Cae el principal funcionario de Economía
La primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, destituyó este viernes a su máximo funcionario del área económica, Kwasi Kwarteng, para tratar de calmar la crisis abierta con la presentación del “minipresupuesto”, un plan de rebajas impositivas por 45 mil millones de libras que favorece sobre todo al gran capital.
El plan de Truss-Kwarteng, tributario de la famosa “teoría del derrame”, pontifica que la reducción de impuestos a los más ricos va a llevar a una mayor inversión y crecimiento económico. Pero despertó la alarma de la clase dominante británica y del FMI, recelosos sobre su financiamiento. Se mencionan dos variantes: o se sostiene con un mayor endeudamiento, que en un cuadro de suba internacional de tasas de interés puede resultar inviable, o se instrumenta un recorte salvaje del gasto público, que sería indigerible para la población.
En las últimas semanas, la libra se devaluó hasta alcanzar casi la paridad con el dólar, y el Banco de Inglaterra debió reiniciar compras masivas de bonos del Tesoro para mantener su cotización. Como los fondos de pensiones, que en el Reino Unido son privados, tienen la mitad de sus activos en instrumentos financieros de ese tipo (casi un billón de euros), la caída en la cotización amenazaba con llevarlos al colapso.
Además de eyectar a Kwarteng, que ha terminado por ser uno de los ministros del rubro con menos duración en el puesto, Truss debió retroceder en algunas de las podas impositivas. Y nombró como nuevo ministro a Jeremy Hunt, un hombre del establishment del Partido Conservador.
De todos modos, todo esto resultó hasta ahora insuficiente. Truss sigue cuestionada y más de un diputado conservador se muestra partidario de desplazarla del cargo, apenas poco más de un mes después de haber llegado al mismo. El afiebrado plan de Truss-Kwarteng hundió en la consideración pública a los conservadores: los laboristas le llevan hoy más de 30 puntos en las encuestas.
Truss llegó a Downing Street elegida por nadie: el 0,3% del padrón, es decir, la militancia del Partido Conservador, que la escogió para culminar el mandato del renunciante Boris Johnson. Ahora depende del humor de los parlamentarios conservadores, que la consideran un ancla para las aspiraciones electorales futuras del partido.
Desde la renuncia del “tory” David Cameron en 2016, sucedido por Theresa May, el Reino ya contó con cuatro mandatarios diferentes. Los tres primeros renunciaron y la cuarta parece moverse en la cuerda floja. Es el síntoma de una crisis de fondo en el Reino Unido, atravesado por tendencias recesivas, el retroceso de los indicadores sociales y la amenaza de la disgregación territorial (Escocia, Irlanda del Norte).
Aunque la crisis del plan de Truss se procesa sobre todo por arriba, hay una ola de huelgas en curso que recorre el país. Ferroviarios, carteros, portuarios, y tantos otros, están en lucha en defensa de sus salarios, ante una inflación interanual que bordea el 10%.
Las conducciones sindicales ligadas al Partido Laborista, hoy dirigido por Keir Starmer, rehúyen la convocatoria a un paro general que unifique y potencie los reclamos.
En el marco actual, sería la medida más oportuna.
Gustavo Montenegro
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