domingo, 5 de diciembre de 2010
De guerrilleros a custodios del capital.
Desde que abrazamos el ideal de una sociedad sin clases como forma de existencia de los hombres, y al comprobar a temprana edad lo difícil que era abandonar las ideas viejas, no nos hicimos la ilusión de esperar que los hombres cambiaran y aceptasen ese ideal en forma espontánea. Uno veía y comprendía que los trabajadores debían vencer la inercia interior. Se veía que al ideal de una sociedad solidaria y justa se oponía con fuerza la ideología de las clases ricas que dominaba la forma de pensar de los trabajadores. Y se veía claramente que en la base del capitalismo estaba el anticomunismo.
La propaganda anticomunista, que a lo largo de la historia del capitalismo la burguesía ha desarrollado enarbolando el libre pensamiento entre el pueblo y los trabajadores, no era más que un arma para explotarlos aún más. De aquellos tiempos a estos días la dominación ideológica se ha hecho tan refinada que pareciera que nada ha sucedido, que nada se hubiera movido. No parece que en el Uruguay hubiéramos tenido una dictadura sangrienta con asesinados, torturados, desaparecidos, secuestrados, etc., etc.
Hoy el abanderado de la misma ideología clasista y retrógrada que sumió a nuestro pueblo en la oscuridad del fascismo, son nada más y nada menos que quienes fueron guerrilleros, de quienes muchos siendo aún jóvenes aprendimos y hoy son defensores acérrimos del capital. José Mujica es el presidente que lleva adelante la línea económica defensora del gran capital y por unos días el pueblo uruguayo tendrá a su esposa, la senadora Lucía Topolansky, como presidenta interina. Ambos custodian los intereses del capitalismo y del imperialismo.
La libre empresa se ha asentado con los gobernantes frenteamplistas, tupamaros, comunistas, socialistas y otros. Al trabajador se lo somete, se lo explota, se lo agrede y se lo conmina a vivir una vida miserable de tener que venderse por míseros salarios. ¡Qué lejos estamos de los ideales que el M.L.N. y los tupamaros teníamos. Las riquezas generadas por nuestro pueblo trabajador van a parar al bolsillo del capitalista y esa misma riqueza es al mismo tiempo la que mantiene al trabajador encadenado. Se vuelve en su contra porque cuanto más poderoso se hace el patrón, más débil será el trabajador y lo peor, más viejo se irá haciendo ese trabajador.
La propaganda anticomunista, aunque hoy no exista el comunismo internacional, el cuco que siempre levantó la oligarquía, sigue siendo la expresión del egoísmo y del individualismo y no sólo se manifiesta a través del ideal de los capitalistas, como lo es la iniciativa privada que cala muy hondo entre mucha gente, sino también cuando el ideal de lucha y liberación de los trabajadores y de los pueblos se hace retroceder en favor de las políticas de negociación, abrazada hoy por Mujica, la Topolansky, y todo el progresismo.
Es bueno recordar que bajo el capitalismo las relaciones entre las clases sociales se dan de tal modo, que cuando la clase oprimida avanza la opresora retrocede y viceversa; cuando la clase explotadora arremete, los explotados retroceden. Y una forma de arremeter contra los trabajadores, no es sólo reprimirlos, encarcelarlos, torturarlos, sino engañarlos con la “NEGOCIACIÓN”. Hacerles creer que es posible convivir con los explotadores y chupasangres. Los trabajadores, podían en los orígenes del capitalismo encontrar puntos de unión con los capitalistas. Pero el imperialismo hace imposible toda convivencia entre las clases pues sus ansias de riquezas lo llevarán a oprimir cada vez más a los trabajadores.
Muchas cosas dependen del momento histórico. El imperialismo ha quemado etapas y hoy no es lo mismo que hace 40 años atrás. Su insaciable sed de riquezas y poder y la total libertad de acción que los comunistas del mundo le dejaron, los llevan a cometer crímenes que sólo pueden no ser catalogados como tales por el dominio que ejerce sobre los organismos internacionales, como la ONU, la OTAN, el FMI, el BID, el BM. y la ingerencia permanente en los asuntos internos de cada nación, como así el dominio ideológico sobre gobernantes de “izquierda”.
Sin embargo, a pesar de su creciente poderío bélico no puede mantener guerras de agresión sin que repercuta cada vez más en su propia casa. Altos índices de suicidios entre la tropa que regresa a los Estados Unidos, hechos como el de un oficial de origen musulmán, que por no querer ir a asesinar a sus hermanos en otros países, se enloqueció y mató a más de una docena e hirió a una treintena. Cada vez son más los soldados yanquis que terminan locos como en la época de
Viet Nam.
El dominio de la ideología burguesa sobre los trabajadores crece aún a pesar de los claros síntomas de descomposición y decadencia del sistema. Y ese dominio seguirá mientras el capitalismo tenga poder, mientras exista el capital explotando a los trabajadores. Y quizás sea el responsable de la ausencia de ideales en nuestra juventud. Una contradicción impresionante porque el mundo del capitalismo está haciendo agua. La economía mundial del sistema todavía está en pie, a pesar de lo que ya ocurrido y lo que ocurre a países como Irlanda, Grecia antes, y están de turno España y Portugal.
Pero su derrumbe no será posible sin que los pueblos lo tiren abajo. Una gran contradicción, porque para pelear contra el capitalismo y el imperialismo hay que tener otra ideología, contraria a la del capitalismo y la pregunta es cómo adquirirla, cómo pueden los trabajadores y los pueblos adquirir esa ideología sin lucha, sin confrontación, sin pelea. No basta con pelar por mejoras económicas, si bién son necesaria, sobre todo para que los trabajadores no pierdan.
El capitalismo no caerá sólo, pero alguien lo deberá derrumbar. Los únicos posibles son los propios interesados, los explotados. Pero mientras no se movilicen en ese rumbo, el capitalismo seguirá explotándolos, seguirá existiendo. Quizás cuando los trabajadores vean que el capitalismo ha entrado en una etapa aún más perjudicial que la actual, que ya nadie pueda vivir porque no hay trabajo, porque nada funcione y las bolsas se desplomen y ya ni Obama las levante, cuando lo que a juicio de Mujica, es decir, la “ganancia” deje de ser el “motor del desarrollo” y los inversores no inviertan, quizás ahí, los pueblos trabajadores empiecen a pensar en fundar un nuevo Estado, de las cenizas del capitalismo.
Mientras tanto hay que seguir adelante dando la pelea como sea. Mujica ha dejado de custodio del capital a su esposa, Lucía Topolansky. Recuerdo cuando era tupamaro y me tengo que pellizcar para ver si estoy despierto. Por unos días la ex guerrillera guardará celosamente las arcas del gran capital, celosamente de que los explotados de estas tierras, que son en última instancia quienes los han creado con sus manos, no les den por tocarlos y nacionalizarlos, como lo vienen haciendo Evo, Chávez y Correa y como lo hiciera ya Cuba, la gloriosa Cuba que ahí sigue batallando contra el gran capital.
Héctor Marabotto
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