viernes, 19 de septiembre de 2025

Milei y el juego de la mancha venenosa


El entrelazamiento de la crisis económica, política y social adquiere un carácter explosivo. 

 La derrota que acaba de sufrir el gobierno en la Cámara de Diputados con el rechazo a los vetos a las leyes de financiamiento universitario y emergencia pediátrica dan cuenta del giro brusco que ha pegado la crisis política en la Argentina. Hace solo un año atrás el gobierno lograba aprobar la nefasta ley Bases con 142 votos favorables. Eran otros tiempos. La mayoría de los llamados partidos de la oposición, desde el PRO al peronismo pasando por el radicalismo, respaldaba al gobierno por distintas vías ante el apoyo cerrado de la clase capitalista. El gobierno lucía fortalecido y para la mayoría de los sectores populares se le representaba como invencible. Ayer, en cambio, el gobierno no logró sumar más de 60 votos para avalar el veto contra el Garrahan y 67 contra las universidades mientras en las inmediaciones del Congreso y con réplica en todo el país la movilización popular comprobaba cómo podía derrotar a Milei. En solo meses la pérdida de poder ha sido sencillamente espectacular. 
 En el medio, claro, pasaron cosas. La derrota electoral aplastante en la provincia de Buenos Aires alertó a los cómplices de Milei que era mejor tomar una prudente distancia. Quedar pegados al gobierno libertario en las vísperas de las elecciones nacionales de octubre representaba un peligro evidente. Más cuando Milei decidió armar listas propias en la expectativa de que un triunfo nacional le permitiría consagrar un gobierno bonapartista de ultraderecha. Los gobernadores, que aplicadamente usaron la motosierra en sus provincias contra los trabajadores, ajustando salarios y los presupuestos de salud y educación, decidieron ordenarles a sus diputados un voto contrario al gobierno. Que no fue por principios lo prueba que muchos de ellos, el año pasado, habían ordenado avalar el veto a la ley de financiamiento a las universidades, de similar contenido que la actual. 
 El sueño imposible de un país pintado de violeta nunca fue más que una quimera libertaria. Le faltaba lo esencial, la “base material”. No se trata sólo del cuadro de privaciones crecientes de las masas que por supuesto está en la base de esta crisis política. Argentina enfrenta una tendencia a la cesación de pagos cada vez más inminente. Sumados los vencimientos de capital e intereses de la deuda en dólares y en pesos para el año entrante equivalen a más del 11% del PBI. La imposibilidad renovar, por un lado, y de pagar por el otro, explican por qué el riesgo país supera los 1.400 puntos, algo que solo sucede con países en default. La suba del dólar, que llegó al techo de la banda, ya obligó al Banco Central a empezar a vender las reservas que le prestó el FMI, reduciendo más los dólares disponibles para el pago de la deuda. La presión devaluatoria irá en aumento, y la única duda es si la devaluación será antes o después de las elecciones. En estas condiciones, el proyecto de presupuesto presentado por Milei, nada más y nada menos que por Cadena Nacional, carece de todo valor porque parte del supuesto fantasioso de que el dólar estará en diciembre del año que viene por debajo de la cotización actual. Si el objetivo del gobierno con su proyecto era generar confianza, ha logrado exactamente lo contrario, porque expone una desorientación que lo cuestiona para manejar la crisis actual. 
 Hacia adelante los tiempos se aceleran. La cabeza de Caputo está a punto de rodar. Milei deberá entregarla si no quiere que ruede la suya también. Como siempre sucede en crisis de este tipo, el tiempo apremia. El presidente deberá tirar a la basura el presupuesto presentado por él mismo en Cadena Nacional hace solo unos días. Descartado ya que le otorguen el Premio Nobel de Economía, deberá contentarse con intentar salvar su gobierno. Atravesar el bochorno será el menor costo que deberá asumir. El principal, claro, es que la devaluación impactará en los precios incrementando la inflación y con ello la caída de los salarios y jubilaciones. De entrada, además, agravará el derrumbe de la actividad económica, donde la recesión es innegable para todos. Por el nivel que adquirió la deuda en pesos en este período no puede descartarse que la devaluación concluya en un Rodrigazo, es decir, un golpe inflacionario enorme que desate a su turno una rebelión popular. En estas condiciones Milei marcha de cabeza a una derrota nacional en octubre que le hará añorar el resultado conseguido en la provincia de Buenos Aires. El entrelazamiento de la crisis económica, política y social adquiere un carácter explosivo. 

