lunes, 15 de octubre de 2018

Brasil: ¿qué es esto?



Pasó una semana desde el terremoto político que implicó el triunfo en primera vuelta del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil y faltan dos para que tenga lugar el balotaje. El mundo se pregunta ¿qué es esto?
Como afirmamos el domingo pasado, Bolsonaro es un intento de solución por derecha a una crisis orgánica que atraviesa Brasil por lo menos desde hace cinco años. Una crisis que comenzó a agudizarse bajo el gobierno de Dilma Rousseff. Esto se manifestó en las multitudinarias jornadas de protestas en junio de 2013 que expresaron el choque entre las aspiraciones de ascenso social de las grandes mayorías después de años de crecimiento económico y los límites estructurales para realización de esas mismas aspiraciones en un país subordinado a la expoliación del capital financiero internacional.
El gobierno de Dilma y el PT respondieron a esas protestas con un plan de ajuste que contenía más dosis neoliberalismo y ésta fue una de las razones de la erosión de una parte del progresismo brasileño. Las protestas callejeras protagonizadas por la juventud vinieron acompañadas por una ola de luchas que no se veía desde el fin de la dictadura.
El PT y la Central Única de los Trabajadores que responde a ese partido intentaron contener y desviar esos enormes procesos de lucha e incluso llegaron caracterizar a las movilizaciones como reaccionarias porque iban en contra su propio gobierno.
Esta apuesta al ajuste no les alcanzó a las clases dominantes e igualmente pergeñaron el golpe institucional que destituyó a la expresidenta en 2016.
La recesión posterior y los escándalos en los que se vieron envueltas las grandes empresas brasileñas en el marco de la manoseada operación judicial conocida como Lava Jato provocaron una monumental frustración de ese sueño eterno de una independencia o liberación que venga de la mano de una “burguesía nacional” prebendaria de Estado.
Descomposición del “empresariado nacional” por arriba y desagregación de las bases sociales por abajo fueron marcando el fracaso de la empresa del posneoliberalismo en Brasil.
Ante la ausencia de una alternativa por izquierda, la solución de Bolsonaro implicó convertir el fracaso en odio hacia todos los que –supuestamente- pusieron una vez más en riesgo el destino de grandeza del gigante sudamericano y las banderas del orden y el progreso.
La manipulada elección de primera vuelta coronó el golpe institucional (un golpe dentro del golpe definió Mario Santucho en la revista Crisis) con innumerables medidas de ataque a los derechos democráticos (proscripción y cárcel del principal candidato, tutela del partido judicial, amenaza militar). Afrentas que fueron mucho más allá de los límites "normales" de la democracia.
Andrés Malamud sintetizó con cierta ironía pero con bastante sagacidad la paradoja actual en Brasil entre “elegir a un fascista de verdad, creyendo que es de mentira, por miedo a un comunismo de mentira que creen que es de verdad.”
Seguramente, hay divergencias (políticas, sociales, históricas) entre la apuesta bolsonarista y el fascismo clásico, entre otras cosas porque es más inestable, pero lo indiscutible es el componente fascistizante que tiene su perspectiva. Hay un artículo interesante sobre esta cuestión en el suplemento dominical de Ideas de Izquierda en La Izquierda Diario y que se titula “Bolsonaro: fascismo o bonapartismo”.
El desafío ultraderechista tiene un componente impredecible y la distancia entre las palabras y las cosas, entre el dicho y el hecho o entre discurso y la acción no se dirimirá en el terreno del análisis, sino en el de la lucha. Y es importante señalar que el centro de gravedad estará de cualquier manera en la calle porque si gana Bolsonaro saldrá fortalecido con la ocupación del Estado, si pierde ¿quién puede asegurar que él y su banda se irán a casa tranquilos?
Desde este perspectiva, en la que claramente tomamos partido por la derrota del exmilitar (y no exclusivamente en el terreno electoral), sin necesidad de apoyar políticamente a su oponente en el balotaje, es que vamos a seguir analizando el escenario de Brasil que tiene en vilo a toda América Latina.

Fernando Rosso
@RossoFer

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