilados y la obra pública. 
 Caputo, sin embargo, habría conseguido reunir los fondos para pagar los intereses y vencimientos de deuda externa con el sector privado tanto local como extranjero en 2025. Se trata de la deuda que fue reestructurada en 2021 por Martín Guzmán. Es lo que acaba de reconocer el mismo Martín Guzmán. Tanto Guzmán como Caputo hicieron del pago de la deuda externa el eje de la política económica en su conjunto, lo que no deja de ser instructivo. Esto muestra la complementariedad entre los nacionales y populares, de un lado, y los ‘libertarios’ (liberticidas), del otro. El pago de la deuda externa no requiere solamente alcanzar un alto superávit fiscal en pesos, sino alto en dólares. La reunión de estas dos condiciones requerían un política deflacionaria – desvalorización del dólar, apreciación del peso-. El beneficiario excluyente de esta operación es el capital invertido en deuda y el capital accionario y financiero en general. Las cotizaciones de la deuda y las acciones aumentaron arriba del ciento por ciento en moneda extranjera.
 De los 21.506 millones de dólares que se deben pagar en 2025, 5.313 millones son bonos internacionales y otros 3.393 millones que se rigen por legislación local; un total de 8.800 millones de dólares. Loa organismos internacionales, en cambio, refinanciarían sus créditos, que representan alrededor de 15 mil millones de dólares. Estas cifras no agotan la dimensión del endeudamiento internacional, porque mucho dinero exterior de corto plazo ha sido aplicado a otras inversiones financieras, incluso en la deuda pública en pesos. El gobierno se ha comprometido, en estas condiciones, a profundizar la devaluación del dólar y la apreciación del peso, para incentivar una mayor entrada de dinero internacional. Espera, fundamentalmente, que los bonistas reinviertan el dinero que cobrarán por intereses y vencimientos, o sea aumentando la deuda pública externa. Para bajar la cotización del dólar ha gastado la mayor parte del superávit del comercio exterior en la compra de dólares en los mercados paralelos. Para poder pagar la deuda externa privada no alcanza, sin embargo, con acumular los fondos para ello, sino que depende de un equilibrio económico general. La deuda pública se negocia en los mercados todo el tiempo, de modo que cualquier alteración de esas condiciones en general, puede desatar una salida de capitales que el estado no puede contener. En caso de que la política de Trump, por ejemplo, desencadene una ola de devaluaciones internacionales, los capitales no vendrían a refugiarse a Argentina o en el peso, sino que arrastraría a Argentina a la tendencia general. La deuda pública no es una cuestión contable, sino el punto más vulnerable en una crisis capitalista. En febrero de 2018, el entonces también ministro de Economía Luis Caputo anunció que ya contaba con los 9 mil millones de dólares necesarios para cubrir los vencimientos de deuda de todo el año. Sin embargo, apenas unos meses después, en abril, se produjo la brutal fuga de capitales -20 mil millones de dólares- que marcó el principio del fin del gobierno Macri. 
 Algunos analistas han observado que el superávit fiscal que ha servido para acumular los fondos para pagar deuda externa, no alcanza para hacer lo mismo con los intereses de la deuda local indexada y para los vencimientos de capital, que son cuantiosos. La deuda pública en pesos alcanza al equivalente a los 220 mil millones de dólares. A esto se suma la necesidad de acumular fondos para recomponer las reservas (deficitarias) del Banco Central. Las autoridades del Central, por otro lado, plantean que el Tesoro absorba con el superávit la base monetaria (circulante y deudas bancarias) que califica de “excesiva”. Esa base monetaria se expandirían aún más si se autoriza a que los depósitos en dólares del blanqueo se presten en el mercado interno, porque implicaría una emisión monetaria adicional. En los medios financieros aseguran que el 40 % de esos depósitos ya se retiraron de los bancos. La política deflacionaria y el superávit fiscal forzado que ha permitido acumular los fondos para el pago de intereses y vencimientos de la deuda externa con los privados, tiene límites insalvables para atender la quiebra del Estado.
  En contraste con esta caracterización, el gobierno está asegurando que la economía no solamente se recupera sino que lo hace en forma de V. La paradoja del optimismo oficial es que ha estado asegurando, doctrinariamente, que la economía se recuperaría por la inversión y ahora lo atribuye al consumo y al crecimiento del salario real. La inversión se ha desplomado en la industria; en cuanto al agro, los default de Grobo y Surcos han puesto de manifiesto una crisis agraria de un alcance incierto. Los pronósticos acerca de los precios internacionales son pesimistas, en especial si se confirma una mayor apreciación del dólar y el incremento de las cosechas norteamericanas, que se han beneficiado de fuertes subsidios. En cuanto a la demanda de consumo, el gobierno ha impuesto un techo del 1% mensual a los aumentos en las paritarias. 
 Es necesario exponer y explicar en forma sistemática las contradicciones del régimen político actual, porque es la forma de preparar al activismo y a las masas a confrontar con los desafíos inmediatos y preparar una lucha de conjunto revolucionaria. 

 Jorge Altamira 
 05/01/2025

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