sábado, 15 de noviembre de 2025

La fuga de capitales se va a acelerar con el acuerdo colonial con Estados Unidos


Los capitales yanquis son los principales agentes del saqueo del país.

 El acuerdo comercial anunciado por la Casa Blanca supone una mayor penetración de los capitales estadounidenses en sectores estratégicos de la economía argentina. Lo anterior es presentado por el gobierno de Milei como una carta de salvación para el país, cuando Estados Unidos ya ejerce un dominio económico y financiero sobre nuestro territorio, lo cual, lejos de traer prosperidad, ha redundado en un enorme saqueo. 
 Dicho acuerdo es lisa y llanamente un pacto colonial, que, entre otros puntos, establece que "Argentina y Estados Unidos cooperarán para facilitar la inversión y el comercio de minerales críticos", remarcando el especial interés que tiene Washington en explotar las denominadas "tierras raras" que posee nuestro suelo y apropiarse de materias primas clave para la industria tecnológica, automotriz y militar. Ahora bien, la llegada de esas inversiones no supone una vía de desarrollo para el país sino una mayor rapiña de las riquezas nacionales a manos del capital imperialista.
 En Argentina no quedan ni las divisas provenientes de las exportaciones, que se van por el sumidero de la fuga de capitales. Sin ir más lejos, según un informe del Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía, desde que asumió La Libertad Avanza, el superávit comercial de bienes y servicios fue de U$S 40.021 millones; no obstante, en ese mismo período, se fugaron U$S 45.883 millones. El desangre correspondió a U$S 17.246 millones destinados al pago de intereses de deuda pública (fundamentalmente al FMI), a U$S 2.157 millones dirigidos al pago de intereses de deuda privada, a U$S 1.446 millones de salida neta de inversión extranjera directa y a U$S 29.982 millones drenados mediante otros mecanismos de fuga (que proliferaron tras la eliminación del cepo cambiario para personas humanas). 
 Como vemos, las multinacionales -en su mayoría estadounidenses- que monopolizan el comercio exterior local, y lucran con la exportación de nuestros bienes comunes, participan de la sangría descripta a fin de repatriar sus ganancias. Incluso, el acuerdo bilateral supone una mayor transferencia de divisas desde Argentina hacia Estados Unidos por la vía de las importaciones, no solo porque encierra una política aperturista para las mercancías provenientes del Norte, sino que además, las principales empresas importadoras radicadas en suelo criollo son norteamericanas, las cuales extenderán sus prácticas de autopréstamos y sobrefacturación de importaciones para desplumar aún más al Banco Central.
 Otra parte del drenaje corre por cuenta del capital financiero internacional -donde también Estados Unidos detenta una posición hegemónica- mediante el cobro de los intereses usurarios que reporta la deuda externa argentina. A su vez, los dólares fugados regresan al país bajo la forma de nuevos préstamos, que, a su turno, financian la salida de capitales; perpetuando así el ciclo del saqueo, mientras somos los trabajadores quienes pagamos los costos del endeudamiento y la bancarrota.
 Finalmente, el último rescate del FMI tuvo como destino fondear las corridas subsiguientes, así como también, parte del swap con Estados Unidos se utilizó para que el Tesoro norteamericano hiciera carry-trade. Así las cosas, que crezca la influencia de las compañías yanquis sobre los rubros de exportación de nuestro país, como promete el acuerdo comercial, agravará el sometimiento de Argentina hacia el imperialismo estadounidense, acentuando la expoliación, la dependencia y el atraso de nuestra economía. 
 A este acuerdo entreguista debemos oponerle un programa de desarrollo autónomo del país, que parta del monopolio estatal bajo control obrero del comercio exterior y la banca para detener la fuga de divisas, el repudio soberano de la deuda externa fraudulenta y la ruptura con el FMI. Es el único camino para preservar el ahorro nacional y deshacernos de la injerencia imperialista sobre los destinos de Argentina. Solo un gobierno de trabajadores estará dispuesto a emprenderlo. 

 Sofía Hart

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