Israel lanzó este miércoles 16 una nueva tanda de bombardeos contra Siria que, según las autoridades locales, dejó 3 muertos y decenas de heridos. Entre los objetivos atacados figura el Ministerio de Defensa -en Damasco- y la ciudad sureña de Sweida, envuelta en sangrientos conflictos sectarios. Desde diciembre, Tel Aviv ejecutó cientos de ataques aéreos contra la nación vecina y amplió su presencia militar, ocupando una zona de amortiguación que era patrullada por Naciones Unidas y dividía a las fuerzas sirias de las israelíes, que tomaron los Altos del Golán en 1967. La nueva avanzada sionista incluyó la destrucción de rutas, instalaciones eléctricas y de agua para desalojar a los habitantes de Quneitra.
El gobierno de Netanyahu alega que los últimos ataques tienen por objetivo la protección de la minoría drusa, que también habita Israel y cumple allí funciones en el ejército. En los últimos días, los drusos se vieron envueltos en violentos choques con tribus de beduinos sunitas, que dejaron decenas de muertos en Sweida. El gobierno sirio, que está acusado de amparar los ataques contra la minoría drusa, afirmó el miércoles 16 que había llegado a un acuerdo con los líderes de los drusos para desplegar las fuerzas de seguridad en Sweida y garantizar el cumplimiento de un cese al fuego entre las partes, pero un ala de la comunidad drusa (la del Sheikh Hikmat al-Hajari) informó que los combates seguirían hasta que la ciudad quede liberada de elementos oficialistas, a la vez que circulaban denuncias de un accionar conjunto de las fuerzas de seguridad oficiales y beduinos contra pobladores drusos. Lo que Israel busca, en este contexto, es usar a la comunidad drusa como un ariete para ampliar su dominio territorial y su influencia política. En tal sentido, reclama un sur sirio desmilitarizado, es decir, manipulable.
Las tensiones entre Israel y Siria complican la tentativa expresa de Estados Unidos de sumar a Damasco a los llamados acuerdos de Abraham, es decir, el reconocimiento del Estado sionista. En mayo, durante su gira por Medio Oriente, Trump se reunió –como parte de estos acercamientos- con el nuevo presidente sirio, Ahmed al-Shara, y anunció un levantamiento de las sanciones económicas contra Damasco, un camino por el que también avanza la Unión Europea. El imperialismo asegura que al-Sharaa (antiguo líder de al Nusra, la rama de Al Qaeda en Siria, hasta romper con esa red en 2017 y formar Hayat Tahrir al-Sham -HTS) se ha reconvertido en una especie de líder pacifista, omitiendo que en marzo fuerzas leales al nuevo gobierno masacraron a casi mil civiles alauitas, tras una serie de choques armados con grupos pro-Al Assad, quien fue derrocado en diciembre pasado, tras una larga guerra civil.
al-Shara está embarcado ahora en un proceso complejo para reunificar a Siria bajo su mando. Este proceso incluye un intento de entendimiento –aún en discusión- con sus rivales kurdos de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) para “integrar todas las instituciones civiles y militares del noreste de Siria bajo la administración del Estado sirio, incluidos los pasos fronterizos, los aeropuertos y los yacimientos de petróleo y gas" (El Independiente, 10/3).
En el caso de Israel, los bombardeos fueron lanzados con un gran sentido de la oportunidad. Apenas culminada la guerra con Irán, resurgieron los cuestionamientos internos contra Netanyahu. Los partidos ultraortodoxos (Shas y Judaísmo Unido por la Torá), que cuentan con 18 legisladores, se retiraron esta semana del gobierno, desconformes por la promesa incumplida de una ley que exima a la juventud ultraortodoxa del servicio militar, dejándolo en minoría en la Knéset y en una situación política precaria. A esto se suman las críticas de los familiares de los rehenes por la renuencia a un acuerdo de cese al fuego con las organizaciones palestinas. En este escenario, los ataques aéreos contra Siria funcionan como un intento de recuperar autoridad a nivel interno y ordenar el tablero político. En paralelo a los ataques contra Siria, más de 70 personas fueron asesinadas en Gaza, 20 de ellas cuando se acercaban a buscar ayuda humanitaria. La masacre permanente, en definitiva, es un método político del sionismo.
Rechazamos los bombardeos contra Siria. Reclamamos el cese de la agresión sionista e imperialista contra Gaza y todos los pueblos de Medio Oriente.
Gustavo Montenegro
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