 La política de Kicillof y la oposición 

La crisis del gobierno le crea problemas severos a la oposición patronal. Su programa es la devaluación monetaria, algo que reclama también el FMI y que Milei deberá ejecutar. A la vez la oposición es rehén de un sinnúmero de intereses capitalistas diversos, difícil de unificar más aun cuando la manta es corta. La aceleración de la crisis y un triunfo en las elecciones la coloca en la responsabilidad de tomar decisiones. La debilidad manifiesta del gobierno va creando la necesidad de un rescate, con el riesgo de que el rescatista perezca en su faena. Sería el caso del crédito directo del Tesoro norteamericano prometido en su momento en la visita de Bessent, algo que se ha enfriado en el último período, lo cual puede tener que ver con la posición del FMI de liberación cambiaria poselectoral. Pero si no asume esa responsabilidad puede incluso acelerar los términos de una caída, que por el momento nadie quiere en el mundo capitalista. 
 La orientación que adoptó Kicillof muestra que todo el régimen camina por la cornisa. Su pedido de reunión para que Milei cambie carece del menor fundamento. Mientras tanto ha decidido dar garantías a la clase capitalista por si la crisis se acelera y debe conformarse de emergencia una liga de gobernadores para hacerse cargo del gobierno. Kicillof le ha reprochado a los gobernadores de la UCR y el PRO que conformaron “provincias unidas” una actitud sectaria por excluirlo a él. Lo que los unificaría sería un programa devaluacionista a favor de la burguesía industrial y agraria. Más allá de eso son todos partidarios de las llamadas “reformas estructurales” de las que habla Milei y el FMI, como ser la flexibilidad laboral, la liquidación del régimen previsional actual y establecer un régimen impositivo aún más regresivo. 

 Los trabajadores frente a la crisis 

El doble juego de la oposición la hace ahora coquetear con las movilizaciones populares. Pero aquí el riesgo también es evidente. La derrota de los vetos de Milei plantea la posibilidad de un ascenso popular más general. Después de todo, los docentes o trabajadores de la salud de la provincia de Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe no están mejor que los universitarios o los trabajadores del Garrahan. Emerge ya no solo la necesidad de una lucha por el salario, el trabajo, la salud y la educación, sino también la posibilidad de ganarlas. Y el reclamo en cada provincia y en cada sindicato por un plan de lucha por todas las reivindicaciones perdidas y que deben ser reconquistadas. La burocracia es parte vital del operativo gobernabilidad del peronismo en su conjunto. Por lo pronto, no sólo los mercados reaccionaron con la caída de la bolsa y los bonos tras la sonora derrota parlamentaria. Los obreros ceramistas de Ilva bloquean todos los ingresos al parque industrial de Pilar junto a los metalúrgicos de KTM con piquetes, lo mismo que pasó con la huelga general de los tercerizados de Ternium que tanto costó a la burocracia de la UOM controlar, algo que hizo de la mano de los despidos patronales. La burocracia sindical reperfila su colaboracionismo apostando al voto al peronismo mientras entrega las luchas obreras. Debemos impulsar enfrentar la ola de despidos con huelgas, piquetes y ocupaciones. 
 De manera inmediata queda profundizar la movilización para asegurar el rechazo del veto en el Senado y, de conquistarse, lograr la implementación efectiva de ambas leyes. Con seguridad el gobierno buscará evitar que se implementen ambas leyes, como lo está haciendo ahora con la discapacidad. 
 En este terreno la campaña electoral del Frente de Izquierda-Unidad deberá combinar el llamado a la movilización y la defensa de un programa independiente cuya función principal es desenvolver un campo independiente tanto del gobierno liberfacho como de la oposición patronal y sus maniobras. 
 Fuera Milei. Preparemos la huelga general. 

 Gabriel Solano

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