miércoles, 21 de agosto de 2024

El Impuesto País genera más dudas que certezas


Se agravan las contradicciones del rumbo económico del gobierno.
 Caputo anticipó que el Impuesto País volverá a 7,5% en septiembre.

 Luis Caputo anunció que en septiembre reducirá 10 puntos la alícuota del Impuesto País hasta su desaparición definitiva en diciembre. Para compensar ese ingreso, el gobierno persistirá en un fuerte ajuste contra el pueblo y se valdrá de la reposición la cuarta categoría de Ganancias que confisca a los trabajadores. Sin embargo, se abren nuevos frentes de crisis ya que peligraría el superávit financiero y, a su vez, se abaratarían las importaciones, lo cual pone en alerta a la burguesía industrial. 
 El gobierno, en el afán de levantar el cepo y cumplir así con una demanda central de la clase capitalista que viene postergando, se dispone a eliminar progresivamente el Impuesto País que rige sobre la compra de dólares oficiales, luego de haber elevado su alícuota de 7,5% a 17,5% desde que asumió. Ahora bien, aún se encuentra lejos de la posibilidad de abolir las restricciones cambiarias, dado que continúa la crisis de reservas y la quita del Impuesto País podría agravarla, ya que alentaría la demanda de dólares baratos al Banco Central. 
 Si bien el Impuesto País representa un porcentaje importante dentro de la recaudación tributaria, el oficialismo espera, a pesar de su disminución, seguir sosteniendo el superávit primario con los ingresos que prevé obtener a través del blanqueo de capitales, la moratoria fiscal y el regreso del impuesto al salario. Además de mantenerse firme en el sendero del ajuste, que en el mes de julio recayó especialmente sobre las partidas destinadas a jubilaciones (con un retroceso del 15% real interanual), salarios estatales (-21,9%) y programas sociales (-27,2%), según los datos del Ministerio de Economía. El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) calcula que en los primeros seis meses del año el desplome del gasto primario fue del 32,2% interanual en términos reales y que, para llegar a fin de año sin déficit fiscal, el mismo debería caer un 20,6% en el segundo semestre. Como vemos, se sumarán nuevos recortes cuando la situación que atraviesan las mayorías de este país ya es verdaderamente intolerable. 
 Caputo presenta la salida del Impuesto País como una vía para bajar la inflación, puesto que se pasaría a importar con un dólar más barato. No obstante, nada garantiza que las patronales importadoras trasladen esa merma al precio final. De hecho, las automotrices ya adelantaron que la rebaja del Impuesto País sobre los insumos importados no repercutirá en el precio de los vehículos. A su vez, la reducción de subsidios energéticos y de transporte en puerta, que vendría a compensar la quita de este tributo, se traducirá en tarifazos sobre los usuarios recrudeciendo la inflación. 
 Dicho esto, todas las consultoras coinciden en la dificultad de cerrar el año con un déficit financiero 0% sin el aporte del Impuesto País, lo cual pone en crisis los compromisos de la gestión mileista con el FMI. De hecho, el resultado financiero de julio fue negativo debido al peso de los intereses de deuda; lo cual es fruto de la decisión oficial de trasladar la hipoteca del BCRA al Tesoro. La doble vara es evidente: mientras el gobierno muestra absoluta austeridad hacia los jubilados y trabajadores en nombre del “equilibrio fiscal”, no hay ajuste alguno cunado se trata de garantizarle a la banca retornos usurarios. 
 Por otro lado, la baja del Impuesto País a 7,5% en septiembre y posterior eliminación, sumado a que por el momento el gobierno descarta devaluar, crea un escenario de abaratamiento de las importaciones. Eso preocupa a los capitalistas nucleados en la Unión Industrial Argentina, que ya han comenzado a negociar con Caputo la aplicación de medidas antidumping para evitar que se produzca un “boom importador” de productos y maquinarias provenientes de China que los deje afuera del mercado. El propio Paolo Rocca encendió las alarmas ante la posibilidad de que Techint pierda su preeminencia en el negocio del acero. 
Finalmente, la iniciativa gubernamental no estará exenta de choques y tensiones con un sector relevante de empresariado argentino. Debemos tener en cuenta que este último no dudará en pasarle la factura de cualquier situación desventajosa a sus trabajadores, por medio de despidos y suspensiones. Finalmente, la eventual supresión del Impuesto País no saca al gobierno del empantanamiento económico en el cual se encuentra. Solo con un programa de los trabajadores se puede salir positivamente de esta crisis; esto implica la nacionalización bajo control obrero del comercio exterior y el sistema financiero y el repudio de la deuda usuraria, en función de concentrar el ahorro nacional y planificar la economía priorizando el interés mayoritario.

 Sofía Hart

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